DESMITIFICANDO
ALONSO FERNÁNDEZ DE LUGO VERSUS VALERIANO WEYLER NICOLAU (I)
(El esqueleto de Alonso Fernández de Lugo)
Eduardo Pedro García Rodríguez
El colonialismo español en el Archipiélago
Canario ha sido, y es, especialista en crear y sostener mitos en torno a
determinados personajes que tuvieron notoriedad en la invasión y sometimiento
de nuestra Matria con el propósito de crear sentimientos de gratitud de los
sometidos hacia los invasores, poniendo en práctica inteligentemente mecanismos
desenraizadores tendentes a confundir a los sojuzgados inculcando en ellos
desde la más tierna infancia sentimientos de simpatía y agradecimiento hacia
sus verdugos, tarea en la que han sido eficazmente secundados desde los inicios
de la invasión y ocupación de nuestra nación, por ciertos sectores de los
notables autóctonos más preocupados en preservar su status social que su
libertad y la de los suyos.
Posteriormente, toda una Pléyada de criollos
dependientes -de uno y otro bando-, dignos herederos ideológicos de sus
antecesores, han venido colaborando con el sistema opresor para mantener -en
frase del ilustre escritor canario Víctor Ramírez,- ígnorantada a la sociedad
canaria, no dudando para ello en tergiversar, falsear e incluso prostituir la
historia colonial.
El sistema de conquista, sea cual sea, siempre
conlleva violencia sobre los conquistados, el terror es matizado por distintos
tipos de coberturas ideológicas: en los siglos XV y XVI fueron los de “salvar
almas humanas” ”progreso y civilización”, consignas metidas a sangre y fuego en
Canarias, en el resto del continente africano y en América.
Algunas veces los imperios de turno realizan
alianzas transitorias y vergonzantes con parte o partes de los pueblos
conquistados -generalmente las élites dominantes de cada lugar, que tratan de
mantener privilegios aún en el desastre- para establecer cabezas de puente que
luego serán modificadas según las circunstancias (recordar la variante relación
de los “bandos de paces”, aliados con los invasores para asesinar a su propio
pueblo.) O las desnaturalizadas alianzas sostenidas actualmente por la
burguesía criolla canaria, garante de la continuidad colonial de nuestra
nación, a cambio de determinadas prebendas y migajas económicas que les tolera
la metrópoli como premio a su fidelidad.
El colonialismo “democrático” crea nuevos
líderes, nuevas formas de liderazgo. Se falsea la realidad, y, de esta forma la
conducta, la propaganda se hace más subliminal, eliminando de los programas
comunes de primaria y secundaria el conocimiento básico de la Historia de Canarias, el
sembrado de inquietudes, o la apertura a comprensiones globales. La educación
es controlada y premiando la sumisión a los intereses coloniales.
A los niños y jóvenes se les induce a creer que
su Historia como pueblo tampoco vale nada, que sus ancestros fueron
esclavizados, torturados, y asesinados, para nada, puesto que los herederos
ideológicos de los causantes no sólo están impunes, sino que dirigen, directa o
solapadamente, la sociedad en la que viven, y hacen gala de su impunidad. Y
esto es necesario también para el colonialismo, por su efecto disuasorio: lo
que pasó, puede volver a pasar…
Son múltiples los ejemplos documentados que nos
brinda la historia de personajes que en su día fueron simples criminales de
lesa humanidad, tales como el pirata normando Jean de Bethencourt y su socio
Gadifer de la Salle
, los Herrera, o los desalmados Juan Rejón y Pedro de Vera, el obispo Juan de
Frías o el Deán Juan Bermúdez, la envenenadora señora de orca y cuchillo,
Beatriz de Bobadilla, Alonso Fernández de Lugo y un largo etcétera que por
razones de espacio dejamos para otra oportunidad.
