jueves, 4 de julio de 2013

LA FUSION INTERMUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE SANTIAGO Y SAN CRISTOBAL DE LA LAGUNA




A MANERA DE PRÓLOGO
La aparición de nuevo libro constituye por regla, gene­ral una victoria ganada en el campo del pensamiento hu­mano, una perspectiva luminosa, algo así como un rayo de luz que se proyecta en el arduo y fatigoso camino (pero lleno de una belleza inmarcesible) del pensar y del conocer, si bien es cierto que sobre ese camino se proyectan ángulos de sombra, y a veces de sombra densa.
Sin embargo las nobles élites, los cerebros destacados, tienen por fortuna la alta misión de clarificar los puntos os­curos, convirtiendo los crepúsculos en ortos luminosos don­de al fin y al cabo resplandece la verdad con toda su fuerza impulsora e irrefragable.
Don Andrés de Arroyo acaba de dar a la publicidad su última producción, y por una circunstancia fortuita, por un azar, intervengo yo en este libro del Sr. de Arroyo, a virtud de una generosa invitación a la que no podía sustraerme, no ya por motivos de amistad y admiración personal, sino ade­más por la convicción intima de la verdad entrañada en el ttbro del antiguo y batallador amigo.
Es evidente que las verdades nunca se han abierto al camino del triunfo, sin el dolor inherente al parto, al alumbramiento, por una razón potísima implícita en la rebeldía que existe en las muchedumbres, o en las masas, como se dice ahora, frente a todo movimiento impulsor de la civiliza­ción y del progreso. El gran libro del escritor y pensador Stoddard lo demuestra de una manera apodíctica; y de la misma suerte, en su escala, este libro del destacado jurista, escritor e historiador, Sr. Arroyo y González de Chaves, tie­ne la virtud de levantar diáfanamente el pensamiento y pro­ducir en el ánimo del lector algo así como la plasmación de lo que se presentía en el subconciente (por así decirlo), y que no era más que la silueta diluida y borrosa de un fan­tasma, que para vivir, para encarnar, para humanizarse y tomar vida propia necesitaba esa claridad, esa nitidez sub-sumida en la evidencia.
No es lícito crearnos artificiosamente, o por extraños impulsos de un inoperante anacronismo, la imposibilidad de .un cambio, de una mutación, que al fin y al cabo, sólo lleva aparejados la vuelta o el retorno a una clásica estructura fundamental políticos-administrativa del binomio Laguna-Tenerife.
Rechacemos de plano esa especie de "pavor" farisaico (comparativamente hablando) de que nos hablara el gran­dioso Eugenio D'Ors al definirnos las avanzadas del Ecúme-no. No, la hipocresía puede rasgarse las vestiduras, pero ca­rece el gesto de grandilocuencia, ya que al fin y al cabo "lo que no es tradición es plagio".
Subtitulé esta Introducción con las palabras "a manera de prologo” […]

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