PRESENTACIÓN
Estimados lectores: el autor de este libro, por otra
parte, querido amigo, me encarga
hacer el prólogo o entradilla a este pintoresco cuento rural repleto de sutilezas. Al principio tuve mis dudas, a pesar de considerar un honor la
confianza depositada en mí, lo que
es de agradecer, pero no dejando de sentir la responsabilidad adquirida para llevar hasta ustedes el íntimo sentido de este magnifico cuento esperancero.
Considero, como viejo profesor, pese a no ser la
obra muy extensa, como corresponde a un
cuento tradicional, su intensidad anímica en
cuanto a contenido, paisajes y personajes de nuestra tierra. De los datos que aporta el autor a la narración, contemplados con tranquilidad y sosiego, sobresalen los
históricos, los anecdóticos y las formas de vivir de una época de la que se podría escribir cientos de folios más, y que seguro
están en la mente de Antonio Guerra para futuras publicaciones.
Con buen tino, se entremezclan en el cuento hechos y
situaciones reales del pasado con un fondo de
crítica, humor e ironía, producto de la conocida personalidad del autor, con situaciones simpáticas, amenas y de fácil asimilación
y comprensión por los lectores. Los
personajes y las situaciones emanan en su proceder, como la propia vida, unas veces con dulzura, otras con ruindad y hasta loca fantasía, pero siempre
atendiendo a la realidad de su tiempo y donde la pandilla "guanchinesca"
de niños mantiene una provechosa amistad con un veterano cabrero lleno de experiencias y cicatrices.
Auténticas vicisitudes de los jóvenes actores que el
autor presenta llenas de ingenio; como la
"odisea" de la maestra que se desplaza a la isla de El Hierro, o en la parte central del escrito
con las aventuras de "Isidro el Cabrero", que contienen
toques muy dramáticos y que
Antonio Guerra presenta en un tono agridulce, como la vida militar y civil de
aquellos tiempos, salvando las situaciones
tristes e indeseables con muchas dosis de buen humor, cordialidad y humanidad.
Esta es una obra en que se revive un pasado
entrañable; en la que se narran hechos y
formas de vida para muchos olvidadas. En ella se aprecia como un fondo de
añoranza por parte de Antonio, un pasado
isleño perdido, lo que se demuestra en las situaciones que narra, utilizando de forma ocasional el vocabulario de nuestras gentes isleñas de campo, olvidado o en
claro desuso en estos tiempos.
Hay una especial inclinación del escritor por el pasado de pueblos como La Esperanza y, como no podía ser
menos, por su Agüere natal, destacando en Antonio Guerra un cariño especial por todo lo auténticamente canario y, en especial,
por lo tinerfeño y tradicional, lejos de
modernos "folclorismos", aspectos que demuestra a lo largo de esta
obra intentando recobrar motivos del pasado
ignorados, o simplemente despreciados por un pueblo confundido y desagradecido con sus ancestros.
Todo esto se pone en blanco sobre negro en un momento en que la verdadera identidad canaria corre el
riesgo de irse perdiendo, poco a
poco, por el paso del tiempo y por la cantidad de gentes extrañas llegadas de otros lugares que quiebran de alguna manera tradicionales formas de vivir por lo que
hacen falta libros como el presente en las
librerías y en los colegios para recuperar lo
perdido y no olvidar... lo nuestro.
Guillermo G. Sánchez
Licenciado en
Filosofía y Ciencias de la Educación Maestro
y Profesor de Lengua Castellana y Literatura.
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