miércoles, 22 de mayo de 2013

BREVE E INCOMPLETA HISTORIA DEL ANTIGUO LAGO DE LA CIUDAD DE SAN CRISTOBAL DE LA LAGUNA PRÓLOGO





Se repite con frecuencia que la ciudad tiene la más potente capacidad para trans­formar el paisaje natural. Estas páginas, en las que CONSTANTINO CRIADO describe el proceso de antropización de la laguna en cuyo borde se fundó la villa de San Cristóbal, son una prueba más de ello.
Durante un prolongado período de su historia, la ciudad de La Laguna formó par­te del grupo muy numeroso de aquéllas cuya relación con un paisaje del agua está en su origen y desarrollo. En especial en las regiones áridas y semiáridas la necesidad de agua antecede a cualquier otra condición para decidir el emplazamiento donde ha de desa­rrollarse el núcleo poblacional que se funda; y aquella lámina de agua, ocupando el cen­tro del amplio llano de Agüere era cuanto menos un signo de fuentes cercanas y de llu­via. En otro lugar he indicado que las condiciones climáticas y edáficas del altiplano de La Laguna debieron ser factores tenidos en cuenta por los castellanos para establecer en él la capital de Tenerife.
A partir de la explicación de los procesos hidrológicos a los que se debió la formación de la laguna, CONSTANTINO CRIADO va hilvanando la historia de la laguna entre los siglos XV al XIX. Mediante un refinado procedimiento topográfico determina, en primer lugar, la localización exacta y la amplitud de la zona inundada y, recurriendo a cálculos de eva-potranspiración, establece cuál sería su profundidad actual. Con ello, justifica, al tiempo las diferencias de contorno y perímetro que le atribuyen las primeras descripciones.
BREVE E INCOMPLETA HISTORIA...        
Los datos que C. CRIADO toma para finales del siglo XV, que atribuye a una fuente común le permiten deducir que la laguna se mantenía hasta las primaveras y estaba rodeada de un bosque pluriespecífico abierto, envuelto en su exterior por un monteverdc espeso que cubría los relieves que flanquean la vega por el norte. En el siglo XVI, acom­pañando a la mengua de su profundidad, este humedal tuvo función de abrevadero común para una cabana abundante, bovina sobre todo; de ahí el interés del Cabildo en mantenerlo mediante dragados, represamientos y desvíos de agua hacia el lecho. Pero la reducción de su capacidad de embalse a la que no es ajena la deforestación, es ya un proceso ineluctable. Así, la laguna de los castellanos, que quedará unida al nombre de la ciudad en fecha no precisa pocos años después de su fundación, va a desaparecer del paisaje al tiempo que aquélla crece y se desarrolla.
A la transformación de ese paisaje que la laguna presidía colabora muy pronto un movimiento de usurpación de tierras cuya roturación degrada la vegetación natural. Kn adelante, las noticias acerca de la laguna comienzan a escasear; son, además, poco preci­sas, pero confirman su existencia aún en los primeros años del siglo XVIII. Por entonces ya ha reducido considerablemente su perímetro y derivará, al paso de algún tiempo más, salvo en años de excepcionales crecidas consecuencia de lluvias intensas, a un con­junto de marjales discontinuos.
Llega, pues, la laguna al siglo XIX en la imagen de ese humedal que acaba por ser desecada mediante drenaje, después de lo cual se amplía, ocupando los antiguos domi­nios de la laguna, una notable actividad agrícola de huerta y cultivos de secano que hoy ceden su lugar a los procesos urbanizadores que transforman la fisonomía y función de la periferia inmediata de la ciudad.
Rescata C. CRIADO, hasta donde le permite el aparato documental que mana de muy diversas fuentes, la historia de la laguna que, como la propia vega, una parte de la cual cubrió bajo sus aguas, fue uno de los vínculos que la vieja ciudad estableció con el entorno natural en el que se fundara. Difícilmente se pueden encontrar ahora huellas directas y visibles de aquel paisaje pero estas páginas son una excelente guía para encon­trarnos con este capítulo del pasado de La Laguna.
ramón pére/ con/ai,i:/. Julio de 2001

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