Pasando el tiempo, los herederos ideológicos de
estos nefastos personajes, en un intento por eliminar el estigma dejado por sus
antecesores en el cuerpo social que representan o en el que se desenvuelven, no
dudan, como he dicho, en falsear la historia para “maquillar” a los mismos, en
el caso de la isla Chinech (Tenerife) uno de estos personajes fue el siniestro invasor
y depredador gallego-andaluz, mercenario al servicio de los nefastos reyes
católicos, Alonso Fernández de Lugo.
La figura de este aventurero traficante de
esclavos y masacrador de pueblos, jamás despertó simpatías ni siquiera entre
sus correligionarios invasores y colonos. Por el contrario, fue odiado y temido
por sus contemporáneos debido sus acciones caprichosas, arbitrarias y sobre
todo criminales. Una vez fallecido el 20 de mayo de 1525 se desvaneció su
memoria, no sólo como consecuencia del desprecio y odio que le profesaba la
sociedad colonial de aquel momento sino que además porque no quedó descendencia
directa en la isla, ya que su última mujer, Juana de Messieres y la hija que
ésta tuvo con Alonso Fernández de Lugo, Luisa, retornaron a la metrópoli. De
los hijos habidos de su primer matrimonio con Catalina Xuárez Gallinato el que
le sobrevivió, Pedro de Lugo, murió en América en la invasión y conquista de
Santa Marta. De su segunda mujer y alma gemela, Beatriz de Bobadilla, no tuvo
descendencia. De posibles hijos fruto de sus violaciones a niñas y mujeres
guanches no tenemos noticias documentadas.
“Es frecuente leer en algunos de los textos que
tratan en torno a temas relacionados con la invasión y conquista del
Archipiélago Canario por parte de las hordas de mercenarios portugueses,
normandos y castellanos, la descripción de dicha invasiones como una obra
inspirada en los más altos sentimientos de caridad y altruismo. Especialmente
cuando estos textos emanan o son sustentados por organismos coloniales como las
Universidades, Cabildos, Ayuntamientos y Gobierno supuestamente canarios.
Generalmente estos textos pretenden inculcar en
el lector la imagen de unos “nobles caballeros” revestidos de rutilantes
armaduras, portando las consabidas cruz en una mano y la espada en la otra, lo
cual no es más que la repetición del mismo símbolo, pues ambas tienen la misma
forma y han perseguido el mismo fin.
Estos textos, ciertamente edulcorados, emanan un
sutil perfume embriagador que imperceptiblemente va conduciendo al lector a un
estado anímico mediante el cual asume de manera inconsciente que el hecho
colonial supuso el aporte desinteresado de unos supuestos civilizadores por
unos seres tocados por un halo divino, “héroes soñadores” cuya entrega y sacrificio
hizo posible que nuestro pueblo -según ellos- anclado en la “edad de piedra”
diera el salto a la “civilizada” Europa.” (García Rodríguez E. 2008)
La bibliografía oficial y oficialista
especialmente desde hace tres décadas viene empeñada en presentarnos a este
tétrico personaje como un dechado de virtudes cristianas, excelente estadista,
de notable entendimiento, moralmente bueno etc., y cuando se pretende
justificar sus atrocidades simplemente se nos dice que, “fue un hombre de su
tiempo” o “los signos de los tiempos” así de simple y estos apologistas del
colonialismo piensan que han creado cátedra, en todo caso, por esa regla
deberíamos justificar los horrores de la Inquisición , el holocausto judío. Y más
modernamente las invasiones de Vietnam, de Irak etc. etc.
La falsificación de la historia pretende hoy
lavar los crímenes cometidos por los invasores europeos con el argumento que si
bien hubo “excesos”, la conquista logró la modernización del país. Pero como
apunta Ibn Jaldún a propósito de las diversas formas de la falsificación
histórica: “los charlatanes tienen en las artes del conocimiento un campo
extenso: las praderas de la ignorancia están siempre dispuestas.” No sólo el
camino hacia la realidad está plagado de obstáculos puestos por la falsificación
sino que el mismo camino es indiscernible. No existe opinión crítica, puesto
que no existe espacio público ni medios donde se pueda formar y manifestarse, y
en esas condiciones, todo da igual. Los voceros del colonialismo pueden
afirmar, decir o escribir lo que quieran, y volver a hacerlo cuando gusten, por
ejemplo, a la hora de los aniversarios.
