INTRODUCCIÓN
La conquista de las Islas Canarias se caracteriza
por la falta de fondos que los conquistadores tuvieron para financiar los
cuantiosos gastos de las operaciones. Recordemos, que Juan de Bethén-court dejó de improviso Fuerteventura para conseguir
en Castilla hombres y recursos; mientras
que su compañero, Gadifer de La Salle,
arrebataba a los indígenas lanzaroteños, los cuatro granos de cebada que tenían reservados para la siembra.
Recordemos, asimismo, a Juan Rejón,
más de tres cuartos de siglo después, que pasa de Las Palmas a Lanzarote en la búsqueda de alimentos y a Fernández de
la Guerra que, durante la conquista de Tenerife, se traslada a Gran Canaria para vender, parte de sus
propiedades, con la misma finalidad.
No obstante, hay historiador, que asegura,
fundamentado en numerosos datos, que Juan de
Bethéncourt dispuso de mucho capital para
financiar la conquista de las Islas menores o de la primera conquista. Y, aunque así fuese, no se vislumbra
igual impresión cuando se profundiza en los
temas relacionados con los teatros de operaciones isleños ni siquiera en los
cortesanos codiciosos para disputar la presa a
los indígenas o para solicitarla del Monarca de Castilla Enrique III. Esto, por su
interés, merece discusión. Como también la
pueden motivar, los que se relacionen con las otras conquistas como expondremos paso a paso en el tercer
libro próximo a publicarse.
No es razonable,
en cambio, que personas doctas consideren a la Historia de Canarias de los
primeros tiempos como un arma política que
quisieran moldear con arreglo a sus concepciones. Y no es razonable, porque pretenden sustituir la Historia
actual del Pueblo Canario de hondas raíces unitarias e indivisibles, por la
quimérica de sus abuelos los aborígenes y los
conquistadores. Tal parece ser la dinámica
que imprimen en sus publicaciones, hasta en algún monumento, surge, siempre, la reprobable estampa de las represiones, de las matanzas o de la desgarradora figura del
aborigen que se precipita al vacío o la madre
que con una piedra se defiende entre caballeros blandiendo espadas. ¿No ha llegado la hora de pensar en el futuro y no en lo que pudo ocurrir hace 500 años
entre nuestros antepasados comunes? Estas
actitudes parecen un contrasentido, máxime,
cuando tales obras y algún monumento podrían erigirse con más exactitud y veracidad, en elogio del Pueblo
Canario que quiso ser español tanto en Las
Palmas y La Gomera expulsando a los holandeses a pedradas al faltarles las
armas o por no tener municiones como en
Santa Cruz rechazando a Nelsqn o en La Palma a "Pata de Palo" el temible pirata o a los hugonotes
franceses asesinos de 64 jesuítas a la
salida del Puerto de Tazacorte (La Palma) o en todas las islas veremos alzarse al Pueblo entero con igual decisión y frente a poderosísimas escuadras de
aplastante superioridad numérica y armamentista sobre-escasos defensores. Ese
solapado enemigo que responde al nombre
de piratas y corsarios sí fueron los
demonios que vinieron a esclavizar y a robar a los isleños dejándoles en la tragedia o en la ruina; cuyas
acciones han sido persistentes y de
envergadura. Y contemplen a los conquistadores como son en la realidad. No vinieron a esclavizar ni a robar. Vinieron a fundar con los aborígenes un nuevo pueblo
descendiente de ambos. Y esa verdad, es
indestructible. ¿Qué hubo actos reprobables? Los menos diría yo y como en todas las guerras o simplemente en todas las partes, los hay, aunque haya paz.
Incluso, de mayor envergadura moral y material.
Otros historiadores, algunos del máximo prestigio,
alaban a los conquistadores con los más
encendidos elogios o con las críticas más acerbas siguiendo la tradición implantada por Fray Bartolomé de las Casas en las Indias Occidentales como Fray
Alonso Espinosa y Abreu Galindo en Canarias y
tantos de España que simplemente por un
complejo de culpabilidad o por no confiar plenamente en nuestras propias instituciones o por diversas
causas, están dispuestos a responsabilizar a nuestro Pueblo de todo lo
acontecido en las épocas pasadas sin más análisis de la situación. Y esto, da
origen a posiciones comprometidas para quien así se pronuncia. El avance espectacular de la investigación en estas últimas
décadas, ha proporcionado las bases para el
esclarecimiento de los hechos más enrevesados y complejos de la conquista de
Canarias.
Por ello, hoy ya no se puede dejar ningún
interrogante sin respuesta o sin la
debida documentación o indicios que lo avalen. Los supuestos, no tienen cabida
en la Historia de la conquista de Cana-[…]
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