Isidro Santana León
[Por más que se empeñen en prolongar este caos
colonial, el asunto no tiene vuelta de hoja: Canarias requiere sin salvedad
alguna la independencia, para no extinguirnos como colectivo humano y para que
su pueblo alcance el bienestar común, el desarrollo y los derechos que les son
elementales como hijos de una nación que, imperiosamente, ha de convertirse en
un Estado libre dentro del concierto internacional… Ni la negativa
de nuestro pueblo a la OTAN, ni el espíritu antimilitarista de la sociedad
canaria –a pesar de las exhibiciones bélicas que le meten por los ojos– han sido respetadas por la Metrópoli, aún tratándose
de una consulta popular, democrática.]
Es lo que deberían
exigir los políticos de CC y los que le acompañan en el gobierno, en vez de
seguir lamentándose por el abuso y el desprecio con que la Metrópoli trata a
nuestra nación. El secular problema de nuestra patria, más que anquilosarse, se
degrada de forma vertiginosa, y todo indica que la situación no tiene remedio,
a no ser que surja un levantamiento popular que reclame incondicionalmente la independencia,
por ser la única salida sensata que le queda a nuestro pueblo para encaminar su
futuro y su prosperidad.
En este sentido, los
llamados representantes del pueblo canario no sólo no defienden los intereses
generales de éste, sino que colaboran con la política colonialista de España,
evidentemente, porque aceptan y silencian la injerencia que la potencia
invasora hace en la nación canaria infringiendo la legalidad internacional
vigente.
Desde mi punto de
vista, aunque parezca contradictorio, tiene más delito el que no se defiende
que el que ataca y, por ello, la responsabilidad y la culpabilidad de los
vasallos coloniales que dirigen esta posesión ultramarina es manifiesta, pues
además de inhibirse en las flagrantes ilegalidades cometidas por la Metrópoli,
en relación con el derecho internacional, son cómplices de la política
segregacionista que se le aplica al pueblo canario, a cambio de poltronas,
satisfacción económica, notoriedad pública, etc. Esta casta lacayil,
aún sabiendo de la conculcación que España hace con los legítimos derechos de
nuestro pueblo, cual fieles esbirros, continúan llorando ante el mismo y,
cuando no, anunciándole el Apocalipsis para sumirlo en la incertidumbre, la
desesperanza y la inmovilidad, dando a entender que no hay otra salida que el
sometimiento colonial. Desgraciado pueblo el nuestro, engañado y estafado una y
mil veces por esta banda de mamones que, resignada, se muestra cobarde y
pacificadora ante el atropello de España, dando a entender que Canarias no
puede continuar sola su singladura, lógicamente porque sus intereses y
comodidades van inherentes al mantenimiento de la condición colonial de
Canarias. Sí, jamás se han atrevido a dar pasos y tomar decisiones contra los
abusos de la Metrópoli, como debería ser su responsabilidad –sólo se ponen
mimosos y asquerosamente envidiosos cuando Cataluña o Euskadi logran sus objetivos– revelándose, hasta en los más incautos, que las
plañideras de estos domeñados traidores además de no servir para solucionar los
problemas de nuestro archipiélago y de su gente, nos parece una abyección, una
ignominia y una inmoralidad. ¡Encima se creen ellos grandes políticos, hombres
y mujeres de magna capacidad y hasta que, con su oprobiosa gestión, le están
haciendo un favor al pueblo! ¡Si supieran la consideración que les tiene la
chusma, el exilio sería lo menos traumático! Este pueblo necesita y espera
soluciones urgentes, más que declaraciones, faroles, promesas y demagogia que
hasta el presente le ha tenido en la inopia, pues su reacción ante el hambre y
la marginalidad que le azota puede ser imprevisible e incontrolable, y yo
espero que no tarde mucho tiempo.
Por más que se empeñen
en prolongar este caos colonial, el asunto no tiene vuelta de hoja: Canarias
requiere sin salvedad alguna la independencia, para no extinguirnos como
colectivo humano y para que su pueblo alcance el bienestar común, el desarrollo
y los derechos que les son elementales como hijos de una nación que,
imperiosamente, ha de convertirse en un Estado libre dentro del concierto
internacional. Es la única posibilidad de salir a flote, pues el colonialismo
es una lacra que lleva a los pueblos al desarraigo, la esclavitud, la sumisión
y el desastre, mediante el procedimiento psicológico de la incapacitación y
dependencia mental –sin lugar a dudas, irreal– pero
que le allana el camino a la rapiña de sus recursos, sean estos, bienes en
sangre o materiales. No obstante, para que este fenómeno se homogenice, asiente
y sea practicable, se hace necesaria la colaboración de las castas endógenas –nativas– junto a los nuevos tecnócratas y los centros
que infunden y propagan la educación españolista y alienadora, tanto pública
como privada (en una colonia todo está premeditado para el mismo fin, para
mantener el colonialismo), desde la escuela primaria hasta la universidad;
mecanismos que durante siglos han alimentado y perpetuado el status quo que le
dicta la Metrópoli y donde la implicación de todos los partidos políticos de
gobierno y oposición, de los sindicatos españoles y sindicatos
colaboracionistas canarios, de las minorías caciquiles
que, a cambio de contraprestaciones, sufragan los partidos políticos, entre
otros, ha sido decisiva.
