jueves, 16 de mayo de 2013

EL BOSQUE DE AGUAGARCIA






Próíogo



Ireseníar un libro siempre es motivo de satisfacción
y responsabilidad. Dos sentimientos que en mi caso se enfrentan en el momento de
sentarme a escribir estas líneas, destinadas a ocupar el pórtico de la obra de los
licenciados Brito Castro y Lucía Sauquillo, ambos biólogos formados en nuestra
Universidad de La Laguna.
ej\ que Mary Carmen y Vicente se hayan acordado de mi
para prologarles su libro sobre el casi mítico Bosque de Agua García, despierta la
satisfacción propia del profesor que se ve recordado por sus alumnos,
una de las mayores compensaciones que entraña la docencia. En este caso la
satisfacción se duplica, porque supone además el sentirse querido por dos
compañeros con los que me ha tocado compartir convivencia e investigación.
A Mary Carmen Brito la conocí como alwnna
en las clases prácticas de Botánica General. Fue durante la determinación de
Herbario, en el pasillo de la popular «Nevera» del edificio central de la
Universidad de La Laguna. Recuerdo que manutuvimos una viva e interesante
discusión sobre sistemática y acerca de si convenía o no afirmar el nombre de
determinados táxones, cuando por diversos motivos no se estaba seguro de ello.
Yo defendía la prudencia, que ella -alumno joven y exigente- interpretaba como
inseguridad. ¿Nos convencimos?, no lo recuerdo, pero es significativo que después
de casi dos décadas todavía tenga presente aquel momento, que me desveló cuanto
se puede aprender de los buenos alumnos. Posteriormente nos encontramos como
becarios del Museo Insular de Ciencias Naturales. Ella comenzaba su Tesina,
yo culminaba mi Tesis Doctoral. Su trayectoria como acreditada docente e
investigadora es en la actualidad una realidad, que no necesita presentación en el
marco de nuestra Comunidad. Sus responsabilidades como directora del Instituto de
Enseñanza Bachillerato de Tacáronte, no le ha impedido mantener sus lazos con el
Departamento de Biología Animal y continuar realizando
una fecunda labor investigadora.
tLl caso de Vicente Lucía es diferente y, si cabe,
aún más entrañable. Nuestro reencuentro profesional, que no personal, es más
tardío, como más tardío fue su despertar al mundo de la docencia y la
investigación. Como estudiante representa al hijo pródigo en el que se atisban
buenos sentimientos profesionales, pero que se dejó arrastrar por otras facetas
apasionantes de la vida, y sin duda tan fundamentales como la biología,
para nuestra formación como personas. Después de una intensa vida extraacadémica,
Vicente vuelve curtido a las aulas y se reencuentra con los profesores W. Wildpret
y M. del Arco, sus tutores, como «legal» y cariñosamente le gusta llamarlos.
Estos dos maestros,compañeros del Departamento de Biología Vegetal (Botánica),
con su reconocida competencia y habilidsupieron captarlo y entusiasmarlo para bien de la botánica canaria.
En 1988 culmina la Tesina de su Licenciatura y afronta su primer empleo como
biólogo, contratado por el Ayuntamiento de Tacáronte para asuntos de medio
ambiente, para posteriormente superar con éxito las oposiciones al cuerpo de
profesores de Enseñanza Secundaria.
Hoy desempeña con entusiasmo esta tarea en el Instituto de Bachillerato de Los
Realejos, compartiendo su tiempo Ubre con los trabajos conducentes a la
realización de su Tesis Doctoral
en nuestro Departamento.
{Cautivado por mi afecto personal a los autores,
he dejado para el final el motivo principal, que no es otro que el presentar su libro «El Bosque de Agua García. (Guía e Itinerarios)».
Es en esta faceta donde normalmente la responsabilidad eclipsa a la satisfacción. La presentación crítica de la obra de unos compañeros siempre es delicada, pues nos obliga a compaginar devoción y objetividad en un equilibrio difícil de conseguir. Reconozco, sin embargo,
que en este caso lo tengo fácil, puesto que el libro que ahora me honro en prologar ya ha sido presentado y juzgado, por lo que a mi me cumple ser un simple transmisor de otros compañeros de acreditada competencia, que con mayor independencia y objetividad que la mía,
han proporcionado al trabajo un reconocimiento a nivel nacional al concederle el primer accésit del «Premio Dr. Rodríguez de la Fuente para la Conservación de la Naturaleza». Sinceramente creo que esta es la mejor carta de presentación para esta Guía que, con rigor científico y amenidad divulgadora, nos muestra la diversidad y originalidad natural y cultural de uno de los montes históricos del archipiélago canario. Destacado por cronistas y científicos nacionales y extranjeros, desde los albores de la Conquista, ha sido motivo de profundos estudios de investigación por parte de numerosos autores, como lo acredita la amplia bibliografía publicada o inédita, que existe sobre el mismo. Faltaba , sin embargo, una obra como ésta que acerque lo científico a lo popular, sin desvirtuar la realidad, conscientes de que solamente cuando éste binomio se consiga, podrá garantizarse la conservación de uno de los relictos más interesantes de nuestro rico patrimonio natural.
Lea comunidad científica, a la que se debe buena parte de los datos que enriquecen la obra, y los hijos de Tacáronte, que han permitido que el monte sea algo más que un recuerdo en las páginas de antiguas publicaciones, bien merecen el reconocimiento que Mary Carmen y Vicente han tenido a bien regalarnos a través de las páginas de su libro. Para todos mi sincera felicitación y agradecimiento.
Los Abades, 3 de octubre de 1993.

PEDRO LUIS PÉREZ DE PAZ
Catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna Delegado del Colegio Oficial de Biólogos de Canarias



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