Eduardo Pedro García Rodríguez
La metrópoli autoriza reformas en
la denominada Torre del Conde en la isla de La Gomera en la colonia de
canarias.
1578 Octubre 13.
“La primitiva Torre del Conde
había sido construida por Fernán Peraza, Señor de las Canarias, padre de Da
Inés Peraza, la esposa de D. Diego García de Herrera, a objeto de defender el
fondeadero de San Sebastián, que ofrecía más que ningún otro puerto vecino, un
cómodo y seguro refugio contra los temporales, por la que sin duda, en él
recalaron, entre otros, Cristóbal Colón, Juan de la Cosa, Américo Vespucio,
Alonso Quintero, Gonzalo de Salazar, Alonso de Ojeda, Nicolás de Ovando, Hernán
Cortés, Hernando de Soto, Pedrarias Dávila, Sebastián de Benalcázar, Gonzalo
Fernández de Oviedo, Nicolás Federrnann y otros muchos. Peraza gastó en la
expresada fábrica y en sojuzgar la isla unas diez mil doblas, por lo que le fue
preciso enajenar sus bienes patrimoniales en España.
En opinión de Leonardo Turriano,
este puerto tan frecuentado por los navíos que hacían servicio a las Indias,
tenía una gran importancia estratégica, y creía que de la seguridad del mismo
dependía en gran parte la comunicación con América. La villa situada entre dos
colinas que la dominan por los flancos, se asienta al borde de un antiguo
riachuelo, teniendo por salida una amplia playa limitada por los montes que
cierran el puerto. Era entonces dicha villa un humilde lugar de unos 200
vecinos, sin más defensa que esta Torre-fortaleza-prisión, en cuyos sótanos se
guardaron a veces los caudales de los galeones que de América regresaban a
España, y parece ser que la ciudadela fue más extensa, según los vestigios que
se conservan, y consta en el plano de la población levantado en 1590 por
Turriano.
Cuando el 24 de Agosto de 1571,
los hugonotes de La Rochela
atacaron la isla como hemos visto, quemando sus archivos, edificios, etc., fue
necesario reedificar esta fortaleza, por lo que se dio facultad al Conde el 13
de Octubre de 1578. En ella decía S.M.:
«...que considerando cuánto convenía que se añadiese un cubo ó caballero en
torno de la antigua Torre y cañón fuerte de la isla, donde se pudiese plantar
la artillería que poco antes le había enviado, no solo por el peligro a que
estaba expuesta aquella tierra de ser saqueada de navíos luteranos que acudían
allí de ordinario, sino también por la seguridad de la navegación a las Indias;
había acordado se hiciese dicha obra. Que la mitad de los tres mil ducados que
costaría sería del Real erario, y la otra mitad del Conde de la Isla...». Agregaba que
los 1.500 ducados del Real erario se sacarían de la licencia que le concedía
para que pudiese enviar a Nueva España, «desde
estos reynos ó del de Portugal, Cabo Verde ó Guinea», cien esclavos, la
tercera parte hembras, sin pagar otros
derechos que los del nuevo almojarifazgo de Sevilla; que el producto se pondría en La Gomera con el de la isla y el Conde, dentro de un arca de tres llaves que habían de tener tres vecinos naturales nombrados por D. Juan
de Leyva, Gobernador de Tenerife y La Palma, quien pasaría a poner
la primera piedra en dicho Cubo,
conforme al diseño que habían trazado el Capitán Fratin, Ingeniero de S.M. La obra quedó con su fisonomía actual, de torre cuadrada de piedra de regular
altura y rematada en las esquinas por
cuatro pequeños cubos, y apenas cumplía otra misión
que amendrentar con sus fuegos
los navíos que rondaban por aquellas costas.
Propuso Turriano fortificar la
punta de Nuestra Señora del Buen Paso, para lo que sólo hacía falta explanarla
y amurallarla con un sencillo parapeto donde jugase la Artillería; también
preconizaba realizar análoga tarea en una eminencia del terreno que domina esta
punta y, en cambio, rechazaba los proyectos, por algunos defendidos, de
construir una fortaleza en la montaña N. de la Villa, o el ceñir ésta con una muralla.
En la invasión de los holandeses
de 1599, se llevaron la
Artillería de esta Torre junto con los archivos de la Iglesia y la campana mayor
de la parroquia, quemando además la ermita de Santiago en el distrito de
Alajeró.
En 1808 existía, al pie de la
misma, un pequeño Reducto con un cañón de hierro de a 24 y otro inútil de a 8.
De esta obra ha tratado
extensamente y con la competencia en él característica, el culto historiador y
Oficial de las Milicias de Canarias D. Dacio Victoriano Darias Padrón, y se
halla inscrita en el Registro de la Propiedad de Santa Cruz de Tenerife, el 29 de
Septiembre de 1900, al folio 80, del tomo 331, libro lo, de San Sebastián de la Gomera, finca número 597,
inscripción la, con una superficie de 4.603,50 m2 y edificada
110,21 m2
lindando al N. con camino de
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