martes, 16 de julio de 2013

LA TERTULIA DE NAVA





Algunos olieron el negro humo de la pólvora en verdaderas batallas; los demás lucieron sus flamantes uniformes solo en las espec­taculares maniobras de la Plaza del Adelantado.
Eran pocos, pero queriendo y sin querer, dejaron su huella en la vida de La Laguna y de la Isla. Sus victorias fueron obtenidas desde cómodos sillones, entre libros y papeles, hablando y discutiendo. Y estas victorias fueron resonantes y definitivas, fiel consecuencia del momento histórico en que se produjeron.
¿Estaban seguros de lo que hacían? ¿Tenían conciencia del papel que estaban representando? El hijo de uno de estos paladines escribió: «Murió en lo mejor de su edad, de su esperanza, de su concepto... Mi padre dejó el mundo como lo había encontrado; la máquina estaba mon­tada de un modo que parecía que jamás se había de descomponer y que había de ser casi eterna. Ni idea se podía formar entonces de la espantosa revolución de que somos testigos...»1.
Y, sin embargo, lo cierto es que, al enjuiciar así a don Tomás de Nava, su hijo don Alonso proyectaba su recuerdo en un campo muy limitado. Más real hubiera sido decir que su padre y otros como él, ha­bían trasteado de tal manera en la maquinaria, que había que reconocer que el estallido fue motivado por tales manejos.
En los capítulos  que siguen, pretendo, demasiado ambiciosamente quizá localizar dentro del ambiente de La Laguna en el siglo xvm, el movimiento cultural, reflejado en las vidas, hazañas, aventuras y obras de unos Caballeros que dejaron su huella imperecedera en la historia de la ciudad.

1. Diario de viaje, alonso de nava-grimón. Inédito. Manuscrito en la Bi­blioteca de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de La Laguna. Ar­tículos literarias, Casa de Nava.

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