UN PRÓLOGO DESDE LA ACRACIA
* "No es feliz el que ignora y no pregunta;
ni el que sabe y no enseña, ni practica"
(Epaminocedas).
A Pachi (Q.D.G.): por ser un
profesor excelente y porque siempre lo será.
Más alegre que el sol, el emperador del cielo; hablar con el profesor D. Florencio Real Hardisson es, para
mí, estar con el hermano mayor que no tuve:
te reconforta y estima, pues, valora tu trabajo -cuando está bien hecho-, y te lo dice; no te ningunea como los más. No tiene, por tanto, la envidia
enfermiza (la sana es buena y hasta
necesaria) de algunos-as profesores-as ¿universitarios?, que desconocemos cada vez menos; son impresentables, sencillamente, por sus Tesis Doctorales: sin
talento, ni imaginación y, además,
apresuradas. ¡Y creen que han escrito un libro! Falta de ignorancia. Esos, algunos-as profesores-as
¿universitarios?, no te aguantan la mirada
cuando van solos, harto difícil; en grupo, con el Jefe, son gallitos e
ignoran que el peor pastor del rebaño es el lobo, el Jefe. ¿Acaso se merecen otra cosa? Pues no. Música, ahora, les pongo (aunque cuando escribo escucho a Salvatore
Adamo): Cambalache, siglo XX. Hoy es lo mismo un burro que un gran profesor... (La mediocridad).
Punto y aparte para el profesor
Real Hardisson (Q.D.G.) que es lo contrario,
la antítesis. ¡Uno en un millón! Unapuchaque dicen en Cuba; vale decir en cristiano, un ramillete de flores. ¿Y para los otros: los de arriba del punto y aparte? Dos
gardenias les envío, con los saludos de Juan
Luís Calero.
Simplifico. Si Pachi, mi amigo,
profesor-amigo, no existiera habría que
inventarlo; o soñarlo que viene a ser lo mismo según Pessoa: "Te
quiero sólo para sueños". Bien nacido, Pachi, e inspirado por la ilusión de Begoña (que no casualmente es de Tegueste). Y nada menos que todo un hombre; de los
de antes, de cuando Jardiel Poncela.
Con Voltaire me repito: bien nacido porque es agradecido; venera, devoción filial, a su maestro Don Carmelo García Cabrera (t), y siempre cuando habla de él,
lo hace con las palabras más
limpias; con Don Carmelo, así lo llamábamos todos, comenzó por 1973 a trabajar duro en el
Laboratorio Oceanógrafico y
colaborando en múltiples campañas de investigación de la mar nuestra de
cada día, a la que algunos políticos parecen darle la espalda; que aprendan del Laboratorio Oceanógrafico de Don Carmelo, de su lección: porque nunca tan pocos
dieron tanto. Navegantes de altura, como es el caso de Pachi -así lo conocen todos:
profesores y alumnos-, que se sabe África de memoria, nuestra asignatura pendiente para septiembre, como su Laguna natal; en cuyo Instituto se egresódeBachiller,
como anteslo hiciese D. Benito Pérez
Caldos. Es Pachi, paradigma del profesor universitario; el único profesorado -¡qué gran responsabilidad, Dios mío!- que imparte docencia e investiga. Nos
examinamos, Pachi, todos los días; al
Rey (Q.D.G.) le sucede otro tanto, aunque con más discentes: España. ¡País!, para un punto y final.
Y aparte.
Ingeniero Técnico Agrícolapor la Universidad deLa
Laguna, concluyó -el profesor Real Hardisson- la carrera con su Trabajo de Fin
de Carrera: Aprovechamiento industrial de las algas canarias. Corazón y cabeza; rara combinación. Ahora, hoy, es
-por oposición- Titular de Escuela
Universitaria (general de División, si me permiten el símil militar); en la
que, día a día imparte docencia, y decencia,
acerca de los Cultivos Extensivos y Forrajeros, en lo que es un experto; como lo atestigua el libro excelente
que el lector tiene en sus manos: TEGUESTE:
Agricultura y Sociedad.
Y, encima, sus
alumnos quierenaeste viajero impenitente: es universitario porque viaja y por todo lo dicho antes. Y porque cuando calla lo hace como aquel sabio francés, en
varios idiomas, jCómo te envidio! Y porque cultiva
el difícil doctorado de la amistad; lo tengo
por méritos propios, entre mis lectores preferidos. Buena gente, Pachi. Me corrijo, lector, Real Hardisson no es un profesor, es un maestro y lo explico: profesor es el
que tiene alumnos; el maestro, discípulos.
Prueba este aserto su dirección de numerosos
Trabajos de Fin de Carrera, así como investigaciones paralelas, con un leit
motiv, la temática agraria.
Alborozado, y orgulloso por
poner mi nombre junto al suyo, celebro el
nacimiento de su nuevo hijo; bautizado como manda la Santa Madre Iglesia;
en comandita con la degresada Srta. Débora Martín Triana, a la que me gustaría conocer. Y como quiera que en el tema, y como en tantas y tantas cosas, soy un
lego -acaso un buen lector-he aprendido
y aprehendido todo ymásquemetienes, Pachi, que enseñar, aparte de disfrutar con la lectura del trabajo bien
hecho; sin querer obviar la estructura
de la obra, perfectamente vertebrada en sus capítulos. Estructura "inteligente" y didáctica.
Desocupado lector, te digo -desde la
complicidad de la escritura-: busca y compara. Y... Usted, tú, lector me entiendes. Como sabrás disculparme este cuasi prólogo desde la acracia.
Pachi, mi amigo, se lo tenía merecido. A
pulso. ¿Por qué? Porque es un canario de La Laguna al que hace tiempo se le despertó la conciencia y
la canariedad. Abrimos el libro de
Las mil y una noches y te leemos para dormirnos tranquilos:
Cuatro cosas no pueden
permanecer mucho tiempo escondidas: la
conciencia, la riqueza, la pobreza y la necedad.
Fraternalmente
Julio Hernández
Profesor Titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna
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