martes, 13 de marzo de 2012

GLOSARIO VOCES DEL HABLA COLOQUIAL DE IGUESTE (ANAGA)


AMBIGÚ: Descanso entre pieza y pieza del baile que se iniciaba al grito de ¡Al ambigú!, para invitar a algún refresco (una copita de anís, vino dulce o gaseo­sa) a la pareja y a una acompañante.
APAGAO: Ave que vuela al oscurecer, de difícil observación. Su sonido parece decir: Apagao, apagao. Popularmente se considera un ave malagüera, que anun­cia la muerte.
BUCIO: Caracola o perro de la mar. Servía para avisar el peligro de incendio o cre­cidas de los barrancos. Y en los lloros, entre otros usos.
CAMBADO: Persona o cosa torcida. Apodo del barco de San Pedro por su quilla torcida.
CUARTEL: Tiempo de trabajo que tenía que realizar a la comunidad cada vecino durante el año. Mediante este sistema se realizó la construcción de la iglesia de Igueste a finales del siglo XIX.
CHAMIZO: Rama y tronco de arbusto seco, se utilizaba como leña para encender el fogal (cocina). También se dice de la casa mal construida o de mal aspecto.
CHORRO: Fuente pública.
DULA: Sistema de reparto del tiempo de riego según las acciones de agua de la galería que tengan sus propietarios.
FLETERO: Barco primero a vela y después a motor que realizaba la ruta Igueste -Santa Cruz, llevando frutos y pasajeros.
GORO: Construcción de piedra seca de forma circular, con diversos usos, como goro o corral para animales, como espacio para guardar estiércol o basuras y también como resguardo de los atalayeros antiguos.
LATA: Vara de madera de monte (de brezo, haya) que se utilizaba para delinear y mantener las tomateras, habichuelas, viñas, etc.
MACHERO: Cesto de caña y mimbre utilizado por el hombre para cargar estiércol, papas y otros productos.

MANADA: Rebaño formado por más de doce cabras.
MANCHA: Espacio o lugar sin cultivar donde crece la hierba y puede pastar e ganado.
PLUMA: Palo enramado con haya o acebiño en cuya parte alta se colocaba de ador­no una bandera, estos palos se colocaban en la plaza por las fiestas del pueblo.
PORRETO: Higo pico o tuno pelado y cortado en rodajas que se dejaba secar al sol en los paseros, se seguía el mismo proceso de conservación que los higos de leche o higos pasados.
POSETA: Espacio de forma cuadrada donde se planta la platanera, y lugar donde se riega.
RANCHO: Grupo de personas que se reunían para ir al trabajo o a una fiesta. Arrancharse: arreglarse o vestirse para salir.
TOSCA: Piedra de color rojo, dura, utilizada en la construcción de paredes de huer­tas, de adorno en las esquinas de las casas, etc. Cueva excavada en la roca. También la tosca puede tener color amarillo, pero ésta es más blanda y fácil de trabajar.
VISO: Terreno propiedad de la iglesia (parroquia) que a cambio de un diezmo o una cantidad determinada lo daba en arrendamiento a los vecinos). De indiviso.

(Colectivo Atalaya, 1994: 43 y ss.)









lunes, 12 de marzo de 2012

UNAS PALABRAS



Compañeras y compañeros, en esta Cueva Santa de Añaco y con el permiso de los Espíritus  Vitales de las Maguadas que la habitaron en  vida -y conste que no es una licencia literaria-, queremos rendir homenaje a la mujer canaria ancestral y actual, personificada en nuestra compañera  Josefina Fuentes Tabares, para los amigos y compañeros FINA.

De las cualidades humanas y espirituales así como de su total entrega en la lucha por las causas de la libertad y la justicia social en nuestra Nación Canaria llevada a cabo por  la compañera Fina durante toda su vida podríamos escribir varios libros, pero necesariamente, debemos ser breves en nuestra intervención para dar paso a los compañeros que desean participa de este modesto pero justo y merecidísimos homenaje de reconocimiento a nuestra compañera.

 El ejemplo vital de la compañera Fina nos traslada mental y anímicamente a otras épocas en la antigua sociedad guanche donde la mujer mantenía un rol de igualdad con el hombre e incluso en algunos aspectos destacaba sobre este en función de su status como trasmisora de la pertenencia en aquella sociedad matrilineal.

