Al redactar estas páginas, me traslado a un período
pretérito de mi ejercicio como investigador
muy grato por cuanto de ilusión tenía todo lo que haríamos entonces. Me
refiero a La década de los 50, comercio de las islas Canarias con el Nuevo
Mundo. El tema había surgido espontáneamente, por el casual hallazgo en la sección de Indiferente
General de un tondo documental
relevante sobre tal asunto. Mi canariedad no resistió la tentación y sin
el magisterio de un especialista o el
conocimiento de la técnica ya puesta en marcha por escuelas francesas historias cuantitativas —me sumergí
en los legajos que encerraban una
historia, la cual, salvo un par de autores, nadie había abordado.
Fueron aquellos años en los que coincidimos en el
archivo sevillano con el
matrimonio Chaunu, admirados amigos, enfrascados en una investigación cuyo gran fruto fue
Seville et l'Atlantique (1957)
donde las Islas Canarias jugaban ya un protagonismo que también Antonio Rumeu de Armas había apuntado en su magna obra Piratería y ataques
navales contra las Islas Canarias (1947-1950). Paradójicamente, mi trato con los Chaunu no significó un
trasvase de ideas y noticias que hubieron
sido muy útiles para mí. Casi coincidiendo con la impresión de nuestro libro, en 1952 apareció la monografía de José Peraza de Ayala, El régimen comercial de
Canarias con las Indias en
los siglos XVI, XVII y XVIII, estudio concreto y capital. Otro autor cuyo magisterio busqué al manejar
sus obras fue el
venezolano Eduardo Archila Parías que para mí fue, especialmente, un ejemplo a
seguir sobre todo con su Comercio entre Venezuela
y México en los siglos XVII
y XVIII (1950). Quedé desde entonces en deuda con él y ello explica
que fuera al
historiador venezolano a quien solicitara un Prólogo en el que resaltamos, pues refuerza lo que estamos
diciendo o estamos intentando decir, sus
afirmaciones en torno a la novedad del estudio de las relaciones
económicas interindianas. Arcila profetiza
el progreso de tales estudios demostrando que los lazos económicos unían a las distintas zonas de la monarquía
hispánica formando una compleja red en la que las Islas Canarias parte del ámbito Atlántico, se insertaban
como una unidad más de la economía
americana.
A partir de estos pioneros
estudios y, a partir de 1976-7, comienzo de los
Coloquios de Historia Canario-Americana auspiciados por la Casa de Colón de Las Palmas de Gran
Canaria, el interés por el
tema cobró, junto con el de la emigración, una dimensión inusitada de tal modo que no ha
habido Coloquio en el cual no se haya presentado alguna ponencia sobre el tráfico
canario-americano, ampliado más allá de la dimensión Canarias-América pues pronto se comprobó
que el poliedro de tal
tráfico contaba con diversas caras en las que entraban, no sólo el mencionado eje, sino que había
que tenerse en
cuenta el rumbo europeo, los lazos con África y las vinculaciones con los restantes archipiélagos
atlánticos y sus derivaciones brasileñas. Esta
monografía, de Antonia Fernanda Pacca de
Almeida Wright y Roseli Santaella Stella, pre-[…]
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