PREFACIO
El presente libro es un trabajo histórico que, sin
abandonar los criterios indispensables de
información y objetividad, pretende ser un libro de lectura más que
de erudición. La historia puede y debe ser de
fácil y —mientras se pueda— agradable acceso al «curioso lector» al que buscan todos los autores.
No trato de insinuar que Jo he logrado,
sino tan sólo que lo he intentado y que la
mezcla del utile dulcí horaciano es mi primera justificación.
Un proyecto de esta clase supone, por parte del
autor, una opción fundamental: no puede
sino seguir el camino de en medio, para evitar la pesada pedantería
a la vez que la bochornosa e irresponsable
ligereza. Si acaso la narración no resulta aburrida, no será por mérito de la imaginación o de la búsqueda estilística, sino de los hechos y circunstancias de
lo narrado. Si estos hechos y
circunstancias no se presentan respaldados por el fiador acostumbrado
(citas, notas y referencias), no es porque
no existe, sino que, en lo esencial, me limito a repetir lo que ya he dicho.
Este trabajo está construido, en su conjunto, con los materiales utilizados en mi anterior Historia de Santa
Cruz de Tenerife (1977-1979). No se
trata de lo que se llama en el jergo literario un
refrito: el texto, la estructura, los juicios han sido
matizados, mejorados (si no me equivoco) y a veces sude
estilo lo que necesitaba para dar con el camino de en medio. Por otra parte, los hechos siguen siendo los
mismos: sólo los he modificado a modo
de corrección, cuando me he dado cuenta que mi interpretación, o acaso la del impresor, estaba equivocada. En todos los casos, estos hechos se pueden
contrastar con la versión erudita del
trabajo anterior, en que sobran la investigación, la compulsa de testimonios y las referencias. Naturalmente,
en el curso del trabajo se me han presentado hechos nuevos, algunos
señalados por trabajos de fecha posterior, otros que a mí me aparecían por primera vez: en la mayoría de los casos los he evitado, unas veces por no
esenciales, otras veces por necesitar
ampliaciones y explicaciones que, en un libro como éste, parecerían fuera de lugar. Es el otro sacrificio —la
renuncia a la última erudición— que me ha permitido fijar la segunda coordenada del camino de en medio.
Aquí está el proyecto, y aquí está también el
resultado. El lector que tenga la paciencia
de seguir leyendo hallará más adelante que, de
las docenas de proyectos del muelle y del puerto, algo
se ha quedado en éste y en aquél, sin que coincida ninguno con lo que ahora conocemos. Por lo tanto, no me hago
muchas ilusiones acerca de los
resultados de mi propio proyecto: lo cual
no significa que no creo en su utilidad. El historiador es también una especie de ingeniero, empeñado en
proyectos en el aire —pero ingeniero al fin y al cabo—. Lo que se le debe exigir es que garantice la solidez, no sólo de los
materiales empleados, sino también de las estructuras.
El autor conocía de antemano, en su conjunto, los
hechos que iba a contar; pero se
encontraba en la situación de ignorar la complejidad, la interconexión y el interés último de los mismos. Las circunstancias conocidas se me presentaban
como partes de estructuras desconocidas:
a estas estructuras me correspondía darles una
significación, un contenido y, eventualmente, una potencialidad histórica. Este deber implica una apuesta, que contribuye mi segunda justificación. Mi posición
no es, por lo tanto, la de quien enseña, sino la de quien trata de aprender.
Este libro no es la primera historia de un puerto,
ni siquiera la primera historia del puerto
de Santa Cruz. Debo decir que, por lo poco que
conozco, las aproximaciones históricas a estaprimidos, ampliados o renovados completamente: es la libertad problemática son sectoriales e
inconexas. Esta problemática es —si
se me permite decirlo de este modo—> tan
problemática, que difícilmente hubiera conseguido acercarme a ella, de no haber conocido de antemano y estudiado, para
fines diferentes, su contenido
sectorial e inconexo. La búsqueda del planteamiento apropiado y la estructuración de un análisis
pertinente son obligación del autor: la apuesta consiste en la
esperanza que la imagen resulte coherente
para el lector y útil para la investigación el método empleado.
Este libro es una casa con muchas
ventanas, concebidas para cubrir
el horizonte del puerto. Otros investigadores verán mejor, o verán más lejos, o mayor número
de objetos. La historia no
se agota, porque siempre vuelve a empezar. Esta historia no es, como las novelas de
Cervantes, una historia ejemplar, sino la historia de un puerto ejemplar.
A.C.
Diciembre de 1986
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