Pero, un funesto día llegaron a nuestras costas con ánimos de invasión y conquista unos tenebrosos y depredadores europeos, portadores de unos principios humanitarios, filosóficos, morales y espirituales ciertamente inferiores a los que animaban a la antigua sociedad guanche pero, portadores de una tecnología más avanzada y con las más potentes máquinas de guerra conocidas en la época, y tras cruentas batallas, falacias y engaños, la sociedad guanche fue sometida, sufriendo ésta un profundo trauma social, moral y espiritual del cual aún no nos hemos recuperado.

A partir de ese momento, con la imposición de las normas sociales, morales y espirituales impuestas por los invasores, la tradicional situación preponderante de la mujer canaria en la sociedad guanche cambió drásticamente, de mujer libre con capacidad de decisión y guardiana de los fundamentos sociales y espirituales de la comunidad, pasó a ser esclava  objeto de comercio como una cabra u oveja; de compañera fiel; a instrumento sexual de los invasores; y, de  amantísima y sacrificada madre; fue convertida por estos en animales reproductores; pues era conveniente para los conquistadores aumentar sus rebaños de esclavos como medio de poder económico.

De depositaria de la milenaria espiritualidad guanche; pasó a ser  para la nueva religión impuesta un demonio; de conocedora de las ancestrales plantas  medicinales, pasó a ser perseguida como Bruja; de ser preponderante en la vida de la sociedad guanche, pasó a ser la encarnación del diablo judéo-cristiano.

Pero a pesar de esta nueva situación humillante y denigrante impuesta por los invasores, éstos jamás pudieron ni han podido doblegar totalmente el espíritu vital que siempre ha animado los sentimientos más profundos de la mujer canaria, tanto de las ancestrales como de las actuales, dignas herederas y continuadoras de innumerables hechos de abnegación y amor a la  Matria (patria) y a la libertad que nos han trasmitido las antecesoras, hechos que nos han sido trasmitidos  por la Tamusni y recogidos por los cronistas, muchos de los cuales permanecen reflejados en la toponimia actual, no en vano, la mujer guanche fue Reina, Sacerdotisa y Guerrera, además de ser la trasmisora del linaje.

Perdura en la memoria colectiva actos heroicos como los protagonizados –entre otros muchos-, en Tamaránt (Gran Canaria) por una madre y su hija que prefirieron arrojarse al vacío antes que ser esclavizadas por los invasores, o la madre de familia de Tegueste en Chinech (Tenerife) que optó por emparedarse viva con sus hijos y su anciano padre por no entregarse a los conquistadores.
En Erbania (Fuerteventura) tenemos los ejemplos de Tibiabin y Tamonante. Tibiabin era considerada una “mujer fatídica y de mucho saber, quien, por revelación de los demonios (según la óptica etnocristiana) o por juicio natural, profetizaba varias cosas que después resultaban verdaderas, por lo cual era considerada por todos como una diosa y venerada; y [...] gobernaba las cosas de las ceremonias y los ritos, como sacerdotisa”.
Tamonante “regía las cosas de la justicia y decidía las controversias y las disensiones que ocurrían entre los duques y los principales de la isla, y en todas las cosas era superior en su gobierno” [Torriani (1590) 1978: 75].
Para Benahuare (La Palma) “Se suele señalar que en esta isla había mujeres amazonas, es decir, mujeres guerreras y valientes o que llegaban a detentar un poder político.
Veamos algunos ejemplos: a la hermana de Zuguiro y Garehagua, apresada en el término de Tigalate (Mazo) por los herreños, tuvieron que apuñalarle los pechos y darle muerte para defenderse de su bravura. Otro tanto pasó con Guayanfanta, en Aridane, mujer hermosa, de cuerpo gigantesco y de gran bravura, que se enfrentó con los cristianos herreños cuando trataban de acosarla, derribando a uno que le perseguía y tomándolo bajo el brazo, estuvo dispuesta a arrojarse con él al precipicio, pero los otros herreños lo impidieron rompiéndole ambas piernas” (Abreu Galindo).
Azurara también comenta cómo en una captura de palmeros como esclavos llevada a cabo por portugueses, se apresó a una mujer “que era de talla extraordinaria para una mujer y de la cual se decía que ella era la reina de una parte de esta isla”.  Torriani también indica que “las mujeres iban por delante de los hombres en los combates y peleaban virilmente, con piedras y varas largas”).
Refiriéndose a las guanchas de Chinech (Tenerife) Espinosa nos dice: “…iban también sus mujeres con ellos, que les llevaban la comida, y para si morían, que los trajesen a sus entierros y cuevas y, aunque fuesen venci­dos, no hacían daño alguno los vencedores a las mujeres ni hijos de los vencidos, ni a los viejos y hombres que no fue­sen de guerra, antes los dejaban en paz volver a sus casas.” (Alonso de Espinosa)
Compañera Fina, en ti se refleja el espíritu indómito de la mujer canaria forjadora de pueblos, la que al frente de sus familias emigraron a tierras lejanas para ser la simiente de nuevos canarios en el exterior fundadores de naciones, de pueblos y ciudades, de las cuales por las razones anteriormente apuntadas nos limitaremos a dar un breve resumen:

