jueves, 9 de mayo de 2013

CUANDO EL ESPIRITU GUARDIAN NOS FALLA



 
Josefa Falcón Abreu
A veces ocurren cosas en nuestras vidas que resulta imposible no comentarlas, son esas experiencias no vividas antes, algo así como lo que me ocurrió el pasado viernes que empezó siendo un día normal, de lo más rutinario, hasta que por la tarde, mediante un resbalón, fui a dar con mi cuerpo al suelo y esto lo vino a cambiar todo. En ese momento la rutina y la normalidad de ese día desaparecieron y en cuestión de segundos pasé de ser persona autosuficiente a depender de otras personas para que me llevaran, trajeran, alcanzaran…y mi tobillo tan ágil y fuerte se convirtió en un despojo, deformado, inflamado, dolorido ufff ¡que desastre!…Cuando quise darme cuenta ya estaba en la sala de urgencias de un hospital. Cuando llegas y ves a tanta gente te quedas mirando mientras eres mirado, mientras ves que se fijan en tu horrible tobillo, mientras con los movimientos de cabeza parece que te dicen: ¡Uy, la que te espera!, ¡anda que buena la has hecho!, ¡no te queda nada!...en fin, que empezó la juerga, una larguísima espera para que alguien del equipo médico te viera, otra vez espera para llevarte a rayos, otra vez espera para ver resultados…y mientras, yo observaba al personal sanitario, y es que daba que pensar que estuviera en un hospital canario y que toda aquella gente, o al menos en su mayoría, no fuera de aquí porque, había cubanos, venezolanos, portugueses y por supuesto peninsulares y puede que algún canario, al menos un celador vi, eso sí muy amables y profesionales todos. El siguiente paso fue “tiene usted fractura, se queda ingresada, hay que operar”, todo esto te lo dicen mientras tu cara se te va quedando de diferentes colores y desde entonces tu cuerpo pasa a ser manejado y controlado por gente que te coge una vía, te toma la tensión, la temperatura…en fin, el ritual de costumbre hasta que por fin llega el momento crucial: “nos vamos a quirófano” ¡ufff, que bien…! y pasamos muchos pasillos y tú intentas mirar a donde no haya nadie y al fin llegas…nada que ver con los de las películas y, para una novata como yo, impone, la entrada fue con miedo, miedo a lo desconocido por mí, el trato es muy bueno. Luego viene lo angustioso de no sentir tus piernas y todo eso… la salida ya fue otra cosa, pero aparte de todo esto yo pregunto ¿Habrá alguien que pueda dormir en un hospital? Es imposible, al menos para mí, en los hospitales siempre hay actividad, siempre hay timbres que suenan a cualquier hora de la noche, y voces que se escuchan llamar…mi experiencia me hace decir muy convencida: Ay hogar, dulce hogar…Buen día amigos…
9 de mayo de 2013.

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