lunes, 6 de mayo de 2013

TEGUESTE: AGRICULTURA Y SOCIEDAD





UN PRÓLOGO DESDE LA ACRACIA
* "No es feliz el que ignora y no pregunta;
ni el que sabe y no enseña, ni practica"
(Epaminocedas).
A Pachi (Q.D.G.): por ser un profesor excelente y porque siempre lo será. Más alegre que el sol, el emperador del cielo; hablar con el profesor D. Florencio Real Hardisson es, para mí, estar con el hermano mayor que no tuve: te reconforta y estima, pues, valora tu trabajo -cuando está bien hecho-, y te lo dice; no te ningunea como los más. No tiene, por tanto, la envidia enfermiza (la sana es buena y hasta necesaria) de algunos-as profesores-as ¿universita­rios?, que desconocemos cada vez menos; son impresentables, sencillamente, por sus Tesis Doctorales: sin talento, ni imaginación y, además, apresuradas. ¡Y creen que han escrito un libro! Falta de ignorancia. Esos, algunos-as profesores-as ¿universitarios?, no te aguantan la mirada cuando van solos, harto difícil; en grupo, con el Jefe, son gallitos e ignoran que el peor pastor del rebaño es el lobo, el Jefe. ¿Acaso se merecen otra cosa? Pues no. Música, ahora, les pongo (aunque cuando escribo escucho a Salvatore Adamo): Cambalache, siglo XX. Hoy es lo mismo un burro que un gran profesor... (La mediocridad).
Punto y aparte para el profesor Real Hardisson (Q.D.G.) que es lo contrario, la antítesis. ¡Uno en un millón! Unapuchaque dicen en Cuba; vale decir en cristiano, un ramillete de flores. ¿Y para los otros: los de arriba del punto y aparte? Dos gardenias les envío, con los saludos de Juan Luís Calero.


Simplifico. Si Pachi, mi amigo, profesor-amigo, no existiera habría que inventarlo; o soñarlo que viene a ser lo mismo según Pessoa: "Te quiero sólo para sueños". Bien nacido, Pachi, e inspirado por la ilusión de Begoña (que no casualmente es de Tegueste). Y nada menos que todo un hombre; de los de antes, de cuando Jardiel Poncela. Con Voltaire me repito: bien nacido porque es agradecido; venera, devoción filial, a su maestro Don Carmelo García Cabrera (t), y siempre cuando habla de él, lo hace con las palabras más limpias; con Don Carmelo, así lo llamábamos todos, comenzó por 1973 a trabajar duro en el Laboratorio Oceanógrafico y colaborando en múltiples campañas de investigación de la mar nuestra de cada día, a la que algunos políticos parecen darle la espalda; que aprendan del Laboratorio Oceanógrafico de Don Carmelo, de su lección: porque nunca tan pocos dieron tanto. Navegantes de altura, como es el caso de Pachi -así lo conocen todos: profesores y alumnos-, que se sabe África de memoria, nuestra asignatura pendiente para septiembre, como su Laguna natal; en cuyo Instituto se egresódeBachiller, como anteslo hiciese D. Benito Pérez Caldos. Es Pachi, paradigma del profesor univer­sitario; el único profesorado -¡qué gran responsabilidad, Dios mío!- que imparte docencia e investiga. Nos examinamos, Pachi, todos los días; al Rey (Q.D.G.) le sucede otro tanto, aunque con más discentes: España. ¡País!, para un punto y final. Y aparte.
Ingeniero Técnico Agrícolapor la Universidad deLa Laguna, concluyó -el profesor Real Hardisson- la carrera con su Trabajo de Fin de Carrera: Aprovechamiento industrial de las algas canarias. Corazón y cabeza; rara combinación. Ahora, hoy, es -por oposi­ción- Titular de Escuela Universitaria (general de División, si me permiten el símil militar); en la que, día a día imparte docencia, y decencia, acerca de los Cultivos Extensivos y Forrajeros, en lo que es un experto; como lo atestigua el libro excelente que el lector tiene en sus manos: TEGUESTE: Agricultura y Sociedad.
Y, encima, sus alumnos quierenaeste viajero impenitente: es universitario porque viaja y por todo lo dicho antes. Y porque cuando calla lo hace como aquel sabio francés, en varios idiomas, jCómo te envidio! Y porque cultiva el difícil doctorado de la amistad; lo tengo por méritos propios, entre mis lectores preferidos. Buena gente, Pachi. Me corrijo, lector, Real Hardisson no es un profesor, es un maestro y lo explico: profesor es el que tiene alumnos; el maestro, discípulos. Prueba este aserto su dirección de numerosos Trabajos de Fin de Carrera, así como investigaciones paralelas, con un leit motiv, la temática agraria.
Alborozado, y orgulloso por poner mi nombre junto al suyo, celebro el nacimiento de su nuevo hijo; bautizado como manda la Santa Madre Iglesia; en comandita con la degresada Srta. Débora Martín Triana, a la que me gustaría conocer. Y como quiera que en el tema, y como en tantas y tantas cosas, soy un lego -acaso un buen lector-he aprendido y aprehendido todo ymásquemetienes, Pachi, que enseñar, aparte de disfrutar con la lectura del trabajo bien hecho; sin querer obviar la estructura de la obra, perfectamente vertebrada en sus capítulos. Estructura "inteligente" y didáctica. Desocupado lector, te digo -desde la complicidad de la escritura-: busca y compara. Y... Usted, tú, lector me entiendes. Como sabrás discul­parme este cuasi prólogo desde la acracia. Pachi, mi amigo, se lo tenía merecido. A pulso. ¿Por qué? Porque es un canario de La Laguna al que hace tiempo se le despertó la conciencia y la canariedad. Abrimos el libro de Las mil y una noches y te leemos para dormirnos tranquilos:
Cuatro cosas no pueden permanecer mucho tiempo escondi­das: la conciencia, la riqueza, la pobreza y la necedad.
Fraternalmente
Julio Hernández
Profesor Titular de Historia de América de la Universidad de La Laguna


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