En 1545 se funda un pueblo en el lugar de Montecristi,  de la isla de la Española, con 30 vecinos casados de las Islas Canarias.

En 1659, para evitar la pérdida de Jamaica, “nada mejor que una armada despachada de la península ibérica cargada de gentes que han de ser de trabajo y provecho, como lo es la de las Canarias”.

En Venezuela entre otras poblaciones fundan San Antonio de Los Altos, Hoyo de La Cumbre y San Diego, en la que sus habitantes actuales portan un 84% de genes guanches
En Puerto Rico, especialmente en el recinto Mayagüez y de Hatillo, en la República Dominicana, municipio de Las Lagunas de Nisibón, son poblaciones que tiene a orgullo el alto porcentaje de genes guanches de sus habitantes.
En 1684 fundan en las afueras de Santo Domingo  San Carlos de Tenerife. En 1690 25 familias canarias fueron agregadas a la población de la segunda ciudad del país, Santiago en el fértil valle norteño del Cibao. En 1704 fue la fundación con familias canarias de la villa de Hincha. En años anteriores había tenido lugar la de Banica. A ella se le uniría en 1733 la de San Juan de la Maguana.
Las canarias y canarios en Cuba tenemos en nuestro  historial ser promotores de la fundación de Matanzas (1693), Sagua, San Carlos de Nuevitas, Manzanillo y Santiago de las Vegas, además de un gran aporte poblacional en  Camaguey.
Entre el 6 y 8 de abril de 1729, treinta familias canarias fundan Montevido. En 1731 diez familias canarias fundan San Antonio de Texas. Entre 1778 y 1783 unos 2.500 mujeres hombres y niños canarios que fueron llevados a Luisiana.
También fue la sangre de la mujer canaria la que dio vida a grandes luchadores por la libertad e independencia de los pueblos hermanos de América, entre ellos: Juan Francisco de León, José Gervasio Artigas, Francisco de Miranda, José Martí, Secundino Delgado Rodríguez  y,  toda una pléyade de canarios luchadores.

También la mujer canaria vio partir a su compañero en busca de la libertad el pan y la sal que en su Matria (patria) le era negado por un sistema colonial y opresor, ella se quedó aquí al frente del fisco de tierra  o labrando las del criollo cacique de turno y, luchando en un mar de adversidades con penurias sin cuento para sacar adelante a unos hijos y en ocasiones también a unos padres ya ancianos y, con las esperanzas puestas en el retorno de un marido portador de un deseado bienestar económico que en muchos casos, jamás se produjo.

Hoy en pleno siglo XXI somos testigos de cómo  la mujer canaria continua viéndose obligada a luchar con uñas y dientes para  arañar a la sociedad actual algunos espacios de la dignidad y  libertad de la que sus ancestros disfrutaron y que les fue arrebatadas por un sistema injusto, deshumanizado y machista, que si bien ha cambiado un poco en las formas, no así en el fondo que continua invariable.

Lamentablemente, también somos testigos de cómo por  parte de un sector enfermo de esta sociedad, los  dignos herederos ideológicos de aquellos bárbaros invasores, continúan denigrando, apaleando y asesinando a la mujer canaria.

Hacemos votos por la pronta liberación de la mujer canaria en el plano de igualdad que tuvieron sus ancestros, pero esta libertad sólo la conseguirá plenamente si viene indisolublemente aparejada con la de la Matria (patria).

Esto y mucho más compañera Fina, es lo que vemos reflejado en tu indomable espíritu de lucha y entrega por la consecución de la libertad y la justicia social en nuestra Matria.


Compañera Fina, gracias por permitirnos compartir contigo este momento, gracias por ser quien eres y, sobre todo…,  ¡Gracias por ser como eres!

Eduardo Pedro Garcia Rodriguez

Abril 5 de 2009.

jueves, 8 de marzo de 2012

HISTORIAS INMORALES COLONIALES EN CANARIAS (10)


                                                         Capitulo VII-III

La Inquisición española en Canarias
      
 Chaurero n Eguerew


Segundo auto de fe en Canarias.

