miércoles, 31 de julio de 2013

HEROES DE PACOTILLA




DESMITIFICANDO

 

ALONSO FERNANDEZ DE LUGO VERSUS VALERIANO WEYLER NICOLAU -V


(El esqueleto de Alonso Fernández de Lugo)


Eduardo Pedro García Rodríguez



CAPITULO V



   Algunos antecedentes de la familia Lugo en España

   La familia Lugo se estableció en Sanlucar de Barrameda (España) en el primer tercio del siglo XV. Era gente muy ligada al tráfico con Canarias.

   En él archivo de Provincia de los franciscanos de Andalucía, hay unos documentos relacionados con la fundación del convento de San Francisco de Sanlucar, uno de los que formaron la Custodia Observante de Canarias, otorgados en 1443; y en ellos aparece, como uno de los fundadores de la casa, Alonso Fernández de Lugo. En el más antiguo Sanlucar, 26-V-1443 Mencía Muñiz, vecina de Sanlucar. En presencia de Pedro Bernal, escribano publico por el Duque de Medina Sidonia D. Juan de Guzmán, concede licencia a “Sancho de Vera e Fernando Martínez Bachicao y Alonso de Lugo e Lope González escribano publico y Antón Pérez vecinos que sodes de la dicha villa que vuestra voluntad es por amor de Nuestro Señor de dar a gastar de vuestros bienes para facer e fabricar una casa o casas para donde fray Joan de Bilbao e fray Diego de Limpias e sus compañeros cuales ellos quisieren moren e sirvan a Dios... quiero e consiento de mi deliberada voluntad que vos los dichos Sancho de Vera e Fernando Martínez e Alonso Fernández e Antón Pérez fabríqueles e fagades facer e fabricar en la dicha mi arboleda... desando para mi Della los árboles cerezos que están al un canto Della una casa o casas por la vía e manera que a vosotros bien visto fuere para ende estén e moren los dichos fray Joan y fray Diego que dichos son e los que después dellos vinieren e estuvieren en servicio de Nuestro Señor Dios de la dicha observancia e regla”.


   En Jerez, en unos cuadernos de escritura notariales de 1483 y 84, autorizados en El Puerto de Santa Maria por Hernando de Carmona, figura un Alonso de Lugo residente en Jerez que obtuvo una juradería vacante, por haber sido quemado su propietario por los primeros inquisidores. En una de las notas de Hernando Carmona, Alonso de Lugo aparece debiendo a Juan Piloto 35 mil maravedies; dicha nota es exactamente del 21 de Octubre de 1483. No aparece en sitio alguno la cedula de concesión del juradazgo que podría dar mucha luz al exponerse los motivos de la gracia, pues hay lagunas históricas en los cuadernos capitulares de estos años. Pero el cronista Benito de Cárdenas, contemporáneo de los hechos, dice que la concesión se hizo en Enero de 1483.

   Fernández de Bethencourt en el tomo 1, pág. 53, de su Nobiliario y Blason de Canarias, hace a Alonso Fernández de Lugo, fundador de la Iglesia de la Santísima Trinidad de Sanlúcar de Barrameda, tío del Adelantado y no su padre. El mismo Fernández de Bethencourt cita como hijos de Alonso Fernández de Lugo, fundador de la Iglesia de la Santísima Trinidad y de Catalina Martínez de Luna, a otro Alonso Fernández de Lugo, Regidor de Sanlucar y a Juan de Lugo, jurado de Sevilla. Este último Fernández de Lugo pudiera ser el que obtuvo la juradería de Jerez en 1483. Queda definitivamente demostrado que Alonso Fernández de Lugo, fundador de la Iglesia de la Stma. Trinidad de Sanlucar de Barrameda, fallecido en 1450 no pudo ser el conquistador de Tenerife.



 La supuesta tumba de Alonso Fernández de Lugo en Sanlucar (España.)
 
