martes, 14 de mayo de 2013

VIVENCIAS DE RICARDO MARTÍN DE TORRES




A MODO DE PROLOGO
Tárea más grata y honrosa no es posible para quien fue amigo de Don Ricardo Martín de Torres como esta que me toca cumplir, de hacer estas líneas a modo de introducción ó prólogo del libro en que se recogen muchos de sus escritos, unos en su día publicados en la prensa y la mayoría inéditos.
Confieso que cuando su viuda me hizo el encargo, aún sintiendo el peso de la responsabilidad, no supe rechazar honor tan grande como inmerecido.
Alguien ha dicho que el hombre dedicado a la faena de escribir pone en ella una de estas intenciones: recordar, recrear ó pensar. En el primer caso -recordar- se hace historia; en el segundo se hace literatu­ra, y en el tercero se aboca el escritor a la filosofía. La historia, la literatura y la filosofía, son, efectivamente, los tres campos del queha­cer más propicio para un escritor. Y conviene apuntar que en el presen­te libro se recuerdan tiempos pretéritos, se recrea y su autor reflexiona y recapacita mucho y con su lectura nos hace pensar.
Don Ricardo Martín de Torres tuvo marcada predileccción por la historia de Icod y puso particular empeño en conocerla y divulgarla, como lo prueban, entre otros, sus escritos titulados "Datos y apuntes importantes sobre la historia de Icod de los Vinos", "Remembranza icodense", en que recuerda a quienes habían sido sus vecinos y ya estaban muertos, "Cachimberas" y "Divulgando a Icod". Pero aunque el autor de tales artículos le resulta elocuente y grato rememorar el pasado, afirma: "Verdad es que hay que vivir el presente...", y aunque constata que "ante los derribos de casonas en busca de solares adecua­dos, se han borrado algunas huellas de esos muros de piedra, tabla y barro que nos dejaron nuestros antepasados", afirma a continuación "pero ello nada importa siendo para mejorar el presente...".
Sincero, franco, leal y generoso, de la lectura de los diversos artí­culos del presente libro se saca la conclusión que el pensamiento de Don Ricardo Martín de Torres se sustentó en cuatro poderosos pilares: "amor a su pueblo", "culto a la amistad", "arraigada fe" y "alto concep­to de la familia". Podemos afirmar que el mensaje que su autor trans­mite en los diversos artículos se sintetiza en esas cuatro ideas funda­mentales, que se convierten en la razón de su vida. Al ofrecer a los demás sus escritos y comentarios, ofrece el autor lo más personal, lo más propio e íntimo de su existencia: inquietudes, ensueños, proble­mas y soluciones, ignorancias y descubrimientos. Y los presenta como válidos de los que los demás podemos sacar partido y beneficio. Por eso Don Ricardo caló muy hondo en el corazón de aquellos que con él nos relacionamos.
Después de leer los diversos artículos del presente libro me he hecho la siguiente pregunta: ¿Que fue para su autor escribir?, pues en tales trabajos no hay asomo de narcisismo literario, sino inquietud, intranquilidad... He llegado a la conclusión que para él escribir ha sido decir algo a los demás y decirlo con una justificación objetiva y que se sitúa más allá de la esfera del capricho y gusto del creador. Pero tam­bién encontramos algunos de sus escritos que resuman candidez e inti­midad, como los titulados "El carrito del helado" ó "Pablo y los patos". En el primero, con sencillez admirable, muy propia de un espíritu ele­vado, prácticamente nos retrata uno de aquellos carritos de su juventud que "...iba cubierto con techillo de madera y a su vez adornado con una diadema ó flequillo de papel de colores", recordándonos que "el ven­dedor lo empujaba despacio al tiempo que iba pitando y pitando, haciendo sonar una trompetilla avisadora y cantando: ¡el helado!" y que "podía pedirse una perra chica, con la que se obtenía una lámina de helado de un centímetro; la perra gorda daba derecho a mayor grosor del alimento fresco, y... con cinco cuartos tal voluminoso helado...". Pienso que solo una persona buena y observadora puede, a los 61 años que entonces contaba Don Ricardo, dejarse impresionar y rememorar cosa en apariencia tan simple.
En su trabajo que titula "Mis bellas artes", fechado en 1986, el autor nos confiesa y revela que desde los once años viene cultivando la poesía y a fe que lo ha hecho con notable éxito a juzgar por los versos que se incluyen al final de este libro. Estoy seguro que su lectura cons­tituirá una sorprera grata para quienes no conocieron intimamente al amigo fallecido, porque en el libro se contienen, resumidos, los rasgos característicos del autor.
Nicomedes Gómez Pimentel.


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