Como los hechos se vuelven rápidamente obsoletos
ante la avalancha de informaciones, la falsificación que sirve al poder los
pone al día, reinventándolos si es preciso, de acuerdo con el método
totalitario.
La táctica de resistencia, el rechazo de las
mentiras históricas por parte de los invadidos, cualquiera esta sea, es
considerada inmediatamente como sedición, subversión, o terrorismo por parte de
los invasores, destruyendo a aquellos que consideren ser peligrosos por su
capacidad de liderazgo en la
Resistencia o, que simplemente, pudieran explicarles a sus
conmatriotas la realidad de lo sucedido.
La aspiración a unificarlo todo desde un punto de
vista colonial, a someter todo movimiento social a una voluntad central, es el
fundamento de todo poder, y es indiferente que se trate de la persona de un
monarca absoluto, de la unidad nacional de una representación popular elegida
constitucionalmente o de las pretensiones centralistas de un partido que ha
inscrito en sus banderas la conquista del poder (p.e. el Partido Popular o
Partido Socialista Obrero Español.) El principio de la reglamentación de toda
actividad social según determinada norma, inaccesible a cualquier modificación,
es la condición previa inevitable de toda voluntad de poder. De ahí nace el
impulso hacia los símbolos exteriores que ponen ante los ojos la unidad
palpable de la expresión del poder, en cuya grandeza mística puede echar raíces
la muda reverencia del súbdito.
Eso lo ha reconocido muy bien De Maestre
(Chambéry, 1753-Turín, 1821) cuando dijo: “Sin Papa no hay soberanía; sin
soberanía no hay unidad; sin unidad no hay autoridad; sin autoridad no hay
creencia.”
Retomemos la figura de Alonso Fernández de Lugo,
al que los primeros documentos se refiere simplemente como Alonso de Lugo,
añadiendo posteriormente el apellido Fern ández (de Fernando) quizás como
reconocimiento a su valedor en al corte castellana el rey Fernando de Aragón. Para
seguir las arbitrariedades que este personaje cometió contra los naturales de
Chinech y con sus correligionarios colonos, vamos a seguir al investigador
español residente en Tenerife Eduardo Azanar Vallejo, quien en un excelente
trabajo aunque no exento de ciertos toques de “maquillaje”, extracta una serie
de documentos relativos a la colonización del Archipiélago Canario, (1476-1525)
especialmente de la denominada “conquista realenga” es decir, de la invasión y
ocupación de las islas Tamarant (Gran Canaria) Benahuare ( La Palma ) y Chinech
(Tenerife), existentes en el Registro General del Sello, del Archivo de
Simancas, España. Algunos de estos documentos han sido reproducidos en su
totalidad por Agustín Millares, Dominik J. Wölfel y Antonio Rumeu de Armas.
Algunas de las actividades esclavistas de Alonso
Fernández de Lugo:
Aún hoy en pleno siglo XXI y a pesar de la
abundante documentación que atestigua las practicas esclavista desarrolladas
por los castellanos durante la invasión de las islas, y especialmente por el
jefe de los esclavista Alonso de Lugo, existen mentes obtusas que se empeñan en
negar dicha práctica, para ellos vamos a reproducir algunos testimonios
documentados, ha pesar de que somos consientes de que ningún españolista viejo
aprende historia:
Denuncias formuladas en la corte
castellana-aragonesa por causa de la criminal conducta del gobernador colonial
Alonso Fernández de Lugo, según documentos del Registro del Sello publicados
por el profesor Rumeu de Armas.
