sábado, 6 de julio de 2013

LA COLONIA APÈSTOSA DE CANARIA





PRÓLOGO
No me refiero al agua/loria, sino a la colonia afrikana de Kanarias, que desde hace más de quinientos años está jediendo. Las islas afortunadas que olían a libertad, dejaron su fragancia y comenzaron a oler mal desde que el godo puso sus garras y patas en ellas.
Hoy en día, este olor fétido ha aumentado por el cáncer esbirril que tiene metástasis en el gobierno títere de Canarias, en ayuntamientos, cabildos, medios de comunicación y en to­dos los cenáculos de poder y pesebres en donde el estiércol de la corrupción llega hasta el techo.
El mal olor ha llegado también hasta el colegio de abo­gados de las Palmas, cuando se nombra al Decano como uno de los doce vicepresidentes del consejo general de la abogacía española y para encabezar la Comisión Pro Derechos Huma­nos. Éste es el premio que se da en la colonia afrikana de Kanarias a un señor que no ha condenado ni denunciado las violaciones gravísimas de los derechos humanos y libertades fundamentales ocurridas en los últimos meses en estas des­afortunadas islas afrikanas (obligación que tiene según el art. 3 del Estatuto General de la Abogacía Española, donde se es­tablece que el fin esencial de todos los colegios de abogados es «la defensa del estado social y democrático de derecho pro­clamado en la Constitución Española»). Ni criticó ni denun­ció la carga brutal de las fuerzas represoras de la policía colo­nial española efectuada contra los estudiantes kanarios el día 7 de Noviembre de 2001, cuando por el aparato del estado colonial español se cometieron los delitos de lesiones, deten­ción ilegal, torturas y omisión del deber de perseguir delitos.
Muchas víctimas de esta represión de la policía española son kanaria/os menores de edad. Ni tampoco ha denunciado las violaciones de los derechos y libertades fundamentales de los inmigrantes ocurridas en el guetto de Fuerteventura, ni ha con­denado las deportaciones de presos kanarios a cárceles situa­das fuera de las islas, en España.
Menos mal que pude abrir una ventana para ventilar un poco este hedor nauseabundo y aireé todas estas violaciones de derechos humanos y libertades fundamentales ocurridas en nuestra tierra denunciándolas al Tribunal de Derechos Huma­nos en Estrasburgo con ocasión de la demanda que presenté contra el Estado Español, contra su Gobierno: Presidente. Aznar, Ministro de Interior. Rajoy, Miranda, y contra el Virrey de la colonia Afrikana de Kanarias: López Ojeda, el día 30 de Marzo del 2002, que ha dado lugar al expediente n° 17638/02. Todo lo referido anteriormente lo he comunicado también al Comité para los Derechos Humanos y al Comité de Conflic­tos o de Descolonización de la ONU. A la Organización para la Unidad Africana (UA). Asimismo lo he puesto en conoci­miento de Amnistía Internacional, de Human Rights Watch y de otras organizaciones no gubernamentales.
Este fue el escrito que en su día metí en internet. Pero ahora es conveniente ampliar un poquito más el mismo dado que el título del libro así lo requiere.
Algunas personas me recriminan que repita constante­mente la frase: colonia apestosa de Canarias, o colonia apestosa afrikana de Canarias, o colonia apestosa canaria. Algún plumífero pesebrista de turno puso el grito en el cielo cuando leyó esta frase en el texto de la querella criminal (que también figura en este libro) que interpuse contra el presidente del go­bierno de la metrópoli y otros representantes en el asunto de la muerte de lo sifios, e invasión llevada a cabo con ocasión de los juegos de guerra efectuados en Fuerteventura o Mahon el año pasado por el ejercito de la metrópoli.
Por todo lo que ha pasado y ocurre hoy en el Archipiéla­go Canario pienso que la frase colonia apestosa canaria es la que mejor le viene para comprender la realidad que tuvieron nuestros antepasados y la de los canarios hoy. Una corrupción generalizada pulula a sus anchas en toda nuestra tierra y man­cha a la clase dirigente, política, empresarial e intelectual, in­cluso a la Administración de Justicia colonial. En efecto, la sumisión, aculturación y envilecimiento bestial a la que se tie­ne sumido al pueblo canario, tanto por parte de los gobiernos de la metrópoli, como por los pseudo-gobiernos títeres cana­rios y la corrupción de las clases dirigentes e intelectuales colaboracionistas que siempre han estado (salvo honrosas ex­cepciones) y están al servicio del sistema colonial.
En la colonia apestosa canaria, en un surrealismo e in­coherencia absoluta y lacerante hay hasta falsos nacionalistas, que no dejan de ser unos conversos más al servicio del estatus quo o establishment impuesto por la metrópoli España y por la metrópoli mayor Europa y que, les guste o no, forman parte también de toda esta farsa cancerosa esbirril y pesebril que tiene metástasis en toda la sociedad canaria. Ésta es aleccio­nada continuamente por esta legión de lacayos y esbirros españolizados que tratan de convertir con toda clase de argu­cias envilecedoras a un pueblo que era pastor en ganado; a un pueblo digno y noble, en envidioso y cainista; a un pueblo libre en esclavo, en sumiso. Se aplaude cualquier postura endofóbica con alegatos pseudo-progre-internacionalistas que intentan aplastar cualquier legítima reivindicación en defensa de nuestras señas de identidad y memoria histórica. Se poten­cia el canibalismo cultural metropolitano: los medios de co­municación nos llenan de noticias de hechos que ocurren a más de dos mil kilómetros de nuestra tierra, en la metrópoli. Los hechos que ocurren en nuestra tierra no les interesan, con lo que producen en nuestro pueblo una falta de autoestima y un vivir fuera de sí, de lo propio. La opinión publicada se con­vierte en opinión pública. Las Universidades que hay en nues­tra tierra no trabajan para el pueblo canario, sino para intere­ses coloniales y para godos que inundan también las escuelas canarias, en donde se enseña a querer al amo, a la metrópoli. Al pueblo canario se le adoctrina a que sea solidario con todos los pueblos del mundo, menos con el propio y que, en defini­tiva, acepte la hoy brutal supercolonización sin rechistar y para ello al canario se le amenaza con tenerlo como xenófobo y racista.
Y lo más sangrante de todo es que a pesar de seguir estando colonizados desde hace muchos siglos y del sacrificio e inmolación del algunos patriotas independentistas canarios que lo dieron todo por nuestra tierra: su vida, salud, bienes, etcétera, al día de hoy, Marzo del año 2003, no exista sorprendentemente la Cuestión Canaria para el Derecho Inter­nacional, ni para el Comité de Descolonización o de Conflic­tos. ¿¿¿Por qué??? ¿¿¿Qué se ha hecho y se está haciendo al respecto por los movimientos de liberación canarios??? ¿¿¿Quiénes son las personas responsables de que no exista la cuestión canaria para estos organismos internacionales??? ¿¿¿No será sino solamente humo lo que sale del llamado cam­po independentista canario, en donde hay irresponsables per­sonalismos y hasta farsantes???
Seguimos peor que como estábamos: más colonizados, explotados, expoliados, envilecidos y aculturados e invitados de piedra en nuestra tierra que cada día presenta su medio ambiente más contaminado, degradado y lleno de cemento y alquitrán, sin agricultura, ni ganadería, y dependiendo al cien por cien de afuera, por lo que esta pestilencia descrita, relativa a las personas y medio ambiente de mi entorno es la que me ha llevado a denominar a mi amadísima tierra: colonia apestosa canaria.
Marzo 2003


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