“Coalición Canaria (CC) sospecha que el
alto número de instalaciones militares en la Isla que tiene el Ministerio de
Defensa podría estar relacionada con futuras tensiones militares con países
africanos por la competencia del petróleo. El Estado ha declarado en pocos años
varias instalaciones militares como de interés para la defensa nacional: el campo
de tiro y maniobras de Pájara, las antenas de la montaña de La Muda y el
campamento militar de El Matorral”
—Esto salió anunciado
en un periódico de la Colonia.
¡Claro que España es
un problema para Canarias! Lo cierto es que las previsibles tensiones con otros
países no lo es tanto por el petróleo en sí, sino porque el petróleo esta fuera
de la jurisdicción marítima de España –igual que Canarias–
y con la misma potestad unilateral que la Metrópoli se quiere apropiar de los
recursos, lo harán otros Estados, y con total legalidad los estados ribereños
con Canarias. Pero más allá del interés petrolífero en nuestras cercanías,
prevalece la ambición neocolonial de los países
europeos y de EE.UU, quienes de antaño han querido
Canarias como base de operaciones militares para la OTAN, a fin de rapiñar las
riquezas de los países africanos –bajo pretexto de combatir el terrorismo– y así controlar la zona sur del Atlántico ante
el avance económico y las ingentes inversiones, sobre todo en infraestructuras,
que China ya tiene en África. Canarias no es un problema de Estado, Canarias es
un problema internacional con beligerante incremento de la temperatura, hasta
que no se convierta en un Estado Archipielágico y
delimite sus dominios terrestres, marítimos, abisales y aéreos.
“Los nacionalistas denunciaron ayer que
Defensa aplicó una ley de la dictadura de Franco para declarar el campamento
militar Teniente Coronel Valenzuela, en el barrio capitalino de El Matorral,
como zona de interés para la defensa de España, lo que ha supuesto también
posibilitar la ampliación de la zona de seguridad de la citada instalación
militar en más de un millón de metros cuadrados”
—También esto viene en
el periódico de marras.
Estos politicastros
coloniales, que aún le llaman democracia al fraude del que somos victimas,
aluden al franquismo como dictadura, dando a entender que el sistema actual no
lo es, lógicamente porque los eliges a ellos –a los mismos–
cada cuatro años. Entonces, si la democracia existe, ¿por qué se están quejando
de las imposiciones autocráticas del reino de España en la Colonia? Lo de menos
es si la ley es de la época del franquismo o no, porque lo evidente es que la
dictadura que tenemos en Canarias se llama colonialismo y dura ya más de 500
años.
No caben más embustes
porque la realidad se impone. Se les acaba el cotorreo, han perdido toda la
credibilidad y en las próximas elecciones…, tararí que te vi:
posiblemente desaparezcan del mapa político colonial. Sin embargo, aún les
quedan algunas acciones que pueden redimirles de sus pecados, y el que escribe
les invita una vez más a emprender una de decencia, de arrojo y de dignidad,
sacando al pueblo canario a la calle, antes de que éste salga en busca de
ustedes. Sí, “nacionalistas”, aprovechen parte del dinero que le han robado a
los canarios y pónganlo esta vez a su servicio, invirtiéndolo en el aparato de
propaganda colonial, pero para promover la subversión y no la sumisión, que
seguramente este pueblo ignorante saldrá en masa, porque lo llama la
omnipotente televisión, y les aseguro que a España se los pondremos de corbata
porque es impotente ante nuestra situación colonial e internacional. Copien
ustedes a Cataluña en vez de quejarse de sus logros, pues parecen chivatillos
de pupitre. Ni la negativa de nuestro pueblo a la OTAN, ni el espíritu
antimilitarista de la sociedad canaria –a pesar de las exhibiciones bélicas que
le meten por los ojos– han sido respetadas por la
Metrópoli, aún tratándose de una consulta popular, democrática. En definitiva,
la voluntad manifiesta del pueblo canario nunca se ha respetado y, ante el
desprecio y la tiranía del reino español, no nos queda otra salida que la
independencia, es más: la aspiración a nuestra soberanía nacional no estará
condicionada por prebendas, concesiones ni privilegios porque la independencia
es un derecho humano que no se compra ni se vende. Ustedes pueden hacer mucho
mal, como mucho bien. Siembren en conciencia que recogerán lo que se merecen.
15/05/13
Información
adicional El Canario:
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