“El trato dispensado por Alonso de Lugo a los
indígenas merece la repulsa general. Esta desatentada conducta tenía a la
fuerza que provocar una corriente de opinión favorable a los mismos, cuyo eco
se dejó sentir inmediatamente en la corte, promoviendo las consiguientes
medidas correctoras.
Las víctimas “legales” del conquistador fueron
los guanches de los bandos de guerra, reducidos masivamente a esclavitud y
desterrados a la metrópoli para su venta en los mercados públicos. Varios miles
de indígenas nativos de Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icod y Daute tuvieron esta
triste suerte. Las víctimas arbitrarias fueron múltiples guanches de los bandos
de paces, capturados como represalia por supuesta deslealtad o infidencia. Esta
medida afectó en mayor escala a los indígenas de Anaga, Abona y Adeje, y en
número mucho más reducido a los de Güímar.
Resulta admirable contemplar el esfuerzo titánico
que desplegaron los aborígenes para recuperar la libertad, integrándose al
amado terruño y no menos encomiable las ayudas y valimientos que encontraron
-oficiales y privados- para el logro de tan nobles propósitos.
Una vez finalizada la conquista, los atentados
contra la libertad de los guanches de las paces fueron reiterados. Véanse como
ejemplo las denuncias que formula contra su censurable actuación Francisco de
Albornoz, “para guardar su ánima y conciencia” de los remordimientos que le
embargaban: “Se le acuerda al tiempo que se ganó la isla, él fue conquistador,
y después de ganada, el gobernador hizo llamar y traer ante sí algunos
clérigos, estando en el reino de Taoro, hasta cien almas de guanches de esta
isla, los cuales eran del reino de Tegueste, y estaban subidos en un risco de
la sierra diciendo que querían ser cristianos. Venidos ante el gobernador y los
clérigos, los bautizaron y tornaron cristianos, y, después de bautizados, los
hicieron embarcar forzosamente y los llevaron a vender, y algunos de ellos
vendieron en la isla. Esto parece al testigo contra razón, porque decían que
querían ser cristianos y vivir en su tierra, y no les fue hecha justicia.”
Como los guanches de Tegueste, refugiados en el
reino de Taoro, pero pertenecían a los bandos de guerra, jurídicamente podían
ser reducidos a esclavitud, de acuerdo con las prácticas de la época, que no
reconocían al bautismo en general virtudes liberatorias si era recibido en
estado de servidumbre. Lo que se censura es el procedimiento: la trampa y el
engaño utilizados para la captura, máxime invocando una finalidad espiritual.
En cambio, lo que no tiene perdón fue la fechoría
cometida con los guanches de Abona, Adeje y Anaga, por la triple circunstancia
de pertenecer a los bandos de las paces, la ocultación perpetrada al obispo de
Rubicón-Canaria de las perversas intenciones de captura a traición, y, lo que
es aún más grave, la artera y sacrílega maniobra de utilizar un siniestro
sicario disfrazado de prelado para sucios fines de lucro a costa de indefensos
seres humanos
En 1497 había estado en Tenerife, en visita
pastoral -como acabamos de referir-, el obispo de Rubicón-Canaria don Diego de
Muros, circunstancia que aprovechó para impartir personalmente el bautismo a
infinito número de guanches. Pues bien, véase ahora lo que nos revelan dos
testigos de cargo.
El primero, Alonso de las Hijas, confiesa que…
“los canarios de Abona e Adexe... heran de paces, e avían servido a Sus Altezas
al tiempo de la, conquista... contra los otros canarios que heran en deservicio
de Sus Alteza; e el obispo asimismo los mandó veenir diziendo que se viniesen a
tornar Cristianos, y ellos vinieron a la Iglesia seguramente, en que senan mas de
doscientas ánimas, y el obispo los tornó christianos; y a la ora después de ser
christianos, el dicho adelantado [Alonso de Lugo] los mandó encerrar en una
casa, donde los cautivó e los vendió, los quales davan vozes e reclamaban
diziendo que heran christianos servidores de Sus Altezas, que cómo hera aquello
que los vendían, e los llevaron a Valencia e a Barcelona e a otras partes...”
