PRÓLOGO
Es
artesano, de los finos y de buen gusto; conservador de las encantadoras
costumbres del país cañar/oyen especial de las de su pueblo natal, Los
Realejos; goza ^rayéndonos al recuerdo o al conocimiento lo mejor que
fue de la Villa y lo mejor que su Villa aún mantiene, mezclando en el todo a
gente ¡lustre, medía y humilde o benefactora en su actividad, de antes y de
hoy; es articulista de prensa diaria, concretamente de EL DÍA y de JORNADA, muy
estimado en la Casa de ambos periódicos y, por supuesto, en la Villa
de sus amores y en toda la Isla; sabe como pocos reflejar la realidad que
vive y surge a diario en su entorno, que palpa desde que pisa la calle, o toma
el teléfono; la historia la repasa más sosegadamente en los libros, en
sus recorridos, en sus conversaciones; es un testigo con sus crónicas del
quehacer de todos los días, hasta con sus notas sociales; estructura
bien los relatos que acaban siempre en buenos trabajos periodísticos que
nos empujan a leerlos hasta el final; camina con pasos que perfeccionan su
estilo, y porque no es periodista titular o de profesión le estimulan su
vocación, su voluntad y, por sobre todo, su singular hombría de bien, de
este bien con que nos gratifica a los que nos honramos atribuyéndonos su
amistad. Es...Esteban Domínguez, de Los Realejos.
Es
Esteban Domínguez, que es casi como decir Los Realejos, cuyo amor
comparte con su familia, la suya y todas, que todas le rodean y le admiran.
Es
un realejero que destaca entre el generoso número de hijos relevantes
de esta espléndida Villa, única porque está ya formada indisolublemente con
las tierras y el espíritu de dos pueblos iguales, el de arriba y el de abajo.
Dos es igual a uno, a pesar de los matemáticos. Este es el caso, y ahí, en el
pueblo, lo han logrado los de abajo y los de arriba, tanto monta; lo han
conseguido los realejeros, gente fina y laboriosa, gente, de la que Esteban
Domínguez es un calco de pulcra y nítida tinta, que ha hecho grande al
pueblo, Villa de título, ciudad de hecho, una más entre las bellas e históricas
ciudades de la Isla, de nuestro Tenerife.
Ahora
parece que Esteban Domínguez quiere arrancar con el tren de los libros -éste
es el primero-, llevando consigo a unos amigos que le conocen bien
y le quieren acompañar porque en él confían; porque es un hombre noble,
de bien, repito, que a todos nos desea larga vida desde la superioridad
de su gran corazón. Y es que es así. A/o falsea.
Y
para este viaje que inicia, Esteban Domínguez ha querido que yo vaya como
conductor en este tren, que sea el primero, elqueabra elcamino. Mas, debo
acabar casi empezando porque lo que importa no son las expresiones del
introductor, sino la relación de los pasajeros de primera clase que conoceréis
pasando ya las páginas, desde ahora mismo. La "mercancía", de
calidad, es de marca Esteban Domínguez, y ha estado anteriormente en las manos
de incontables lectores. Pero nuestro autor ha escogido para esta andadura
una parte de la cosecha de sus mejores productos. Yo creo que todos
han sido buenos, de buen sabor, y me parece que lo que pretende Esteban
Domínguez es deleitarnos otra vez con poca fruta. Fruta almacenada en
su mirador desde el que nos hace contemplar Los Realejos: hombres y
mujeres; niños, casas, templos, plazas, flores, muchas flores; imágenes
divinas e imágenes de todos los días, de las de a pie; fiestas, tipismo y
siempre flores, las flores, que eterniza el fotógrafo perfecto que
es nuestro amigo común Juan Dumas; mansiones, historia, efemérides,
recuerdos... devociones, y flores, siempre flores.
Ahora sí que termino, porque lo que importa, repito, es el
libro, su contenido,
el mensaje que nos trae. Todo está a continuación. De su autor, ya saben: es
un tinerfeño de los que quedan pocos.
¿Apuntes?
Manjares de artesanía. Artesano y escritor.¡Qué gran timbre en el portal de su
casa!
José Rodríguez Ramírez Editor-Director de EL DÍA y de JORNADA
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