miércoles, 10 de julio de 2013

CAFÉ EL AGUILA Y OTRAS HISTORIAS





Quise regresar al café "El Águila". Aquel día tenía necesi­dad de recordar la estampa de la tertulia más popular de Santa Cruz. Acercarme a Pepito el camarero, sentarme frente a una mesa de mármol para ver como un pintor bocetaba un cuadro junto al redondel del trasero de una taza de café.
Lo cierto es que fui en busca de "El Águila", del recuerdo de "El Águila" porque aquella noche había muerto un hombre que fue contertulio, animador y cliente permanente del viejo café: Enrique Lite. Había muerto Lite, en unos pocos días, de una manera inespe­rada, cuando ya el bar, donde Pepito el camarero -siempre Pepito, con más de sesenta o tal vez setenta años- fue una institución lenta y siempre sonriente, había muerto también, el viejo bar del maes­tro Sabina, del escritor Alvaro Martín Díaz "Almadi" o Domingo Rodríguez, entre otros muchos que se han ido. Como Lite, como el poeta Julio Tovar, como Westerdahl, como Morales Clavijo o Policarpo Niebla...
Desde la esquina intenté dibujar la fachada de la casa. Un edificio de dos plantas, una puerta de hierro y dentro el mejor bullicio de la ciudad, las discusiones, el café caliente o la copa fría, las duras críticas, el más increíble mundo de hombres, de artistas, creadores, escritores y algún que otro malalengua original y cruel que daba el contrapunto en las discusiones de cada tarde o noche.
Junto al viejo café estaba la imprenta "El Comercio" de Julio Fernández editor del semanario "Aire Libre", administrador de "El Día" y pluma incisiva. Muy próximo, al otro lado de la calle, el matutino tinerfeño junto a la farmacia de Feria. Muy cerca, los corsés de la Viuda de Gil...El viejo café de "El Águila" era un San Borondón loquinario a veces, cuerdo casi siempre...
Desde la calle de Pérez Galdós pude contemplar los fantas­mas de las mesas viejas, las sombras de los artistas muertos.
El edificio fue barrido por el desarrollo. Menos mal que en su lugar nació un jardín donde hoy se eleva un drago.
¿Por qué el café "El Águila" adquiere ese aire intelectual, bohemio y artístico que le dio fama durante tantos años? Hay que estudiar la geografía de la zona para entender el por qué y el cómo de "El Águila". Frente estaba el periódico El Día: Juan Pérez Delgado, (Nijota), Luis Álvarez Cruz, Luis Ramos, Estanislao Gómez Landero, Juan González Rodríguez, todos ellos periodis­tas; Paco Martínez, caricaturista, en horas de trabajo cajero de aquel periódico. Don Leoncio Rodríguez había muerto. Todos van a "El Águila" todos se reúnen en breves conversaciones o en largas tertulias.
Allí van los pintores, escultores, poetas, escritores, porque el Círculo de Bellas Artes, situado en la calle del Castillo, no tiene bar. La gente tiene que reunirse en algún sitio y lo mejor es el bar. Los presidentes del Círculo son irreductibles ante esta situación. Francisco Bonnín y Antonio Lecuona Hardisson, que rigieron los destinos de la institución cultural, no quisieron nunca establecer un bar. Las razones son obvias: el temor al excesivo consumo de alcohol. Por eso la clientela de "El Águila" viene también del Círculo.
Muy próximo al bar, en la calle Teobaldo Power, estaban el Conservatorio y la Orquesta de Cámara. Profesores del centro, músicos del conjunto, encuentran en este lugar el medio adecuado para la polémica, para el encuentro cordial. Santiago Sabina, Ra­fael Marrero, Manuel González Corbella, fueron algunos de los casi permanente contertulios del café. […]

1 comentario:

  1. Me gustaría saber mas sobre mi abuelo Manuel Gonzalez Corbella (mi nombre es Francisco Manuel Gonzalez Rodriguez ) correo tegueste.todo.noticia@gmail.com munchas garcias

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