Más repugnante es la declaración de Francisco de
Albornoz. Este destacado mílite atestigua: “Después no se ha guardado justicia;
especialmente otra vez, al dicho tiempo, el adelantado [Alonso de Lugo] hizo
traer ante sí a los guanches del reino de Anaga, unas doscientas ánimas entre
hombres y mujeres, los cuales eran de paces, y en la conquista ayudaron a
conquistar a los otros en favor de Sus Altezas. No se acuerda si los tornaron
cristianos o no, pero vio cómo los cautivaron y enviaron a vender. Y asimismo
en dicho tiempo, el adelantado hizo parecer ante sí hasta doscientos guanches
del reino de Adeje y de las paces, que asimismo ayudaron a conquistar los
otros. En esta manera y con tal engaño que -como estaban escarmentados de lo
pasado, pusieron en un corral, cercado de piedra, un hombre (que se dice
Sepúlveda) y cubriéronlo de ropa y dijeron que el adelantado les llamaba para
que viniesen a tornar cristianos, que estaba allí el obispo, y al momento que
los tuvieron dentro en el corral, los cautivaron y los repartieron y embarcaron
por cautivos.
Hoy sabemos, por las denuncias que luego se formularon,
que el número de los cautivos de los reinos de las paces pasaron de mil, de 1os
cuales permanecían en Tenerife, en 1498, unos trescientos. Otro importante
grupo de guanches horros los tenía ocultos, en sus posesiones de Sanlúcar de
Barrameda, don Juan Alfonso de Guzmán, duque de Medina Sidonia; era parte del
precio de la colaboración prestada en la conquista de la isla.
Las quejas contra la censurable conducta del
conquistador se dejan sentir en la corte en las postrimerías de 1497. Portavoz
de los oprimidos será el mensajero Rodrigo de Betanzos, quien aboga con tesón
en defensa de los guanches de las paces, víctimas de inicuas vejaciones.” (A.
Rumeu de Armas, 1975: 403-481)
1494. Febrero 12. Valladolid (f.85). Incitativa
al asistente de Sevilla don Juan de Silva, conde de Cifuentes, para que dé
cumplimiento de justicia a Juanoto Berardi y Francisco de Riberol, estantes en
dicha ciudad, que dicen haberse concertado con Alonso de Lugo, vecino de Gran
Canaria, para la conquista de La
Palma , por lo que debían ir a tercios en los 700.000
maravedís que recibirían por los gastos de la conquista, a pesar de lo cual
cuando Alonso de Lugo concertó la conquista de Tenerife renunció dicha cantidad
en la Corona y
se quedó, además, con 150 esclavos de un bando de paz que les habían sido
concedidos por los reyes, porque a pesar de que estaban en seguro se descubrió
que intenta so pretexto de enviarlos a Castilla para presentarlos al rey, los
veintidós muchachos que recibió como rehenes de los palmeros convertidos, que
ayudaron en la conquista de La
Palma , culpándole, además, de haber enviado a sus escuderos
Espinosa y Benavides para cautivar a otros cien vecinos, y de no permitirle
salir de la isla para ir a quejarse al Rey, mientras continuaba agraviando a
sus parientes, robaba sus ganados y ahorcaba a dos cabezas de bando. Don
Alvaro Johannes. Antonius. Gundisalvus licenciatus. Filipus. Solanos. (E. Aznar
Vallejo, 1981:80)
1495 Febrero 28. Madrid (f. 49). Orden al
bachiller Fajardo, gobernador de Gran Canaria, para que informe al Consejo
sobre la demanda presentada por la canaria Francisca de La Palma , vecina de la isla de
igual nombre, que por mandato de Francisco Maldonado, pesquisidor de Gran
Canaria, asentó paces con dos bandos de La Palma , que se sometieron y colaboraron en la
conquista de dicha isla con Alonso de Lugo, quien acabada ésta vendió sus
rehenes y obtuvo, alegando una ficticia sublevación, merced real para
esclavizarlos, apoderándose además de sus ganados y prendiendo a la dicha
Francisca de La Palma
, para evitar que fuera a quejarse al rey. Don Alvaro. Alcocer. Chanciller.
