INTRODUCCIÓN
Leonardo da Vinci puso en marcha la búsqueda que ha llevado a este
libro. Nuestro estudio sobre el papel del fascinante y
misterioso genio del Renacimiento en la falsificación del Sudario de Turín
desembocó en una investigación mucho más
amplia y más comprometida sobre las «herejías» que habían impulsado sus ambiciones en secreto. Fue
preciso averiguar en qué participó, lo que supo y creyó, y por qué
recurrió a ciertos códigos y símbolos en la obra que dejó a la posteridad. A
Leonardo hemos de agradecer, por
consiguiente (aunque sea un agradecimiento algo dolido), los descubrimientos
que se condensan en este libro.
Al principio nos pareció raro el vernos sumergidos
en el mundo complicado, y en muchas
ocasiones algo tenebroso, de las sociedades secretas y las creencias heterodoxas. Por mucho que Leonardo, según
es creencia común, hubiera sido un ateo y un racionalista: pero nosotros
descubrimos que nada más lejos de la verdad. En cualquier caso, al poco dejamos
atrás este personaje para hallarnos a solas
frente a algunas implicaciones profundamente inquietantes. Lo que había empezado como una modesta averiguación sobre
algunos cultos interesantes, pero que en modo alguno harían tambalearse el mundo, se convirtió en una investigación sobre las
propias raíces y creencias originarias del
mismo Cristianismo.
En esencia ha sido un recorrido a través del tiempo
y del espacio: primero, de Leonardo a la
época actual; luego, retorno al Renacimiento y más atrás todavía, pasando por la Edad Media y hasta la Palestina
del s. i, el escenario donde se sitúan las
palabras y las acciones de nuestros tres protagonistas principales, Juan el Bautista, María Magdalena y Jesús. De paso
hemos tenido que detenernos muchas veces para examinar numerosos grupos y
organizaciones secretas con una mirada del
todo nueva y objetiva: los francmasones, los caballeros templarios, los cataros, el priorato de Sión, los
esenios y el culto de Isis y Osiris.
Estos temas naturalmente se han discutido en otros muchos libros
recientes, en especial The Holy
Blood and the Holy Grail, de Michael Baigent, Richard Leigh y Heinspiración para
nosotros, The Sign and the Seal, de Graham Hancock, The Temple and the Lodge, de Baigent y Leigh, y el último, The Hiram Key, de Christopher Knight y Robert Lomas. Quedamos en deuda
con todos estos autores por la luz que han
arrojado sobre nuestro común terreno de investigación, pero creemos que todos
ellos fracasaron en la empresa de hallar la clave esencial que va al corazón de estos misterios.
Lo cual no debe extrañar a nadie. Toda nuestra
cultura se basa en ciertas premisas acerca del
pasado, y más especialmente del cristianismo y el carácter y motivos de su fundador. Pero si esas premisas son erróneas,
entonces las conclusiones que basamos en ellas andan lejos de la verdad o
por lo menos ofrecen una imagen deformada de los hechos.
Cuando nos vimos por primera vez ante las
inquietantes conclusiones que establecemos en
este libro nos pareció que estábamos equivocados. Pero luego llegó el momento en que se imponía tomar una decisión: o
continuábamos con nuestra investigación y
publicábamos nuestras conclusiones, o tendríamos
que olvidarnos de que habíamos realizado unos descubrimientos cruciales. Optamos por seguir: al fin y al cabo,
este libro prolonga de una manera natural la
relación de los que hemos citado anteriormente, como si hubiese madurado su
tiempo.
Al reseguir las creencias propugnadas por miles de
«heréticos» de diferentes siglos,
hemos descubierto un panorama de notable continuidad. En las tradiciones de muchos grupos muy diferentes en
apariencia subyacen siempre los mismos
o muy parecidos secretos. Al principio nos pareció que esas sociedades se
habían mantenido secretas por mero atavismo, o tal vez por afectación, pero luego comprendimos que la
prudencia aconsejaba mantener aquellos
conocimientos bien lejos de las autoridades, y sobre todo lejos de la jerarquía eclesiástica. La cuestión
principal no estriba en saber lo que
creyeron, sin embargo, sino si esas creencias tenían una base sustancial. Porque, si la hubo y la clandestinidad herética
guardó efectivamente la clave que falta en
relación con la cristiandad, entonces sí que estamos ante una perspectiva verdaderamente revolucionaria.
En este libro describimos nuestro viaje de ocho años
por tierras mayormente incógnitas, pues si bien hemos contado con la guía de
los mapas trazados por otros
expedicionarios anteriores, ellos se detuvieron antes de llegar adonde nosotros teníamos que llegar.
22 de julio de 1996
nry Lincoln, que desde el principio ha sido de
particular
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