El
siguiente paso del colonialismo español será infundir que Marruecos es el
enemigo de Canarias.
Isidro
Santana León
Vista la temperatura que va cogiendo las desavenencias
por el asunto del petróleo, el siguiente paso del colonialismo español será
infundir en el pueblo ignorante que Marruecos es el enemigo de Canarias.
La mentira, el engaño, la desinformación y la perfidia
han sido siempre sus mejores artes y armas, además de buscar la discordia entre
nosotros, para distraernos mientras nos someten y estafan. Ya desde niño nos
decían nuestras madres: “Si no se están quietos llamo al moro para que se los
lleve”.
Es tanta la erosión que el colonialismo ha causado en
la psique del pueblo canario, a través de su aparato inoculador, el nacional
catolicismo, que se ha grabado en nuestros genes una alarma sobre nuestros
vecinos, como si del tifus o la peste se tratara. Cuando le hablas a algún
canario –de los tantos animalizados por el adiestramiento españolista– sobre nuestro derecho a la independencia, a
gobernarnos libres de la dominación española, lo primero que se le viene a la
boca es que “Marruecos nos invade”. Paradójicamente, nos llaman racistas a los
canarios que queremos la soberanía nacional, o que hemos exigido una Ley de
Residencia por cuestión de supervivencia, que nada tiene que ver con el
desprecio ni la aversión a los seres humanos, cuando es el colonialismo español
quien ha imbuido en la conciencia del pueblo canario el rechazo a nuestros
vecinos del continente, a la vez que nos lustran de hospitalarios y
cosmopolitas para que de buena gana aceptemos otras invasiones de colonos.
Toda la política cultural, de relaciones sociales,
humanas y comerciales, nos la ha fijado España de espaldas al continente
africano –nuestro continente–, sin dudarlo, para crear la desvinculación y
desafecto de nuestro pueblo con quienes deberían ser nuestros vecinos más
importantes y con los que, por naturalidad, habríamos tendido puentes de
cooperación y desarrollo que habría colocado hoy a Canarias como una de las
primeras potencias africanas. El bulo del moro con el saco, lo trae el Reino de
España velozmente al recuerdo, sobre todo cuando sus ilegítimas posesiones
territoriales en África, o sus intentos saqueadores se ponen en entredicho o
contradicho por la soberanía de otros Estados, ya que no cuenta con potestad
legal que le permita cuantas fechorías se le antoje hacer por el mundo, tal y
como se notifica en su currículum de antecedentes penales. Crear la confusión y
la discordia son los últimos recursos bélicos con que cuenta, restos de un
imperio, pírrico, cuyas ex-colonias en América, hoy, igual que ayer, le dan de
comer a muchos de sus hijos, descendencia de los que asesinaron a tantos indios
y guanches. Por ello, por su declive, por su incapacidad bélica y moral, le
alistaron como moza de bacinilla en la banda terrorista OTAN, donde ejerce
nimia influencia, aunque sea a cambio de tirar al retrete los orines de los
yanquis. No obstante, el conflicto ahora lo tiene aireado en esta parte del
Atlántico, queriendo imponer, de forma unilateral, una mediana al este de
Canarias, frontera que se encuentra radicalmente fuera de sus dominios
marítimos, y acción a la que se opone tajantemente el Estado magrebí, ya que,
desde el Estrecho de Gibraltar hacia occidente, España no tiene jurisdicción
porque choca con la de Marruecos y Portugal.
España es miembro de las Naciones Unidas desde el
14/12/1955 –más por presión de EE.UU. y su política antisoviética, que por la
simpatía de la comunidad internacional–, teniendo que
aceptar para su ingreso el reglamento de la Carta, que recoge un principio fundamental como
es el de “no injerencia”, piedra angular para la estabilidad y la paz en
cualquier zona del mundo. Sin embargo, menoscaba la soberanía de otros Estados
ribereños al querer delimitar el Archipiélago y sus aguas, mediante un
subterfugio ilegal como es el Estatuto de Autonomía o la Región Ultraperiférica,
contrario a la Declaración
del Mar de Montego Bay 10/12/1982/, ratificado por España en 1983, que sólo
reconoce esa potestad dentro de las 200 millas de los Estados, a excepción de
cuando intercede con la delimitación de otros adyacentes, donde se acordará una
mediana y un paso inocente consuetudinario. La mediana con Marruecos –país
reconocido como Estado en las Naciones Unidas–
únicamente será Canarias quien la pueda negociar y delimitar, pero cuando
nuestra nación se convierta en un Estado archipielágico.