   Es frecuente que las zonas más deprimidas cultural y económicamente del Estado español con frecuencia recurran a la invención histórica con objeto de elevar su autoestima, así tenemos que extremeños y andaluces alardeen y glorifiquen a los masacradotes de pueblos surgidos de sus solares. San Lucar de Barrameda, en el pasado puerto esclavista que alcanzó cierta notoriedad bajo el yugo de los Medinasidonia, no ha podido sustraerse a esa corriente, y a falta de un “héroe” patrio más significado optan por crear un sepulcro en honor del traficantes de esclavos Alonso Fernandez de Lugo, tal como podemos leer en una página oficiosa del aquel municipio español.
   “Un sanluqueño tendría un protagonismo importante en la misión: Alonso Fernández de Lugo participó en la conquista de Gran Canaria. Más tarde Pedro de Vera lo nombró gobernador a Agaete. En 1491 llega a un acuerdo con la corona para conquistar la isla de La Palma.

   Entre 1494 y 1495 conquista Tenerife. Llegó a ser Adelantado de Canarias. Fue acusado de injusto y arbitrario. Colaboró en la construcción de la iglesia de San Francisco. Su sepulcro se encuentra en la Iglesia de la Trinidad de Sanlúcar. 
    Actualmente se conserva la imagen del Cristo de La Laguna que llegó a Canarias con el Adelantado Alonso Fernández de Lugo. Es una pieza de excepcional valor artístico, tallada en madera de roble de Flandes, de estilo gótico. Antes de que el Duque de Medina Sidonia se la obsequiara al adelantado era venerada en la ermita de la Vera Cruz en Sanlúcar de Barrameda. En 1520 el conquistador la donó a su vez al convento franciscano de San Miguel de las Victorias, en cuya iglesia aún se conserva.”

   Ningún honor dedicaron sus contemporáneos en la colonia a la figura de Alonso Fernández de Lugo, excepto los propios mortuorios habituales, ni siquiera su hijo Pedro se preocupó en cumplir de manera diligente con las mandas testamentarias del Adelantado relativas a la construcción de su sepultura en el convento franciscano en Eguerew (La Laguna), quien había dejado dispuesto: Otrosí mando que de mis bienes, frutos, rentas y alogeros de ellos, ante todas las cosas, se acabe de hacer la capilla que yo tengo mandado, que es de San miguel de las Victorias…"

   El silencio documental relativo al Adelantado después de su muerte es ciertamente significativo, es como si la sociedad de su tiempo hubiera experimentado un notable alivio con su desaparición física, su recuerdo se desvaneció, los historiadores y estudiosos guardaron silencio sobre este personaje hasta que fue rescatado del anonimato por el cronista Núñez de la Peña.





    La sociedad colonial tinerfeña no había prestado mayor atención a la figura del conquistador hasta que un general español de nefasta memoria para la humanidad el mallorquín de ascendencia alemana Valeriano Weyler Nicolau, a quien la corona borbónica española tan dada a dispensar honores y prebendas a sus fieles servidores en tanto que no afecte a las arcas,  le adjudicó el virreynato y la capitanía general de esta colonia canaria (1878-1883).

   Asolador de los campos de Cuba y precursor de los centros de exterminio nazis en los patriotas cubanos durante la guerra de independencia de aquel país, decidió rescatar del olvido la figura del también masacrador de pueblos y traficantes de esclavos Alonso Fernández de Lugo.

   Para ello decidió impulsar un viejo proyecto de la burguesía dependiente criolla lagunera la cual en sus deseos de resaltar su condición de supuestos descendientes de conquistadores en un momento histórico en que el imperio colonial español se desmoronaba inevitablemente en América y el Pacífico, y la extrema miseria en que se encontraba el pueblo español obligaba al Estado de ese país a distraer la atención popular invadiendo parte de nuestro continente. Para hacer aflorar los sentimientos patrióticos y patrioteros hispánicos de la población criolla y del ingente número de funcionarios destinados en esta colonia el  general Weyler ordenó desempolvar dicho proyecto.