El amanecer del 4 de Junio de 1530, fue el día señalado para el segundo auto de fe celebrado en esta colonia, principia­ron las campanas á tañer á muerto, y or­denada la procesión, llevando el estandarte de la fe el Fiscal Fullana, y la Cruz el prior de Santo Domingo, fueron saliendo los reos, custodiados por el alguacil mayor, empleo que desempeñaba el noble caballero D. Bernardino de Sanabria Camargo, auxiliado por una falange de Familiares.

Llegados al tablado, y colocados todos en sus respectivos asientos, se predicó un sermón alusivo á las circunstancias, y se le­yeron las causas de los sentenciados, subien­do cada uno, con sus insignias, al banqui­llo que les estaba preparado, de donde podían ser vistos de la concurrencia.

Descollaban en primer término seis esta­tuas de cartón, representando seis esclavos de Berbería, quienes, después de haber sido cautivados y reducidos á servidumbre, se les había catequizado y recibido en el gremio de la Iglesia católica; pero que, no contentos al pare­cer con su nueva vida, ni con la religión que se les había impuesto, se decidieron á volver á sus desiertos arenales, y continuar allí sus diarias abluciones, para realizar su proyecto, se apodera­ron de una barca, surta en el puerto de las Metas, y se embarcaron, perdiéndose en la travesía, y pereciendo todos ahogados, se­gún resulta de su proceso.

Más, no por haber muerto escaparon los moriscos de las llamas inquisitoriales.

Para esos casos se había establecido una jurispru­dencia-, que no tenía precedentes en ningún Tribunal. La estatua del condenado salía al auto, vestida con las insignias que le cor­respondían, y era entregada á la justicia, para ser quemada en lugar del reo. Des­ahogo que seria ridículo, sino encerrara en sí tan sangrienta venganza.

Además de estos reos, había otro, llama­do Juan de Tarifa, quien, menos afortunado que aquellos, no pudo escapar de la cárcel, donde ya le tenían preso Este era, natural de Sevilla, y residente en Canaria, merca­der, hijo de Diego de Tarifa, converso, y de Catalina López, reconciliada. De creer es, que no viendo medio de salvarse, y no que­riendo sufrir la pena que le aguardaba, encontró medios de darse la muerte en su calabozo, ahorcándose el mismo de una viga, como en efecto así lo ejecutó. Sus huesos permanecieron en depósito, esperando el fa­llo de su proceso; y cuando se mandó que fuese relajado, su cadáver, encerrado en un ataúd, fue entregado también al brazo se­glar, y consumido por la hoguera, en com­pañía de su estatua. En la sentencia se pre­vino asimismo, que sus bienes fuesen con­fiscados de cuarenta años atrás; y sus hijos por la línea masculina, hasta el segundo grado y por la femenina hasta el primero inclusive, declarados inhábiles, y privados de oficio.

Fueron penitenciadas las siguientes: María, vecina de la isla de Tenerife en la Laguna, á quien se dio tormento, y decla­ró ser judaizante; Pedro Hernández, de la misma vecindad, que abjuró de vehementi por varias y gra­ves palabras hereticales;  Juan, cristiano nuevo de moro, vecino de Telde; Bartolomé Pires, también cristiano nuevo de moro y Pedrianes, herrero, vecinos ambos de Canaria. (Millares Torres, A. 1981:97-102)

Todos los que se veían amenazados con la hoguera, abjuraban inmediatamente de sus errores, y prometían reconciliarse con la Iglesia católica. ¡Beneficio incalculable debido sin duda á los penosos trabajos del Santo Tri­bunal!

Es verdad que esas conversiones, des­pués del tormento y el azote, y ante la ame­naza del fuego, no eran en sí mismas muy edificantes; pero de todos modos, la mala se­milla se arrancaban; y los reconciliados, con­denados todos á penas infamantes, inhábi­les para ejercer toda clase de oficios, despo­jados de sus bienes, desterrados, ó encarcela­dos por toda la vida en inmundos calabo­zos, no podían pervertir con su ejemplo a los buenos católicos.

Tercer auto de fe

El auto se dispuso y tuvo lugar, el sábado 23 de Mayo de 1534, en la misma plaza mayor de Santa Ana, y delante de la Igle­sia Catedral, en un hermoso tablado, que se levantó con ese objeto.

