A MANERA DE PRÓLOGO
La
aparición de nuevo libro constituye por regla, general una victoria ganada en el campo del pensamiento humano, una
perspectiva luminosa, algo así como un rayo de luz que se proyecta en el arduo y fatigoso camino (pero lleno de una belleza inmarcesible) del pensar y del
conocer, si bien es cierto que sobre
ese camino se proyectan ángulos de sombra, y a veces de sombra densa.
Sin embargo las nobles élites, los cerebros
destacados, tienen por fortuna
la alta misión de clarificar los puntos oscuros,
convirtiendo los crepúsculos en ortos luminosos donde al fin y al cabo resplandece la verdad con toda su fuerza impulsora e irrefragable.
Don Andrés de Arroyo acaba de dar a la publicidad su
última producción, y por una
circunstancia fortuita, por un azar, intervengo yo en este libro del Sr. de Arroyo, a virtud de una generosa invitación a la que no podía
sustraerme, no ya por motivos de amistad y admiración personal, sino además por la convicción intima de la verdad entrañada
en el ttbro del antiguo y batallador
amigo.
Es evidente que las verdades nunca se han abierto al camino del triunfo, sin el dolor inherente al parto,
al alumbramiento, por una razón
potísima implícita en la rebeldía que existe en las muchedumbres, o en las masas, como se dice ahora, frente a todo movimiento impulsor de la
civilización y del progreso. El gran
libro del escritor y pensador Stoddard lo
demuestra de una manera apodíctica; y de la misma
suerte, en su escala, este libro del destacado jurista, escritor e historiador, Sr. Arroyo y González de
Chaves, tiene la virtud de levantar
diáfanamente el pensamiento y producir en el ánimo del lector algo así
como la plasmación de lo que se presentía en
el subconciente (por así decirlo), y que no era más que la silueta
diluida y borrosa de un fantasma, que para vivir, para encarnar, para
humanizarse y tomar vida propia necesitaba
esa claridad, esa nitidez sub-sumida
en la evidencia.
No es lícito crearnos artificiosamente, o por
extraños impulsos de un inoperante anacronismo, la imposibilidad de .un cambio,
de una mutación, que al fin y al cabo, sólo lleva aparejados la vuelta o el retorno a una clásica
estructura fundamental políticos-administrativa del binomio Laguna-Tenerife.
Rechacemos de plano esa especie de "pavor"
farisaico (comparativamente hablando) de que nos hablara el
grandioso Eugenio D'Ors al definirnos las
avanzadas del Ecúme-no. No, la
hipocresía puede rasgarse las vestiduras, pero carece el gesto de grandilocuencia, ya que al fin y
al cabo "lo que no es tradición
es plagio".
Subtitulé esta
Introducción con las palabras "a manera de
prologo” […]
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