   Si creyera en la reencarnación del alma tal como lo entienden algunas religiones hindúes estaría obligado a sumir que la  de Alonso Fernández de Lugo  en una de sus múltiples reencarnaciones abría encontrado su sosías en el general español Valeriano Weyler Nicolau, y que aún continua reencarnándose en busca de la purificación a juzgar por  las actitudes de determinados políticos y militares españoles y españolistas quienes hacen ingentes esfuerzos por continuar manteniendo los preceptos ideológicos coloniales de tan destacados desalmados hasta el presente siglo XXI.

   Veamos unas breves pinceladas de este personaje digno y genuino representante de las tradiciones castrenses españolas.
   Según expone el investigador canario Miguel Leal Cruz: “Sus primeros pasos en el ámbito castrense los dio en el Colegio de Infantería de Toledo y, en 1861, una vez terminados los estudios militares, fue nombrado capitán del Estado Mayor. Dos años más tarde pidió el traslado a Cuba, donde participó en la campaña de Santo Domingo, que le mereció la Laureada de San Fernando por sus muchos méritos. En 1868, ya con el rango de coronel, volvió a Cuba para dirigir el Batallón de Cazadores de Valmaseda.
   Con la proclamación de la Primera República, Weyler luchó contra los carlistas. Derrotó a Santés en diciembre de 1873, lo que le valió el ascenso a mariscal de campo. Durante la Restauración su ascensión prosiguió, fue nombrado teniente general y se le adjudicó la Capitanía General de Canarias, que ocupó durante el período comprendido entre 1878 y 1883. Años más tarde, en 1888, dirigió la Capitanía General de Filipinas, hasta 1893.

   En su vuelta a España sirvió en Cataluña, tratando de sofocar los numerosos atentados anarquistas que se producían en aquella ciudad.”

   El 24 de febrero de 1895 se inició la última guerra por la independencia de Cuba. El Capitán General español, Arsenio Martínez Campos fracasó en su intento de vencer a los cubanos, incapaz de ordenar una guerra de exterminio recomendó se le sustituyera por el General Valeriano Weyler y Nicolau, Marqués de Tenerife. Weyler se hizo cargo del mando en la Isla el 10 de febrero de 1896. Al tomar el mando contaba con 200.000 hombres, de los cuales 80.000 eran voluntarios, españoles y criollos, en tanto que las fuerzas cubanas no pasaban de 30.000.

   En los planes de Weyler estaba acabar con la insurrección en dos años. Su primer objetivo en la isla era aislar al rebelde Maceo, al que consideraba el más peligroso para los intereses españoles al tener este el apoyo de los negros. De esta manera fortificó una línea que atravesaba la isla de norte a sur.

   Pero su plan de aislar a Maceo fue un fracaso. La presencia de Weyler hizo, además, que la Junta de Nueva York decidiera mandar más material y armas a la isla en apoyo de los insurgentes.

   Ante los triunfos de las fuerzas insurrectas en varios puntos de la Isla, Weyler dispuso los denominados Bandos, específicamente, el bando de reconcentración, dictado el 21 de octubre de 1896, obligaba a los habitantes de los campos o fuera de la fortificación de los poblados a reunirse en el plazo de 8 días en los pueblos ocupados por las tropas españolas. De no hacerlo, se les consideraba rebeldes y eran juzgados como tales. La medida se hizo cumplir levantando alambradas y fuertes en ciudades y campos, donde vagaban hambrientos y plagados de enfermedades niños, mujeres, ancianos, todos, como medidas represivas para aislar a la población y a los rebeldes, privarlos de alimentos, medicinas y otros recursos. También declaró el cierre de los establecimientos comerciales, la confiscación de los caballos encontrados en los caminos y la incautación de las cosechas de maíz.

   Estos campos de concentración y de exterminio en 1896 llegaron a albergar a más de 400 mil cubanos y las víctimas de los mismos  llegaron a ser más de 750 mil constituyendo la tercera parte de la población cubana de la época.

   Crónicas locales dan fe de que los reconcentrados morían en las calles y a bordo de los trenes que los transportaban. Otros andaban desnudos por las plazas en busca de comida que no existía, pues todos los víveres iban a parar al ejército metropolitano. Sólo en la localidad de Vueltas hubo 1572 defunciones en menos de medio año.
   España apostaba al terror y a la barbarie y para ello Valeriano Weyler haría gala de su crueldad, la misma que exhibió sin límites en 1868 con el fusilamiento a diestra y siniestra de civiles inocentes, incluyendo menores de edad, y al arrasar caseríos y sembrados.

