Los protocolos notariales cumplen una vez más la
función, para el caso canario, de ser
casi la única e indispensable fuente para poder estudiar las relaciones de Canarias con América durante los
reinados de Carlos I y Felipe n en los territorios hispanos.
En este sentido se había pronunciado el historiador
francés, recientemente fallecido, Henry Lapeyre, en unión de
otro historiador de la economía, Ramón Garande, al decirnos que en ellos
«se recogen datos
menudos, que vienen a ser significativos, cuando se acumulan, pero se sospecha que nunca son exhaustivos...
En
resumidas cuentas, hay que recurrir a los documentos notariales cuando faltan otros más aleccionadores...»1.
Para
el caso de Gran Canaria son aún más importantes, al ser la única fuente, al menos para el reinado del Emperador,
pues como es sabido los acuerdos del antiguo cabildo desaparecieron merced al
asalto del pirata holandés Van der Doetz en 1599, y al incendio
producido en las instalaciones del
consistorio en el siglo XIX.
Los obstáculos a los que hay que enfrentarse huelga decirlos. En
primer lugar el mal estado de
conservación y las dificultades de la lectura de los documentos: rotos, apolillados y húmedos, más la desaparición de
escribanías completas a causa de robos,
incendios e incuria. De hecho sólo se conservan para el período que nos ocupa, desde comienzos del siglo XVI hasta 1598, unos 276
registros, de los cuales 51 corresponden al período del reinado de don Carlos, muchos de los cuales, especialmente
los correspondientes a las
escribanías de Telde y Agüimes, casi no se pueden abrir por el mal estado en que se encuentran: son conjuntos de
trozos de papel, sin orden ni concierto,
donde apenas hay un folio completo; de algunas décadas apenas si quedan dos o tres protocolos, como por ejemplo
la de 1540. A esto es posible que sea a lo que se refiere la profesora
Borges cuando dice
«...los archivos canarios del siglo XVI en lugares de tanta trascendencia para el pasado de las Islas respecto a América, como es, por ejemplo, Santa Cruz de La Palma, han sido casi todos
destruidos; otros se hallan con abundantes
legajos, pero en los años y en los lugares que interesan para nuestro estudio se encuentran tan deteriorados que
prácticamente son ilegibles...»2.
Si bien esto es cierto, y somos conscientes de ello,
no lo es menos que con esfuerzo y paciencia es posible acercarse a los mismos e
intentar sacar el contenido que en ellos se
puede leer y extractar. Nosotros en este empeño hemos podido obtener un rol de 1.187 escrituras, que comparadas
con el número de registros da un índice de casi cinco por protocolo. No obstante, la realidad es bien distinta, porque
mientras para las primeras décadas sólo contamos con unos pocos documentos,
para las que corresponden a los años
comprendidos entre 1560 y 1598 el número de escrituras es bastante superior. Así, para el período que va
entre 1522, fecha del primer documento,
y 1560, contamos con 55 escrituras. Las escrituras en función de las décadas se
reparten de este modo: a la década de 1520 corresponden 7
extractos, a la de 1530, 32; a la de 1540, 3; a la de 1550, 13; a la de 1560, 238; a la 1570, 279; a la de
1580, 378; y a la de 1590, 236. Sea
de un ánodo u otro su importancia es decisiva, pues para el caso de Gran
Canaria no hay otro modo de acercarse a la relación mantenida entre la Isla y el Nuevo Mundo. Decimos decisiva
porque ni siquiera en el Cedulario
de Cananas se iiaJULa dacmaento
alguno anterior a 1566, año del nombramiento del primer juez de registro
para Gran Canaria3.
Para otras islas el panorama es similar, no obstante
alguna cuenta con más recursos, como por ejemplo
Tenerife. Para esta isla la documentación ofertada por el Archivo de Indias, expurgada y estudiada hasta el
momento, pasa por la misma penuria que
Gran Canaria, pero la buena conservación de sus protocolos, más abundantes, y los acuerdos del Cabildo
conservados en el Archivo Municipal de La
Laguna junto con la colección de Reales Cédulas y Privilegios, permite subsanar
tal laguna. La documentación consistorial de la
citada Isla nos informa del paso por la misma de las […]
1 LAPEYRE, H. y R. GARANDE: Relaciones comerciales en el
Mediterráneo durante el siglo XVI, «VI Congreso de Historia de la Corona de Aragón»,
Madrid, 1959, p. 705.
2 BORGES, A.: La región canaria
en los orígenes americanos, «Anuario de Estudios
Atlánticos», 18, Madrid-Las Palmas, 1972, p. 247.
Atlánticos», 18, Madrid-Las Palmas, 1972, p. 247.
3 MORALES
PADRÓN, F.: Cedulario de Canarias, Las Palmas, 1970, 3 ts. En adelante
citaremos Cedulario.
citaremos Cedulario.
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