viernes, 10 de mayo de 2013

LA LAGUNA: DESARROLLO URBANO Y ORGANIZACIÓN DEL ESPACIO









PROLOGO
Hay en este libro la presencia de un profundo afecto de la autora al objeto de su estudio, con el que contribuye a mostrar como la ciudad de San Cristóbal de La Laguna afronta, entre 1800 y 1936, el tránsito a una modernidad que deja muy pocas huellas en su fisonomía urbana. El siglo XIX es para la antigua capital de Tenerife tiempo de decadencia, pero no por ello carente de un sereno y cautivador encanto. El pasado esplendor de sus edificios se trueca en ruina y abandono y las acciones para combatirlos son escasas, y débiles los recursos y el convencimiento del Cabildo y Ayuntamiento. Las mejoras en los accesos, el arbolado, las plazas, que parecen tener entre sus principales motivos reforzar la atracción de La Laguna como lugar de veraneo para las clases acomodadas de Santa Cruz, las más de las veces quedan inconclusas o se pierden en el olvido. Sólo a partir de 1890, un conjunto de mejoras en los equipamientos urbanos apun­tan una salida a la crisis secular.
La primera parte de este trabajo es, sobre todo, la crónica del espacio vivido de la ciudad y para ello Carmen Gloria Calero hace valer, además de una escritura directa, precisa y ágil, que es común a todo el libro, las imáge­nes de la Laguna que se desprenden de los libros de viaje, las guías para visi­tantes y la prensa de la época.
En la segunda parte de su obra recurre a la herramienta estadística. Con ella analiza, a diferentes escalas, la relación de la ciudad con el territorio. Su posición en un sistema urbano que se reorganiza, y en el que pierde centrali-dad, y su función como cabeza de un amplio municipio de actividad agraria predominante y de poblamiento disperso. A mayor escala, las relaciones de La Laguna con su periferia inmediata, que constituye una de las singulares aportaciones de su trabajo y, por último, el análisis del núcleo urbano, en cuyo espacio introduce la compartimentación social y morfológica de los diferentes barrios que lo forman.
El estudio de los equipamientos e infraestructuras urbanas como luego el de producción de suelo y de viviendas forman el cuerpo más original de este libro y casi con seguridad el de mayor deleite para los lectores, siendo, por paradójico que parezca, el que ha necesitado más tiempo de Carmen Gloria Calero, que ilusionada y subyugada por su investigación, no ha dado cuartel a los legajos del Archivo Municipal de La Laguna. Trabajo paciente convertido en capítulos tan sugerentes como los que dedica al cementerio, a los establecimientos educativos, que denomina "lugares de la educación", o a la Alameda del Prado. Igualmente bien tratados están los equipamientos, entre los que el referente al suministro del agua es, por la información que aporta y por su estructura, una auténtica monografía. Van en ella los proble­mas de su abastecimiento en la etapa preindustrial y los que ocasiona su exceso anegando caminos y desbordando barrancos; las obras siempre pen­dientes del alcantarillado, la red de fuentes públicas, lavaderos y abrevaderos y los avalares del suministro domiciliario.
Igual es la calidad de las páginas dedicadas a las infraestructuras via-rias, en las que se documentan las obras de empedrado, enlosado y embaldo­sado de las calles en beneficio de la comodidad y el aseo de la ciudad, siem­pre presentes en las preocupaciones de la política municipal. La entresaca de centenares de notas de los documentos que la autora hilvana con finura le permiten construir otros apartados que dedica a puentes y caminos, cuyas obras con frecuencia también se retrasan, y a la remodelación del viario inte­rior. Hasta donde el Archivo Municipal le permite analiza el precario sistema de iluminación de la ciudad que se electrifica en 1910.
Llegado a este punto, que es el final del primer tomo de la tesis con la que Carmen Gloria Calero se doctoró con la más alta calificación el curso 1998-1999 y de la que este libro es resumen, ya no hay duda de que su aprecio a la ciudad, unido al rigor del método que aplica al objeto de estudio, la convierten en la mejor interlocutora entre La Laguna del siglo XIX y los lectores de este libro. Ese método es el que se aplica a la reconstrucción de los espacios del pasado entendiendo el paisaje como totalizador histórico, en cuyo uso la autora es experta. Por ello, encontramos en este libro la sostenida intensidad de un pai­saje pretérito, al rescate de los fragmentos todavía presentes en la ciudad.
De los tres elementos del paisaje urbano, plano, parcelario y espacio edi­ficado, este último es esencial porque permite comprender mejor la organiza-[…]

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