Malpartida. Oropesa. Mármol. (E. Aznar Vallejo, 1981:82)
1495 Marzo 4. Madrid (f. 37). Carta a las
justicias del Reino y a todos los recaudadores de rentas, par que a petición de
Alonso de Lugo, capitán de la conquista de Tenerife, y Nicolás Angelat,
Guillermo Blanco, Francisco Palomar y Mateo Viña, armadores de dicha armada, no
lleven alcabalas sobre la primera venta de los cautivos y ganados enviados por
los caballeros y peones que están en dicha conquista, como se hace en las
cabalgadas en tierra de moros, ya que dicha conquista se hace por mandato real
y los cautivos son infieles sobre los que se paga el quinto. (E. Aznar Vallejo,
1981:82)
1496 Julio 23. Soria. Incitativa a las justicias
del Reino, especialmente las del Puerto de Santa María, para que den
cumplimiento de justicia a Francisco Gorvalán, vecino de Sevilla, que reclama
el importe de los seis esclavos que le correspondieron en la conquista de
Tenerife junto al gobernador Alonso Lugo. Dichos esclavos le fueron embargados
a instancias de los mercaderes Guillermo de Blanco y Nicolao Angelato, que
argumentaban pertenecerles por tener parte en dicha conquista, ante lo que
Francisco de Gorvalán pidió que fueran vendidos por las justicias del Puerto de
Santa María y puesto su importe en depósito, lo que hicieron con cinco de
ellos, ya el otro fue tomado por Guillermo del Blanco. Obispo de Astorga.
Alcocer. Illescas. Oropesa. (E. Aznar Vallejo, 1981:84)
1496 Diciembre 23. Burgos. Incitativa al
comendador Pedro Cervantes, juez ejecutor de la Hermandad de Sevilla,
para que determine en la petición de Alonso de Lugo, encargado que fue de la
conquista de Tenerife, que reclama los esclavos que le fueron tomados durante
dicha conquista, que le pertenecen por ser de buena guerra, y los maravedís
entregados para dicha conquista a ciertas personas, que no han dado cuenta de
ellos. Se concede poder a dicho comendador para nombrar jueces delegados, pero
ni él ni sus auxiliares podrán llamar a nadie fuera de su jurisdicción más allá
de ocho leguas de su casa. (E. Aznar Vallejo, 1981:87)
1497 Junio 24. Valladolid (f. 314). Incitativa al
conde de Cifuentes, don Juan de Silva, alférez mayor, miembro del Consejo y
asistente de Sevilla, para que determine en el litigio sobre los bienes del
difunto Juanoto Berardi, mercader florentino, entre los que se cuentan 233.333
maravedís y cincuenta esclavos que Alonso de Lugo, gobernador de Tenerife y La Palma , le adeudaba de la
compañía para la conquista de La
Palma , ciertos muebles y esclavos que dejó en su casa de
Sevilla y 84.000 maravedís que le debía Guillen Celi, todo lo cual quedó en
poder del obispo de Badajoz. Esta comisión es consecuencia de la petición
presentada por Bartolomé de Marchiori, mercader florentino estante en Lisboa, a
quien Juanoto Berardi debía un cuento de maravedís, para que Alonso de Lugo
tuviese embargados dichos bienes hasta que se determinase cuál de los
acreedores tenía mejores derechos, ya que el concierto establecido entre dicho
gobernador y el mercader Jerónimo Rufalde, que tenía poder de Juanoto Berardi,
para cobrar ciertas cantidades de maravedís, por lo que Jerónimo Rufalde se
daba por pagado y Alonso de Lugo se obligaba a pagar por él a Bernaldino de Orduña,
lesionaba sus intereses. Johannes. Andreas. Antonius. Gundisalvus licenciatus.