Hasta entonces, por muchas figuras jurídicas que España invente de cara a
Canarias, nuestra nación seguirá siendo, de facto, una colonia; a exención de
que el Gobierno de Canarias o un Movimiento de Liberación Nacional canario,
lleve el caso al Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas. No
obstante, por lo que se ve, parece ser que el sustrato godo sigue condicionando
a los nefandos mandatarios de la
Metrópoli, que creen estar aún en el apogeo expansionista del
siglo XV –donde no existían leyes que determinaran cuáles son sus dominios
marítimos y aéreos–, pudiéndoles más el despotismo y la arrogancia que
los preceptos del imperio de la legalidad internacional. Este país no ha salido
del medievo, por mucho modernismo del que haga alarde.
Visto el retroceso y la involución de los derechos
humanos a que nos vemos abocados por esta casta feudal, españoles por una causa
y canarios por otra, tampoco me extrañaría que volvieran a recatolizar a todo el personal y forzarlos a comulgar, aparte de
con las piedras de molino que ya tragamos, con hostias consagradas, todos los
domingos y fiestas de guardar, pues la cruzada me la veo avanzar con mucho
entusiasmo por estas latitudes africanas. Posiblemente, hasta envíen otra vez a
su columna clerical para, de la mano y doctrina de Rouco Varela, volver a
emprender las misiones entre los guanches, creyendo que se nos ha olvidado el
catecismo por estar cercanos a tierra de moro, o porque no hemos perdido
nuestros orígenes amazigh, para, en caso no poder colar el colonialismo militar
para consolidar la posesión, hacer de Canarias tierra del Clero por derecho de
conversión. He visto muy cabreado al presidente del Cabildo de Fuerteventura,
Mario Cabrera, por las maniobras y la ocupación militar española en la Isla. Sin embargo, sus
respuestas a la periodista de una radio local que le entrevistó, no llevan la
contundencia que se merece semejante invasión y, más allá de decir que nos
tratan como una colonia –perogrullada de vergüenza–,
amenaza con no acudir a los actos castrenses y llevar las acciones del
Ministerio de Defensa español ante los tribunales del Reino. Lo cierto es que a
mí se me inflan los güevos cuando alegan o recurren a
los tribunales coloniales, pues es evidente que estos están para defender el
colonialismo español y no para los legítimos derechos de Canarias, pues no son
neutrales sino parte indisoluble del sistema establecido. No voy a decir cuál
es la ruta jurídica adecuada para el caso colonial de Canarias –lo he
mencionado cientos de veces– porque cuando no se
quiere, no se puede, y quien puede es el que tiene poder o está en él. Hay una
pregunta o una afirmación muy recurrente por parte de los locutores de los
medios de alienación, y es que las Islas Canarias aparecen en el mapa de
Marruecos.
Si yo no soy médico y a un colonizado se le salta un
ojo, mas por imperiosa necesidad, se lo vuelvo a meter en el globo ocular, me
dirán que lo hice mal y que cometí un atrevimiento porque no soy un profesional
para el menester. Pero si a un colonizado se le salta un ojo y un eminente doctor
se lo pone en el culo, dirá que está muy bien puesto y hasta que ve mejor que
antes. Esto pasa con la información, según quien la emita. Lo lógico es que el
Archipiélago aparezca al lado de Marruecos, sencillamente porque está a 50
millas de su costa y, si nos ponemos en clave de derecho internacional, dentro
de su Zona Exclusiva Económica… ¿Es que en el mapa de España no sale Portugal a
su lado?, ¿y por eso pretende a Portugal? Lo que es vergonzoso y una ofensa al
pueblo canario, es que pongan a nuestro Archipiélago junto a las Islas Baleares
o frente a Cabo de San Vicente, lugar que verdaderamente no se corresponde con
su enclave geográfico, y los ilustres de la información no se escandalizan por
ello. En fin, ya lo publiqué hace tiempo: El asunto del petróleo sacará a
relucir el problema colonial de Canarias, ya que las únicas aguas que tiene
España en nuestro Archipiélago son las embotelladas. Se reventarán a ellas como
sapos, pero, de petróleo, ni gota.
17/05/13
Tomado de www.elcanario.net
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