lunes, 24 de junio de 2013

TENERIFE Y EL EXPANSIONISMO ULTRAMARINO EUROPEO (1880-1919)






INTRODUCCIÓN

Cuando el historiador viaja por el tiempo con el científico afán de confir­mar hipótesis, reducir a conclusiones o convertir en gráficos y cifras lo que antes de él fue simple asunto cotidiano, actúa casi siempre con el alejamiento propio de un profesional insensible a la poesía del pasado. ¡Cuantas sugeren­cias y, también, que valiosos datos nos ofrece la contemplación de una postal amarillenta! El monóculo y la leontina, los trajes de lino, el cabello claro... un grupo numeroso... es la colonia inglesa que posa para el fotógrafo en el Hotel Pino de Oro.
Casi cien años más tarde y una pequeña foto se ha convertido ya en el testimonio más expresivo de un fenómeno histórico, cuya relevancia no es aún suficientemente conocida: las actividades extranjeras en Canarias. La amplitud de un tema así entendido hubiera rebasado, sin duda, de inmediato nuestras posibilidades investigadoras; más aún, considerando su dispersión geográfica y la antigüedad de su existencia, no en vano, los antecedentes más remotos datan, en sentido estricto, de los instantes mismos de la conquista. Así, pues, sin reparo alguno, decidimos cortar el hilo de la historia entre 1880 y 1919, reservando para nuestro estudio una hebra de cuarenta años de apre­tado tejido. También resultó prudente reducir el marco geográfico del trabajo ciñéndonos al que ofrecía la isla de Tenerife. Esta doble limitación, sin embar­go, no afectó sensiblemente a la entidad del tema, ya que, tanto espacial como temporalmente, la actividad extranjera demuestra la autonomía suficiente para ser abordada bajo las coordenadas elegidas.
En el tiempo, la crisis de la cochinilla y la consiguiente postración que sufre el Archipiélago a partir de la segunda mitad de la década de 1870, con­fieren a nuestro periodo un amplio margen de independencia respecto de la etapa anterior. Al otro extremo, el desencadenamiento de la I Guerra Mun­dial supuso una interrupción tan brusca y total de la actividad económica is­leña, que por sí sola constituye un paréntesis obligado con el que se cierra toda la fase de crecimiento anterior. Es este, pues, un periodo bien acotado y claramente definido, no en vano, el desarrollo de lo que ha dado en llamarse […]

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