Jorge
Dorta
Creo que fue Hipócrates el que dijo: Lo
primero que exijo a mis pacientes es un compromiso firme para vencer la
enfermedad, de lo contrario no los atiendo. Lo primero que necesita un pueblo
para autoliberarse es la determinación y la voluntad
de hacerlo. La voluntad de autoliberarse se
manifiesta inexorablemente en la disciplina y en el esfuerzo formativo. No se
va a ningún lado sin una estrategia y una campaña organizada.
Quien pretenda hacerlo sin saber puede
hacer mucho daño a la causa. Se necesita una especie de juramento hipocrático,
“lo primero no hacer daño”. El reconocer que no se sabe es el primer paso. El
reconocer que es necesaria una estrategia y una disciplina es el segundo.
Uno de los comportamientos más nocivos
en la sociedad canaria es pensar que lo podemos hacer todo solos.
En su ingenuidad copian las formas pero sin entender la esencia. Aprenden de
alguien las cuatro reglas y ya se creen capaces de hacerlo sin entender la
letra pequeña y las excepciones. Una conducta infantil como otra cualquiera.
Como dijo el reverendo Andrew Jackson
organizador de los boicots a los comedores de Nashville en 1960, una de las
campañas más importantes dentro del movimiento pro
derechos civiles de Martín Luther King en USA,..
No podemos hacer una manifestación con
25 personas que hacen lo que les da la gana. Deben tener una disciplina en
común. Esa es la palabra clave. Para mí la dificultad con las personas y los
esfuerzos no violentos radica en que no reconocen la necesidad de una fuerte
disciplina y un entrenamiento feroz. Así como la importancia del diseño de
estrategias, planificación, reclutamiento y de todo lo que hay que hacer para
organizar un movimiento. Todo eso no puede surgir espontáneamente debe hacerse
sistemáticamente.
Pero reconocer que no se sabe es un
ejercicio de madurez que no todo el mundo tiene, y colaborar con los demás y
mantener una disciplina significa ser capaz de confiar en los demás y en uno
mismo (para no defraudar a los demás). Colaborar con los demás significa
confiar y eso requiere de saber superar nuestros miedos y barreras emocionales,
algo que no todo el mundo puede o está dispuesto a hacer.
Es la formación de las bases la que
evita todos estos problemas y el daño irreparable al movimiento causado por la
ignorancia y la falta de disciplina. Cuando dicha formación en las bases no se
da es porque a las cúpulas no les interesa, ya que su objetivo no es el cambio
y la transformación social sino su cuota de protagonismo.
Nadie tiene derecho a perseguir un
objetivo político sin explicitarlo claramente. Quien pretenda que puede
beneficiar al pueblo engañándolo en el fin que persigue sólo merece la exclusión
social y el desprecio de los demás. Ese compromiso político con la
transparencia ha de verse reflejado necesariamente en la formación de las bases
y militantes.
Pero es necesario también un compromiso
de la militancia. La falta de compromiso se ve reflejada precisamente en la
incapacidad para el dialogo y el acuerdo, el dogmatismo y la intolerancia, la
falta de estratégica, la falta de disciplina y organización y en el uso
de la difamación y la calumnia.
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