PROLOGO
Las Pirámides de Canarias y el Valle Sagrado de Güímar, es un trabajo
apasionado sobre el cual, los autores me han invitado a que sobre él, escriba el prólogo. Un prólogo es dar al lector la
noticia de una obra, y esta acción histórica,
etnográfica y toponímica que invito a leer es producto de la ansiedad de Emiliano Enrique Bethencourt Miranda,
de Francisco Pablo De Lúea López y de
Francisco Enrique Perera Santana. Ansiedad por nuestra identidad. Lo escrito es una crónica que recorre al hombre
desde su cuna africana, desde Lucy y los Suyos:
Australopithecus afarensis, con una edad aproximada de 20 años y de uno veinte
m. hallada en Hadar (en el Afar, al
noroeste de Etiopía). El primer homínido erguido. Tres millones de años. ¿Y
después qué? La lenta evolución. El largo caminar. ¿Por qué el hombre? Todavía no lo sabemos ¿Fue el hombre
siempre hombre o meramente un proceso
evolutivo? ¿Es suficiente la teoría del cazador-depredador y de ahí el crecimiento de su cerebro y el salto
cualitativo como manipulador de
instrumentos? la cultura. ¿Es suficiente y nos deja plenamente satisfechos? Tal
vez no. Lo que sí es cierto es que el hombre como hombre ha estado, ha vivido en estado de ansiedad. Sin fuego
vivió en la oscuridad y sin escritura, no pudo dejar huella de su quehacer, de
su experiencia, pero allá ente el III y IV milenio antes de
nuestra era, aprendió a escribir.
Antes había recorrido un espacio enorme, un tiempo extraordinario, con su revolución neolítica, para no "vivir al
día"o en precario. Se hizo agricultor, domesticador de animales, artista
con la cerámica, dibujante. Se organizó y
comenzó a fijar sus conocimientos por escrito. Constancias grabadas y crónicas de lo que aprendía para dejarlas
como huellas fundamentales tras de sí. Recopiló
datos. Algo más trascendente que la mera
memoria. La escritura, pues, fue un instrumento técnico para sobre él levantar una jerarquía: sociedades con
individuos que mandan y con otros que
obedecen, y sobre este dilatado proceso de centenares de milenios, de complejos y extraordinarios
acontecimientos, de orden y desorden,
descansa nuestra civilización occidental. "Primitivo y civilizado". Jefes y esclavos. Colonizadores y colonizados.
Constructores y destructores.
Esta crónica de la prehistoria y de la historia que
tenemos delante, está escrita, narrada
con la pasión razonada por saber qué somos, de dónde venimos y qué nos queda. Los primitivos pobladores de las islas Canarias, no pudieron escapar a la dinámica de la
historia porque el devenir de los pueblos
"está escrito". Las sociedades humanas están sometidas al imperio del más fuerte, sometidas a aquellos que
acumularon más experiencia y más objetos prácticos. Las sociedades humanas
también se sometieron a la Naturaleza: los
cambios climáticos que marcaron los grandes desplazamientos de los pueblos, que les obligó a cambiar de aires,
a ser navegantes y nómadas. El hombre es Naturaleza, sol y agua. No hubieran sido posibles las grandes civilizaciones sin
agua. El culto al Sol y a la lluvia: los
mitos. Lo sagrado. La elevación de formas para adorar, sacrificar y pedir a los dioses piedad y clemencia. La
Naturaleza como madre con sus secretos.
La Naturaleza como obediencia. Vivimos en plena so-fisticación pero la tecnología por sí sola no es suficiente desde el
punto de vista "utilitario".
Alejarse de la Naturaleza es un "suicidio masivo", y en eso andamos. Tal vez se nos haya dado la última
oportunidad. Hay serios avisos que reclaman
nuestra atención: la tala masiva de bosques. El ozono protector. El
calentamiento de la Tierra. Vivimos sin mitos y sin leyendas. Los ancianos "no tienen nada que
decirnos". Estorban. La materia cuyo símbolo es el dinero se ha convertido en el' Valore máximum''. Tener y
no ser.
