A MODO DE PROLOGO
Tárea más grata y honrosa no es
posible para quien fue amigo de Don Ricardo Martín de Torres como esta que me
toca cumplir, de hacer estas líneas a modo de
introducción ó prólogo del libro en que se recogen muchos de sus escritos, unos en su día publicados en la prensa
y la mayoría inéditos.
Confieso que cuando su viuda
me hizo el encargo, aún sintiendo el peso de
la responsabilidad, no supe rechazar honor tan grande como inmerecido.
Alguien ha dicho
que el hombre dedicado a la faena de escribir pone en ella una de estas intenciones: recordar, recrear ó pensar. En
el primer caso -recordar- se hace historia; en el segundo se hace literatura, y en el tercero se aboca el escritor a la
filosofía. La historia, la literatura y la
filosofía, son, efectivamente, los tres campos del quehacer más propicio para un escritor. Y conviene
apuntar que en el presente libro se
recuerdan tiempos pretéritos, se recrea y su autor reflexiona y recapacita
mucho y con su lectura nos hace pensar.
Don Ricardo Martín de Torres tuvo marcada
predileccción por la historia de Icod y
puso particular empeño en conocerla y divulgarla, como lo prueban, entre otros, sus escritos titulados "Datos y
apuntes importantes sobre la historia de Icod de los Vinos",
"Remembranza icodense", en que recuerda a quienes habían sido sus
vecinos y ya estaban muertos,
"Cachimberas" y "Divulgando a Icod". Pero aunque el autor de tales artículos le resulta elocuente y
grato rememorar el pasado, afirma:
"Verdad es que hay que vivir el presente...", y aunque constata que
"ante los derribos de casonas en busca de solares adecuados, se han borrado algunas huellas de esos muros de
piedra, tabla y barro que nos dejaron nuestros antepasados", afirma a
continuación "pero ello nada importa siendo para mejorar el
presente...".
Sincero, franco, leal y
generoso, de la lectura de los diversos artículos del presente libro se saca la conclusión que el pensamiento de Don Ricardo Martín de Torres se sustentó en cuatro
poderosos pilares: "amor a su pueblo", "culto a la
amistad", "arraigada fe" y "alto concepto de la familia". Podemos afirmar que el
mensaje que su autor transmite en los diversos artículos se sintetiza en esas
cuatro ideas fundamentales, que se
convierten en la razón de su vida. Al ofrecer a los demás sus escritos y comentarios, ofrece el autor lo más personal, lo
más propio e íntimo de su existencia: inquietudes, ensueños, problemas y soluciones, ignorancias y descubrimientos. Y
los presenta como válidos de los que los demás
podemos sacar partido y beneficio. Por eso Don Ricardo caló muy hondo en el corazón de aquellos que con él nos relacionamos.
Después de leer los diversos artículos del presente
libro me he hecho la siguiente pregunta:
¿Que fue para su autor escribir?, pues en tales trabajos no hay asomo de narcisismo literario, sino inquietud, intranquilidad... He llegado a la conclusión que
para él escribir ha sido decir algo a los
demás y decirlo con una justificación objetiva y que se sitúa más allá de la esfera del capricho y gusto del
creador. Pero también encontramos algunos de
sus escritos que resuman candidez e intimidad, como los titulados "El
carrito del helado" ó "Pablo y los patos". En el primero, con sencillez admirable, muy propia
de un espíritu elevado,
prácticamente nos retrata uno de aquellos carritos de su juventud que
"...iba cubierto con techillo de madera y a su vez adornado con una diadema ó flequillo de papel de colores",
recordándonos que "el vendedor lo empujaba
despacio al tiempo que iba pitando y pitando, haciendo sonar una trompetilla avisadora y cantando: ¡el helado!" y
que "podía pedirse una perra chica, con la
que se obtenía una lámina de helado de un
centímetro; la perra gorda daba derecho a mayor grosor del alimento fresco, y... con cinco cuartos tal voluminoso
helado...". Pienso que solo una persona
buena y observadora puede, a los 61 años que entonces contaba Don Ricardo, dejarse impresionar y rememorar cosa
en apariencia tan simple.
En su trabajo que
titula "Mis bellas artes", fechado en 1986, el autor nos confiesa y revela que desde los once años
viene cultivando la poesía y a fe que
lo ha hecho con notable éxito a juzgar por los versos que se incluyen al final de este libro. Estoy seguro
que su lectura constituirá una
sorprera grata para quienes no conocieron intimamente al amigo fallecido, porque en el libro se contienen,
resumidos, los rasgos característicos
del autor.
Nicomedes Gómez Pimentel.
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