PRÓLOGO.
El Archipiélago Canario, como territorio cuya
soberanía ha sido usurpada, vive hoy sumido
en una profunda contradicción. Por un lado
poseemos grandes riquezas naturales que generan anualmente cientos de millones
de euros y que salen de forma inmediata al
exterior. Por otro lado nuestra capacidad de decisión sobre todos aquellos asuntos que nos incumben está
reducida a unas muy limitadas cotas de
poder, casi siempre simbólicas y supeditadas
a los intereses del estado que controla y delimita el alcance de nuestra posible autonomía.
Ante este desolador panorama al pueblo de nuestro Archipiélago no le quedan más opciones que aglutinarse
y empezar a reclamar su descolonización e
independencia como colectivo humano
diferenciado que aspira a vivir en paz y armonía con el resto de naciones del mundo. No hay ningún símbolo con más poder de unión y con más carga
emocional que una bandera nacional, en la
que confluyen todos los anhelos del pueblo que
representa.
Volviendo a las profundas contradicciones que
padecemos como nación es lamentable que
hoy por hoy se tenga que recurrir a un
concurso de ideas para dotarnos de un himno o que nuestro "día nacional" solo tenga 25 años de
historia, como si en los más de tres mil años
que el ser humano habita estas islas no hubiera ningún hecho más relevante que
una autonomía que se ha manifestado
insuficiente para poder dar solución a los retos que el siglo XXI nos presenta.
Nuestra bandera también sufre de las contradicciones
coloniales en que nos
encontramos inmersos. Las instituciones imponen una bandera que el pueblo no siente, en las fiestas nuestra bandera se representa de múltiples formas y
colores, con líneas
horizontales, verticales, azul cielo, azul fuerte...y por si esto fuera poco la única bandera que los canarios
llevamos en el corazón, la tricolor con siete estrellas verdes, es calificada
como inconstitucional o como ilegal.
Lo único que nos faltaba es que las leyes españolas sean las que nos digan qué
colores debemos sentir o por qué enseña debemos luchar.
Para dignificar nuestra bandera nacional, y para
darle a ésta el respeto que merece,
nace este libro escrito por un alzado que pretende contribuir a propagar el amor de todos los canarios hacia la
bandera nacional canaria y hacia lo que ésta representa.
Todos los pueblos inmersos en un proceso de
liberación nacional tienen hombres y
mujeres que hacen historia y marcan el camino a los que vienen detrás recogiendo el testigo de la lucha. Seguro que muchos compatriotas recogerán el testigo
depositado hoy en esta obra y, mientras
la tricolor con siete estrellas verdes ondea al viento, dirán con la mano en el corazón; "El grito está lanzado, ¡ Viva Canarias Libre!"
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