miércoles, 26 de junio de 2013

CANARIAS: EL CLASISMO EN LA ESCULTURA






PROLOGO
                 El estudio de la escultura goza de menos popularidad que el de otros
campos artísticos, no obstante tiene transcendencia e importancia en momen­
tos cumbres de la historia del arte universal. En efecto, si su desarrollo en el
mundo clásico marca el modelo ideal a seguir a los dedicados a su práctica, el Renacimiento recrea sus principios con tal creatividad y fuerte originalidad
que en cierto modo, en sus mejores maestros, desarrolla sin embargo los fun-
damentos del barroco. La reacción de la desbordante vitalidad de este período
artístico, en sus últimos años falto de verdadero arte, da lugar a un retorno a
aquellos ideales clásicos de orden y medida que de forma difusa en un princi-
pió fragua, a lo largo del siglo xvm, en la creación de ciertas instituciones queen muchos casos conviven con el alegre y ligero rococó. Las más importantes de ellas, las Academias, se erigen, un tanto despóticamente, en arbitros del saber y de la elegancia y buen gusto de la obra artística. El trasfondo político y cultural de la época favorece el movimiento que en el mundo artístico reci- be el nombre de Neoclasicismo, término acuñado según Sánchez Cantón por evitar el de clasicismo, propio de la época pero también aplicable a otros momentos artísticos.

                La obra de Gerardo Fuentes se ocupa precisamente tanto de la escultura
de esta última época que en Canarias, algo alejada de los movimientos pro­
gresistas de la Península se prolonga en casos hasta los primeros años del si-
glo
XX. Es decir, que valientemente y sabiamente ha llevado a cabo el estudio de un campo artístico menos explorado que por ejemplo la arquitectura o la
 pintura y de una época especialmente difícil de definir en sus principales caracteres y no sólo en las Islas, el marco de su estudio, sino en España o inclu­so en otras regiones de Europa, Italia incluida.
En efecto, la renovación artística propugnada por las Academias incide sobre todo en la escultura de carácter civil realizada muy generalmente en otros materiales nobles como el mármol y el bronce, y en los encargos para las grandes obras reales como podían ser en España las de los Palacios de Ma­drid y La Granja. Cuando bajo este espíritu clasicista representaban temas re­ligiosos, por ejemplo algunos relieves de mármol de las sobrepuertas del Pala­cio Real de Madrid, se intentaban ajustar a esta nueva normativa.

Pero una gran parte de la clientela del artista era aún entonces eclesiásti­ca que no se aviene en su generalidad a la nueva moda o bien los artistas no consiguen concebir bajo el ideal neoclásico este tipo de encargos. El mundo «ilustrado» representaba en la mayoría de las naciones europeas una «élite» cuyos ideales no habían sido asimilados por el pueblo, la sociedad a la que se destinaban las nuevas obras que salvo en el caso de la escultura funeraria, y en parte por condicionantes económicos, prefería la escultura en madera po­licromada. Ello ocurre en la misma Italia y el gran tratadista de la escultura napolitana del «Settecento», Teodoro Fittipaldi, destaca la tradición tardoba-rroca en sus realizaciones en casos de mayor belleza que las obras en mármol así como Fausta Francchini detecta el mismo fenómeno en Genova en tanto que en España este tipo de escultura en madera policromada que en la prime­ra mitad del siglo XVIII se hace ligera por la influencia rococó acusa débil­mente el Academicismo que se impone a partir de la segunda mitad de la centuria sin apenas reflejar el neoclasicismo salvo en una mayor severidad, por ejemplo, de los rasgos debido a la contención expresiva que propugna el nuevo movimiento artístico y escasamente en los plegados quizás más airosos que los de finales del siglo xvn.

Si ello ocurre en Europa y más concretamente en España donde esculto­res de la Academia como Luis Salvador Carmona o Juan Pascual de Mena practican con éxito la talla en madera policromada de tema religioso, en la mejor tradición de nuestros imagineros barrocos, cuánto más en Canarias, adonde los ecos de los cambios llegan de segunda mano, difusos y en general tardíamente. Canarias, como expone el autor conoce las nuevas teorías políti­cas y artísticas pero en los muy pequeños círculos de intelectuales. Su clasi­cismo se resuelve en un academicismo meramente formal y por su tardía di­fusión integra el movimiento romántico para algunos autores larvado en el neoclasicismo. Las instituciones culturales de tipo ilustrado o academicista acogerán a los artistas de la madera policromada, como ocurrió con Lujan, que deben poco a los principios que definen aquellas.

La gran figura de Lujan, el gran maestro de las Canarias Orientales, refle­ja más la influencia de la escultura en madera policromada practicada por los escultores cortesanos, que la de la escuela de Salzillo, en tanto que Estévez, el otro gran maestro de las Canarias Occidentales refleja mejor aunque más par­camente el carácter local intimista y lírico de la región que le acerca a los ro­mánticos, de los que además es casi contemporáneo.
Como en Italia, Austria o la Península incluido Portugal la escultura en madera policromada triunfa al servicio de la Iglesia con las limitaciones im­puestas por el nuevo gusto. Siguen siendo las más accesibles a la piedad po­pular sin que esto refleje inferioridad artística sino más bien una búsqueda realista de calor humano en sus representaciones de la Pasión, marianas o de los Santos. Aunque también influyó en su acogida, no obstante las nuevas co­rrientes artísticas, el factor económico e incluso el técnico, al menos en Espa­ña que no en Ñapóles, por ejemplo, el sentido católico de «mover a devo­ción» propugnado por Trento sigue aún siendo válido en muchos aspectos.

No era fácil la exposición del tema y la laboriosidad del trabajo apenas se refleja en las escuelas, citas de documentos de varios archivos o notas de ex­trañas y antiguas publicaciones pero todo aquel que haya trabajado en el campo del arte quizás pueda valorar la obra en su exacta dimensión.

En una amplia y documentada introducción se da una visión muy com­pleta del panorama político y cultural de la España del siglo xvm, sustrato en el que se desarrolla el arte. Respecto a Canarias estudia con detenimiento el proceso de la Ilustración que se plasma en la creación de ciertas instituciones entre las que destacan las relacionadas con el Arte sean las escuelas de dibujo o similares la tardía creación de la Academia y la creación de la Universidad.

La elaborada biografía de cada artista de esta larga época sin olvidar el representante más destacado del trabajo en mármol Angelo Cherubini, in­cluye los pormenores de su vida en todos los aspectos, el estudio de su arte y un minucioso catálogo de su obra. Algunas de ellas exigieron la búsqueda de datos en lugares difíciles y otras, como las de Lujan Pérea o Fernando Estévez del Sacramento, constituyen separadamente una monografía que en uno y otro caso son aportaciones definitivas. Todas ellas son el claro exponente del desarrollo de este arte de la escultura, en general en madera policromada, en Canarias en el período que desde mediados del siglo xvm alcanza los prime­ros años del siglo XX.

La selecta bibliografía y el apéndice documental completan este estudio que superadas las dificultades que entraña una visión en conjunto de una eta­pa artística tan prolongada proporciona al estudioso un nuevo y valioso ma­terial de comparación que facilitará otras publicaciones similares tan poco comunes en la historiografía artística.
margarita M. estella


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