La reconstrucción de la
Historia completa de un lugar tan querido para los laguneros como
Los Batanes tiene que constituir, para
quien asume el reto, una tarea ardua y llena de no pocas dificultades. Desde la época aborigen hasta
la actualidad, más de cinco siglos de
esfuerzo por construir una sociedad sólida
avalan la merecida fama de laborioso de este pueblo, enclavado en el vertiginoso y bello Parque Rural de
Anaga.
Ángel Ignacio Eff-Darwich Peña,
afrontando directamente este objetivo, se ha empleado a
conciencia para que ningún hilo quede suelto en esta recomposición
histórico-sociológica que ha plasmado en el
volumen 500 años de historia del pago de Los Batanes. Con paciencia de orfebre ha ido investigando cada recóndito vestigio de este lugar hasta completar
los seis exten-sos capítulos de un singular e interesante rompecabezas.
Buceando en diferentes fuentes,
entre ellas el Archivo Municipal y la
Biblioteca de la Universidad de La Laguna, además de los impagables testimonios recopilados entre los vecinos
de más edad, el autor ha conseguido, finalmente, elaborar una obra digna y necesaria no sólo para los bataneros, verdaderos
protagonistas del libro, sino también para el conocimiento de una zona, a
veces, injustamente olvidada que, sin embargo,
ha resurgido, a pesar de su escarpada orografía, en los últimos años.
Paralelamente a las tradiciones, que han
pervivido hasta hoy en la zona, este
pequeño enclave natural ha conseguido adaptarse a los nuevos tiempos y exigir
de infraestructuras que, en el último lustro, han hecho que el lugar sea paradigma de avance y modernidad basada en el respeto al Medio Ambiente, que siempre
hemos tenido como un objetivo importante.
Era, pues, necesario, que
alguien se erigiera en su cronista oficial, para contar cómo, a través de los
siglos, se han mantenido unas características
económicas y socioculturales peculiares, siempre presididas por la especial conformación de su suelo y su enclave entre montañas.
Los Batanes, que toma su nombre del antiguo molino
utilizado para fabricar paños de lana,
paralelamente al cultivo del lino, también abundante en la zona, ha recibido muchos y diferentes topónimos a lo largo de su historia. Tedex, Tedix,
Tedixe o Tedixa, Barranco de la Magdalena
o Barranco de las Aceñas hasta llegar al singular El Batán, como se conoce
en la actualidad.
Por la magia de sus paisajes, la especial hospitalidad de sus gentes y su pasado de trabajo y esfuerzos, este
núcleo merece, por derecho propio, ocupar un lugar destacado en
la noble historia de San S Cristóbal de La
Laguna.
Este
trabajo, al que esperamos sigan muchos más contribuirá sin duda, a que las generaciones futuras se muestren
interesadas por un acervo sociocultural y
etnográfico que no debe caer en el olvido.
Ana María Oramas González-Moro Alcaldesa de San Cristóbal de La Laguna
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