Próíogo
Ireseníar
un libro siempre es motivo de satisfacción
y responsabilidad. Dos sentimientos que en mi caso
se enfrentan en el momento de
sentarme a escribir estas líneas, destinadas a
ocupar el pórtico de la obra de los
licenciados Brito Castro y Lucía Sauquillo, ambos
biólogos formados en nuestra
Universidad de La
Laguna.
ej\ que
Mary Carmen y Vicente se hayan acordado de mi
para prologarles su libro sobre el casi mítico
Bosque de Agua García, despierta la
satisfacción propia del profesor que se ve recordado
por sus alumnos,
una de las mayores compensaciones que entraña la
docencia. En este caso la
satisfacción se duplica, porque supone además el
sentirse querido por dos
compañeros con los que me ha tocado compartir
convivencia e investigación.
A Mary Carmen Brito la conocí como alwnna
en las clases prácticas de Botánica General. Fue
durante la determinación de
Herbario, en el pasillo de la popular «Nevera» del
edificio central de la
Universidad de La Laguna. Recuerdo que manutuvimos
una viva e interesante
discusión sobre sistemática y acerca de si convenía o no afirmar el
nombre de
determinados táxones, cuando por diversos motivos no se estaba seguro
de ello.
Yo defendía la prudencia, que ella -alumno joven y exigente-
interpretaba como
inseguridad. ¿Nos convencimos?, no lo recuerdo, pero es significativo
que después
de casi dos décadas todavía tenga presente aquel momento, que me
desveló cuanto
se puede aprender de los buenos alumnos.
Posteriormente nos encontramos como
becarios del Museo Insular de Ciencias Naturales. Ella comenzaba su
Tesina,
yo culminaba mi Tesis Doctoral. Su trayectoria como
acreditada docente e
investigadora es en la actualidad una realidad, que
no necesita presentación en el
marco de nuestra Comunidad. Sus responsabilidades
como directora del Instituto de
Enseñanza Bachillerato de Tacáronte, no le ha
impedido mantener sus lazos con el
Departamento de Biología Animal y continuar
realizando
una
fecunda labor investigadora.
tLl caso de Vicente Lucía es diferente y, si cabe,
aún más entrañable. Nuestro reencuentro profesional, que no personal,
es más
tardío, como más tardío fue su despertar al mundo de
la docencia y la
investigación. Como estudiante representa al hijo
pródigo en el que se atisban
buenos sentimientos profesionales, pero que se dejó
arrastrar por otras facetas
apasionantes de la vida, y sin duda tan fundamentales como la
biología,
para
nuestra formación como personas. Después de una intensa vida extraacadémica,
Vicente vuelve curtido a las aulas y se reencuentra
con los profesores W. Wildpret
y M. del Arco, sus tutores, como «legal» y cariñosamente le gusta
llamarlos.
Estos dos maestros,compañeros del Departamento de
Biología Vegetal (Botánica),
con su reconocida competencia y habilidsupieron captarlo y entusiasmarlo para bien de la
botánica canaria.
En 1988
culmina la Tesina de su Licenciatura y afronta su primer empleo como
biólogo,
contratado por el Ayuntamiento de Tacáronte para asuntos de medio
ambiente, para
posteriormente superar con éxito las oposiciones al cuerpo de
profesores
de Enseñanza Secundaria.
Hoy desempeña
con entusiasmo esta tarea en el Instituto de Bachillerato de Los
Realejos,
compartiendo su tiempo Ubre con los trabajos conducentes a la
realización de
su Tesis Doctoral
en nuestro
Departamento.
{Cautivado
por mi afecto personal a los autores,
he dejado
para el final el motivo principal, que no es otro que el presentar su libro «El Bosque de Agua García.
(Guía e Itinerarios)».
Es en esta
faceta donde normalmente la responsabilidad eclipsa a la satisfacción. La
presentación crítica de la obra de unos compañeros siempre es delicada, pues nos obliga a compaginar devoción y objetividad en un
equilibrio difícil de conseguir.
Reconozco, sin embargo,
que en este
caso lo tengo fácil, puesto que el libro que ahora me honro en prologar ya ha
sido presentado y juzgado, por lo que a mi me cumple ser un simple transmisor de otros compañeros de acreditada
competencia, que con mayor independencia y
objetividad que la mía,
han
proporcionado al trabajo un reconocimiento a nivel nacional al concederle el primer accésit del «Premio Dr.
Rodríguez de la Fuente para la Conservación de la Naturaleza». Sinceramente
creo que esta es la mejor carta de presentación para esta Guía que, con rigor
científico y amenidad divulgadora, nos muestra la diversidad y originalidad natural y cultural de uno de los
montes históricos del archipiélago canario.
Destacado por cronistas y científicos nacionales y extranjeros, desde los albores de la Conquista, ha sido motivo
de profundos estudios de investigación
por parte de numerosos autores, como lo acredita la amplia bibliografía
publicada o inédita, que existe sobre el mismo. Faltaba , sin embargo, una obra como ésta que acerque lo científico a lo
popular, sin desvirtuar la realidad,
conscientes de que solamente cuando éste binomio se consiga, podrá garantizarse la conservación de uno de los
relictos más interesantes de nuestro
rico patrimonio natural.
Lea comunidad científica, a la que se debe buena parte de los datos que enriquecen
la obra, y los hijos de Tacáronte, que han permitido que el monte sea algo más que un recuerdo en las
páginas de antiguas publicaciones, bien
merecen el reconocimiento que Mary Carmen y Vicente han tenido a bien regalarnos a través de las páginas de su libro. Para todos mi sincera felicitación y
agradecimiento.
Los Abades, 3 de octubre de 1993.
PEDRO LUIS PÉREZ DE PAZ
Catedrático de
Botánica de la Universidad de La Laguna Delegado
del Colegio Oficial de Biólogos de Canarias
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