Diego Samblás cada domingo en El Dia nos cuenta con
envidiable buena memoria y contagioso gracejo una buena parte de la historia cotidiana de nuestra hermosa y acogedora
capital. Cada domingo, el autor de esta serie periodística, denominada
«Anecdotario chicharrero», pretende
demostrarnos que también se puede hacer historia partiendo de la pequeña anécdota, el pasaje trivial o la simple ocurrencia del más insignificante y anónimo
ciudadano santa-crucero.
Detalles que, seguramente, pasarían desapercibidos
para el historiador erudito, adquieren en
los artículos domingueros de Diego Samblás un
rango superior, puesto que valen para poder reconstruir el talante de un
ciudadano o de varios chicharreros que, de otra manera, jamás
tendrían la posibilidad de asomarse a la crónica periodística, y menos ser protagonistas del acontecer histórico de una determinada colectividad de ciudadanos.
Tan importante como la página gloriosa o la gesta bélica, que llegan a alcanzar los blasones más preciados de una
población o pueblo, resultan, a veces, los comportamientos de
los vecinos, que igualmente valen a la hora
de precisar cómo son las gentes, cómo se
comportan y hablan y, en definitiva, qué sellos o improntas confieren al Santa Cruz de nuestro más reciente
pasado.
Porque también, para conocer con más profundidad
donde están las verdaderas señas de identidad de un pueblo,
a veces las respuestas y los datos más
fidedignos se suelen encontrar en el comportamiento
anecdótico y pueril de aquellos personajes mejor conectados con el
latido popular de una comunidad. Eso es, ni más ni menos, lo que intenta hacer, cada domingo, Diego Samblás, al recoger esas pequeñas historias de unos vecinos que
siguen estando vivos en el recuerdo y en la memoria de los ciudadanos.
Éste es el mejor y más merecido homenaje
que podrían recibir.
Elfidio Alonso
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