miércoles, 17 de julio de 2013

LA COLONIA APESTOSA CANARIA



PRÓLOGO
No me refiero al aguafloría, sino a la colonia afrikana de Kanarias, que desde hace más de quinientos años está jediendo. Las islas afortunadas que olían a libertad, dejaron su fragancia y comenzaron a oler mal desde que el godo puso sus garras y patas en ellas.
Hoy en día, este olor fétido ha aumentado por el cáncer esbirril que tiene metástasis en el gobierno títere de Canarias, en ayuntamientos, cabildos, medios de comunicación y en to­dos los cenáculos de poder y pesebres en donde el estiércol de la corrupción llega hasta el techo.
El mal olor ha llegado también hasta el colegio de abo­gados de las Palmas, cuando se nombra al Decano como uno de los doce vicepresidentes del consejo general de la abogacía española y para encabezar la Comisión Pro Derechos Huma­nos. Éste es el premio que se da en la colonia afrikana de Kanarias a un señor que no ha condenado ni denunciado las violaciones gravísimas de los derechos humanos y libertades fundamentales ocurridas en los últimos meses en estas des­afortunadas islas afrikanas (obligación que tiene según el art. 3 del Estatuto General de la Abogacía Española, donde se es­tablece que el fin esencial de todos los colegios de abogados es «la defensa del estado social y democrático de derecho pro­clamado en la Constitución Española»). Ni criticó ni denun­ció la carga brutal de las fuerzas represoras de la policía colo­nial española efectuada contra los estudiantes kanarios el día 7 de Noviembre de 2001, cuando por el aparato del estado colonial español se cometieron los delitos de lesiones, deten­ción ilegal, torturas y omisión del deber de perseguir delitos.
Muchas víctimas de esta represión de la policía española son kanaria/os menores de edad. Ni tampoco ha denunciado las violaciones de los derechos y libertades fundamentales de los inmigrantes ocurridas en el guetto de Fuerteventura, ni ha con­denado las deportaciones de presos kanarios a cárceles situa­das fuera de las islas, en España.
Menos mal que pude abrir una ventana para ventilar un poco este hedor nauseabundo y aireé todas estas violaciones de derechos humanos y libertades fundamentales ocurridas en nuestra tierra denunciándolas al Tribunal de Derechos Huma­nos en Estrasburgo con ocasión de la demanda que presenté contra el Estado Español, contra su Gobierno: Presidente. Aznar, Ministro de Interior. Rajoy, Miranda, y contra el Virrey de la colonia Afrikana de Kanarias: López Ojeda, el día 30 de Marzo del 2002, que ha dado lugar al expediente n° 17638/02. Todo lo referido anteriormente lo he comunicado también al Comité para los Derechos Humanos y al Comité de Conflic­tos o de Descolonización de la ONU. A la Organización para la Unidad Africana (UA). Asimismo lo he puesto en conoci­miento de Amnistía Internacional, de Human Rights Watch y de otras organizaciones no gubernamentales.
Este fue el escrito que en su día metí en internet. Pero ahora es conveniente ampliar un poquito más el mismo dado que el título del libro así lo requiere.
Algunas personas me recriminan que repita constante­mente la frase: colonia apestosa de Canarias, o colonia apestosa afrikana de Canarias, o colonia apestosa canaria. Algún plumífero pesebrista de turno puso el grito en el cielo cuando leyó esta frase en el texto de la querella criminal (que también figura en este libro) que interpuse contra el presidente del go­bierno de la metrópoli y otros representantes en el asunto de la muerte de lo sifios, e invasión llevada a cabo con ocasión de los juegos de guerra efectuados en Fuerteventura o Mahon el año pasado por el ejercito de la metrópoli. […]


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