Johannes licenciatus. Ramírez. (E. Aznar Vallejo, 1981:88)
1597 Marzo 29. Alcalá de Henares. Orden al obispo
de Canaria y al gobernador de Gran Canaria, para que informen sobre la demanda
presentada por Rodrigo de Betanzos, en nombre de los bandos de Adeje, Abona, y
Güímar, acusando a Alonso de Lugo, gobernador de Tenerife, de haber vendido a
gran número de canarios de éstos bandos, a pesar de las paces que asentaron con
Pedro de Vera, de su condición de cristianos y de la ayuda que le prestaron en
la conquista de Tenerife. Episcopus astoricensis. Juanes. Felipus. Franciscus
licencia-tus. Juanes licenciatus. Castillo. (E. Aznar Vallejo, 1981:91)
1498 Marzo 29. Alcalá de Henares, (f. 24). Orden
a Lope Sánchez de Valenzuela, gobernador de Gran Canaria, para que tenga en
secuestro a los canarios de los bandos de Adeje, Abona y Güímar que están en
poder de Alonso de Lugo, gobernador de Tenerife, hasta que Sus Altezas decidan
sobre ellos. Se da a petición de Rodrigo de Betanzos, quien informó que dichos
bandos guardaronlas paces asentadas con el gobernador Pedro de Vera y se
unieron a Alonso de Lugo cuando fue a conquistar Tenerife, haciendo lo que les
mandaba, acogiendo a sus gentes, defendiéndolos y dándoles sus mantenimientos,
convirtiéndose además a la fe católica, a pesar de todo lo cual éste cautivó a
1.000 almas, como si fueran de otros bandos, vendiendo una parte y queriendo
hacer lo mismo con 300 que aún quedan en su poder. Episcopus astoricensis.
Juanes. Felipus. Franciscus licenciatus. Juanes licenciatus. Castillo. (E.
Aznar Vallejo, 1981:92)
1498 Marzo 29. Alcalá de Henares, (f. 25). Orden
al licenciado de Maluenda, juez de términos de Sevilla, para que informe al
consejo sobre los canarios de los bandos de Adeje, Abona y Güímar, precisando
si realmente son cristianos, dónde, cómo y por quién fueron bautizados, si
eran de paces, si guardaron éstas y con quién las asentaron. Se da a petición
de Rodrigo de Batanzos, quien informó que dichos bandos guardaron las paces
asentadas con el gobernador Pedro de Vera y se unieron a Alonso de Lugo,
gobernador de Tenerife,
cuando fue a conquistar dicha isla, haciendo lo
que se les mandaba, acogiendo a sus gentes, defendiéndolos y dándoles sus
mantenimientos, convirtiéndose además a la fe católica, a pesar de todo lo
cual éste cautivó a 1.000 almas, como si fueran de otros bandos, vendiendo una
parte y queriendo hacer lo mismo con 300 que aún le quedan en su poder. Episcopus
astoricencis. Juanes. Felipus. Franciscus licenciatus. Juanes licenciatus.
Castillo, escribano de cámara. (E. Aznar Vallejo, 1981:92)
1498 Diciembre 11. Ocaña. Orden a Lope Sánchez de
Valenzuela, gobernador de Gran Canaria, para que apremie a Alonso de Lugo a
declarar cuántos canarios, aparte de los ochenta ya puestos bajo secuestro por
Lope Sánchez de Valenzuela, fueron tomados en Tenerife durante tiempo de paces,
para que también sean puestos bajo secuestro, debiendo informar al Consejo
acerca de los dueños de los que no sean de paces, para que éste determine en
justicia. Johane. Franciscus licenciatus. Martinus. Zapata. Mármol. Herrera.