La Tierra es un préstamo y no un dominio. Lo queremos todo hoy. Acabamos con todo hoy. El Planeta Tierra es nuestra
única morada posible y está siendo devorado por
el progreso precipitado y depredador. ¿Queda algo para mañana? ¿Cuántos Valles Sagrados quedan en Canarias? ¿Qué identidad nos queda? ¿Quedaría algo de las
Pirámides de Güímar de no ser por la
pasión "loca" de unos cuantos? Afortunada pasión "loca", la
que no ha tenido ese Valle fértil de La Orotava, reserva vital de una isla minúscula. ¿En aras de qué ha sido sacrificado
implacablemente esa tierra de mieses.
Islas de un equilibrio precario en las cuales acumulamos toneladas de basura.
¿Cuántos espacios vitales serán pasto del asfalto? ¿Hasta cuándo resistiremos la presión del automóvil? ¿Nos podemos permitir el despilfarro inmenso de energías derivadas
de la combustión del petróleo?
¿Cuántas joyas botánicas como el Drago milenario de
Icod de Los Vinos existen en el Planeta?
Su contemplación de los siglos ha sido y está perturbada por unas obras demoledoras a sus pies y en su entorno. Su "sacro" recinto ha sido demolido en pro de
su "protección" con una barbarie de muralla, un "himno" a la potestad de la piedra y el
cemento. Una aberración concebida para
sostenerlo económicamente. Para convertir cada ojo que quiera verlo en dinero. El muro que encierra al milenario
vestigio de nuestra flora, produce rechazo inmediato y no va a ser dinero la
consecuencia de esa jaula que asfixia al Drago. Va
a ser soledad.
Esto es simplemente un prólogo, una invitación a
leer un libro, una crónica de África
en sus aspectos físicos y antropológicos. Los autores la definen "Aprica", de latín, salado. Exenta
de frío, del griego "Aprike".
Rindo homenaje a esas multitudes sin agua, sin pan,
sin sal. Rindo homenaje a esas multitudes que
andan y arrastran el hambre entre el polvo y el barro. Que vagan sin saber
dónde van y para qué. Herencia de las sociedades coloniales tecnificadas que irrumpieron en los mitos y en
las leyendas y que erosionaron profundamente
modos y sistemas de vida. Sociedades que
impusieron su "superioridad" y su "civilización". Me rindo
ante el frío de África y su padecer. Me avergüenzo desde mi condición
humana de la política y de los políticos que deciden la suerte, la
vida y la muerte de millones de seres, desde sus poltronas de caoba empapadas
de sudor negro. Siento un no se qué en mi
estómago ante el floreciente mundo que rodea
a los mercaderes de armas que apuntan a toda esa desgraciada gente envuelta en
la absoluta miseria. Me duele todo ese mundo primitivo que no podrá jamás entrar en los Clubes de Bolsas, Brutos
Productos Interiores, Serpientes Monetarias, Fluctuaciones y Deflaciones. Me
rindo ante los Estados del Bienestar y sus
Organizaciones en aras de la Cooperación
Internacional. ¿Y las soberanías de esos Estados trazados por la geopolítica de los dominadores del Planeta cuyos
instrumentos de intervención rápida
están concebidos para garantizar y salvaguardar los "vitales intereses de Occidente"?
Me rindo ante el anti-Cristo que hurga en los
ordenadores que ordenan y contabilizan los
miles de niños cuyos huesos se exhiben entre las luminarias televisivas como "noticias internacionales". ¿Qué
hay bajo los pies mojados y empolvados que
soportan las cruces de todos los padecimientos? ¿Petróleo? Si lo hubiera, sin duda habría
"Tormenta". Hay pies mojados, ojos
hundidos. Rostros que no saben a quién mirar y para qué. Nunca en esta Aldea Planetaria, la comunicación ha
sido tan inmediata y las distancias tan
cortas pero todo ese acontecer que contemplamos desde aquí, nos parece un hecho
lejano, "que no va con nosotros". Que no afecta nuestra cotidiana programación. En realidad, los
africanos empolvados, tullidos y arrastrados por
el hambre y la desolación, son de "otra galaxia".
El prólogo ha
terminado.
Una plegaria por
África, por favor.
En la Ciudad del
Drago, a 22 de Noviembre de 1996. Francisco
Díaz Hernández
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