El contingente de los relapsos lo sumi­nistró la secta judaica, aunque con la pe­queña diferencia, de que la Inquisición solo pudo quemar sus estatuas. Los nombres de estos nuevos herejes eran: Duarte González, conocido por Francisco Ramos, zapatero, vecino de la Palma, y cristiano nuevo de judío, y Duarte Pereza, de la propia vecindad, por la misma causa. Ambos fueron relajados al brazo seglar, y quemadas sus estatuas, con las accesorias de confiscación de bienes, é inhabilitación perpetua á sus descendientes.

Los reconciliados fueron: Andrés, esclavo de Bernardino Justiniani, vecino de  Tenerife, Antón, esclavo de Hernando de Jerez, vecino de Canaria, Ana de Salazar, vecina de Lanzarote, Ana, de la misma vecindad, Alonso de Lugo o de la Seda, vecino de Lanzarote, Alonso, esclavo de Pedro de Cabrera, vecino de Lanzarote, Antonio, esclavo de Ruiz Leme, vecino de Lanzarote, Diego, esclavo de Juan de Alarcón,  Dean de Canaria, Diego Alonso o Muca, vecino de Lan­zarote. Francisco, esclavo del pertiguero Andrés de Medina, vecino de Canaria, Felipe, indio, esclavo de Francisco Sán­chez de los Palacios, vecino de Canaria, Francisco Bujama u Ortega, vecino de Lanzarote, Gonzalo Baez. vecino de Galdar. Jorge, esclavo de Juan Hernández, cer­rajero, vecino de Canaria, Juan de AI faro, esclavo del  Licenciado Alfaro, vecino de Tenerife, Juan de. Palomares, esclavo de Diego Felipe, vecino de Lanzarote. Juan, negro, esclavo de Hernando Magader, vecino de Lanzarote, Juan, esclavo de Adán Acedo, vecino de Gáldar, Juana, mujer de Juan Jansen, vecina de Langarote, luis Deniz de Solazar, por otro nombre, Alí Bojador, vecino de Lanzarote, Luis Perdomo, vecino de Lannzarote. Luis, esclavo de Juan Perdomo, vecino de Lanzarote, Pedro Berrugo ó sea Pedro Cabrera, ve­cino de Lanzarote, Pedro, esclavo de Juan Perdomo, veci­no de Lanzarote, Pedro, negro esclavo, del mismo Juan Perdomo y de la propia vecindad.

Estos fueron los veinte y siete reos, que según la relación que se conserva de este auto, pe presentaron en él á sufrir las penas A que fueron condenados. (Millares Torres. A. 1981)

Después del ejemplar y cristiano tercer auto de fe del 23 de mayo de 1534, los herejes cesaron de turbar la con­ciencia de los fieles católicos; una escrupulosidad mi­nuciosa presidió á todos los actos externos dedevoción, aun en aquellas familias, que por su acrisolada piedad, podían inspirar menos recelos á la inquisición; y en todas las Islas reinó una ortodoxia tan completa, que el Cabildo eclesiástico, teniendo en cuenta que D. Luís de Padilla no asistía- al co­ro, y siendo notorio que en el Sanio Oficio no había que hacer•, por cuya razón tanto al dicho Inquisidor como á los dichos oficia/es se  les ha­bía quitado el salario, se acordó notificarle ganase las horas canónicas.  

Esta notable circunstancia de habérseles quitado el salario debió influir muy poderosamente en el animo de D. Luís y de sus subalternos. Su celo adquirió duplicada energía, y su vista se hizo más penetrante y escudriñadora, un proceso de nuevo género, pero que también contribuyó á la edificación de los fieles, turbó por entonces la plácida quietud de Las Palmas.

La Catedral estaba en posesión, como otras Catedrales de España, del derecho de dar asilo á los criminales, que en su recinto se refugiaban. Los Canónigos eran muy ce­losos de conservar esta inapreciable prerrogativa, que les servia para sobreponerse en ciertas ocasiones al poder civil. Fue, pues, el caso, que el Gobernador de Canaria, D. Bernurdino de Ledesma, se había atrevido á quebrantar la inmunidad de la Iglesia, introduciéndose en ella, y sacando á Viva fuerza á un mozo llamado Pedro Fuensalida, procesado por un delito común, á quien hizo que el verdugo le cortase luego la mano.