(E. Aznar Vallejo, 1981:93)
1500 Diciembre 4. Granada. Orden a Juan de
Salcedo, para que averigüe, a petición del procurador de pobres, el paradero de
don Enrique, canario, rey que fue de Icod, vendido por Patiño, contino de la
casa real, sin tener derecho a ello, ya que el dicho don Enrique es cristiano y
libre; y para que lo traiga a la corte en un plazo de diez dias, durante los
cuales cobrara 200 maravedís diarios a cargo del dicho Patiño. Episcopus
ovetensis. Filipus. Johannes licenciatus. Martinus. Tello. Muxica. Mármol.
Pérez.
1514 Agosto 16. Valladolid. Incitativa al
gobernador o juez de residencia de Gran Canaria, para que entienda en la
petición presentada por Leonor, canaria, que se queja, en nombre propio y en el
de los canarios libres de Gran Canaria, Tenerife y La Palma , de don Alonso
Hernández de Lugo, adelantado de las islas de Canaria, que lleva por fuerza a
dichos canarios a las armadas que hace en provecho propio y los echa de la
tierra porque ayudan a sus parientes cautivos. Para la realización de esta
misión se le concede poder cumplido y un salario de 150 maravedís, durante 40
días, y se le ordena llevar consigo un escribano público, que recibirá 40
maravedís al día, aparte de sus derechos ordinarios. Archiepiscopus. Carvajal.
Palanca. Aguirre. Cabrero. Salmerón. (E. Aznar Vallejo, 1980:213)
1514 Agosto 18. Valladolid. Orden a Rodrigo de
Guadiana, escribano y receptor de la cárcel real, para que vaya a Gran Canaria,
Tenerife, La Palma
y otras islas de Canaria, a fin de recibir los testigos que el adelantado don
Alonso Fernández de Lugo desea presentar en el pleito que sigue con guanches y
canarios, sobre la libertad de éstos. El citado pleito pende actualmente ante
los alcaldes de casa y corte, jueces de comisión, que han recibido las
pesquisas hechas por diversos jueces y el proceso que se seguía en dichas islas
ante el doctor Lebrón. Para el cumplimiento de su misión se le concede poder
cumplido y 200 maravedís “de buena moneda” al día, aparte de los derechos que
le corresponden por las escrituras, que ha de pagar el citado adelantado, salvo
que la parte de los canarios presente testigos, en cuyo caso irán a medias.
Licenciado de Herrera. Cornejo. González de Avila. Villafañe. . (E. Aznar
Vallejo, 1980:213)
1514 Diciembre 10. Valladolid. Notificación a
Rodrigo Guadiana, escribano y receptor de la cárcel real, de haberse
prorrogado, hasta después de que finalice la probanza del obispo de Canaria, el
plazo para la presentación de testigos en el pleito que ante los alcaldes de
casa y corte siguen los canarios y el adelantado don Alonso Fernández de Lugo,
sobre la libertad de los primeros. Estamedida se toma a petición de Pascual
Arenas, procurador de los guanches canaríos de Gran Canaria y otras islas,
quien adujo para ello que el citado escribanc no podía ocuparse simultáneamente
de ambas probanzas. Licenciado de Herréra. Cornejo. González de Avila.
Trillanes. . (E. Aznar Vallejo, 1980:216)
1501 Septiembre 13. Granada. Orden a Lope Sánchez
de Valenzuela, gobernador de las islas de Gran Canaria, para que devuelva a
Nicolao Angelate, vecino de la “ciudad de Mal”, tres esclavas que recibió de
Alonso de Lugo, gobernador de Tenerife, como parte de una cabalgada y que Lope
Sánchez de Valenzuela le quitó argumentado que eran libres. (E. Aznar Vallejo,
1981)
Continuará…
Julio de 2009
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