Tan violento proceder no podía quedar sin correctivo. El Provisor y vicario gene­ral, de acuerdo con el Cabildo, excomulgó al Gobernador con todas las ceremonias pro­pias del ritual; y el Sr. Ledesma se vio pri­vado, no solo de ejercer su empleo, sino de tener comunicaciones y trato con la pobla­ción, de entrar en la iglesia, de oír misa, de recibir los sacramentos, y en fin, de ser un súbdito católico español, y hasta un hom­bre cualquiera. En efecto, el excomulgado de entonces era un hombre apestado, del que todos huían y se apartaban con horror, te­miendo contaminarse con su lepra heretical.

El pobre Gobernador, viendo las fata­les consecuencias de su imprudente conducta, bajó la cabeza, y fue á postrarse é los pies del Provisor, quien lleno de indulgen­cia, le perdonó, imponiéndole una pena pecuniaria, y obligándole en día feriado á hacer penitencia pública á las puertas de la Catedral; penitencia cumplida por Ledesma con humilde contrición, á presencia del pueblo, que suspenso y maravillado, con­templaba á la orgullosa potestad civil, ba­jo el irresistible poder de la autoridad ecle­siástica.  (Millares Torres. A. 1981)

Diverso era el espectáculo; pero todo provenía del mismo origen, y su efecto mo­ral era el mismo.

Cuarto auto de fe

Tu­vo lugar en 15 57, hubo diez y siete relap­sos, de los cuales quince eran moriscos.

A los veinte y tres años del tercer auto se resolvió, al fin D, Luís de Padilla á ce­lebrar   el cuarto, aunque siempre con el dis­gusto de no poder ofrecer á los verdaderos fieles el espectáculo de un hereje, quemado vivo en la hoguera.

Los diez y siete relapsos habían encon­trado medio de escapar, y solo quedaba el recurso de quemar su efigie, en estatua. Re­curso elocuente, pero ineficaz, para infundir un saludable espanto en las almas.

Sea como fuere, el viejo Inquisidor no quiso demorar por más tiempo la piadosa ceremonia, y en el dicho año de 1557, cele­bró, con el ceremonial que ya hemos sucin­tamente descrito, un nuevo auto de fe, en el que aparecieron las estatuas de los diez y siete relajados, cuyos nombres, según re­sulta de la relación de sus causas, y de sus Sambenitos, son los que á continuación co­piamos: Agustín Hernández-, guanche,  vecino de Tenerife; Andrés Suarez, morisco, vecino de Ca­naria; Francisco  Martin, morisco,   natural  de Canaria; Hernando de  Betancort, morisco, natural de Canaria; Juan Pacheco, morisco, natural de Cana­ria; Juan de Lugo, morisco, natural de Cana­ria; Juan Bautista, morisco, natural de Cana­ria; Juan   de Casañas, morisco,   arcabucero, vecino de Canaria; Juan de Lew, Garbanzero, morisco, vecino de Canaria. Juan, morisco, criado de Carrasco, veci­no de Canaria. Juan Berriel, morisco, vecino de Cana­ria; Julián Cornidis Vandik, flamenco, vecino de la Palma; Luis Hernández, morisco, vecino de Ca­naria; Pedro Tfjina, de Gáldar, morisco, vecino de Canaria; Miguel de Vergara, morisco, vecino de Canaria; Pedro Borrara, morisco, vecino de Ca­naria; Pedro de Salinas, morisco, vecino de Ca­naria.

Todos estos reos fueron condenados, se­gún decía su sentencia, por sectarios de Afahoma, excepto el flamenco, que lo fue por la herejía de Latero; y como no estaban presentes, sus estatuas se entregaron al bra­zo seglar, para que, arrojadas en la ho­guera, las consumiese el fuego.

Pocos eran también los reconciliados, que en ese auto salieron á la vergüenza pu­blica, siendo sus nombres: Francisco de Valera, vecino de Canaria: Juan Afonso, cristiano nuevo de moro, vecino de la Palma; Miguel González, cristiano nuevo de moro, vecino de Daute en Tenerife; Pedro, morisco, esclavo de Cebrian de Torres, vecino de Canaria.

Excepto Miguel González, que se le pro­cesó por la secta de Calvino, los demás lo fueron por seguir también la religión de Mahoma.

No tenemos de este auto más noticias; aunque es de suponer hubiese un número mayor de penitenciados, porque éstos eran los reos condenados á penas inferiores.

Dos años después, en Noviembre de 1559, el Sr. Inquisidor, en premio de sus buenos servicios, fue promovido á la Dignidad de Deán de la Catedral de Canarias, de que to­mó posesión el once del mismo mes. (Millares Torres A. 1981)

Continuará:

Octubre de 2009