   Los efectos de aquellos métodos macabros fueron apocalípticos. Sin amparo ni hogar, hambrientos, desprovistos de medicinas o ropas, miles de mujeres, niños y ancianos hormigueaban alrededor de las fortificaciones españolas. No pocas personas estaban hacinadas alrededor de alambradas en torno a las ciudades o vagaban errantes por las calles procurando misericordia.

   Además de las epidemias que por entonces proliferaban -malaria y fiebre amarilla- se sumaron otras como el beri beri, la disentería o males desconocidos, debido a la alarmante depauperación alimentaria y la ausencia de condiciones higiénico-sanitarias.
   La sustitución del genocida Weyler con el propósito de evitar el desastre, provocó la ira de sus seguidores, civiles y militares, en Cuba y en España.  Al grito de “Viva Weyler, mueran los Estados Unidos y la Autonomía” tomaron las calles. Para los españoles y españolistas en Cuba la masacre cubana era vista con alegría cristiana y fervorosamente apoyaron a Weyler.

   Los republicanos españoles, tan integristas como los monárquicos, preferían la pérdida del resto de su imperio, que reconocer el derecho de los cubanos a ser libres e independientes.

   Cuando tras el fracaso de su política de horror y la muerte del ministro Cánovas el tristemente célebre Weyler una vez sustituido por el general Blanco, retornó a Madrid, un poeta de la zona escribió acerca del barco que lo conducía: “si supiera el horror que lleva encima, contra las duras rocas se estrellara”. De esta nueva aventura en Cuba, Weyler regresó a la metrópoli con su patrimonio personal aumentado con 600.000 pesos oro fruto de la rapiña siguiendo las más puras tradiciones  castrenses españolas, pues su salario durante su total mandato fue de 80.000 duros.

   Una vez que el buitre español se vio desposeído de su presa por el Águila norteamericana de cabeza calva  –que es calva precisamente porque también es carroñera-,  decidió aprovechar lo posible de los resto de su caduco imperio en América y Asia, vendiendo Cuba, Puerto Rico,  isla de Guam y Filipinas por 20.000.000 de dólares, mediante el tratado de París de 1898.

   Síndrome del colonizado

   Como he dicho mas arriba la sociedad criolla colonial hizo un ejercicio de voluntaria desmemoria histórica en torno a este nefasto Alonso Fernandez de Lugo. Es bien sabido que tanto individual como colectivamente el ser humano tiene mecanismos psicológicos que le impulsa a  olvidar los sucesos desagradables de la vida, tales como las tragedias, el dolor, el sufrimiento ocasionado por la tortura o la enfermedad  etc., sentimientos que con el transcurso del tiempo se van desvaneciendo en los individuos y en los pueblos, motivando que las victimas acaben perdonando a sus verdugos e incluso convivan con ellos apaciblemente.

   Por otra parte, el colonizador impone sus estrategias desde el poder y  descubre en los colonizados, un comportamiento mimético, híbrido y ambivalente, donde el colonizador participa junto con ellos, en una operación mimicrética (donde el colonizado remeda e imita), de camuflaje, un comportamiento ambivalente del colonizado (entre el remedo y la esperanza de ser como ellos) y la del colonizador (entre el miedo de perder autoridad ante la imitación y el deseo de ver su “grandeza” desde los ojos del vencido).

   El sentimiento experimentado por el criollo de que “todo lo que viene de fuera es mejor” -actitud que es propia de todos los pueblos sometidos- supo plasmarla en una curiosa anécdota el españolista y sacerdote católico profundamente comprometido con la oligarquía canaria, José de Viera y Clavijo, quien nos narra el hecho de la manera siguiente: “Hubo un Comandante General cuya mujer cojeaba ligeramente de un pie, pues bien, las damas de la buena sociedad de Santa Cruz entendieron que la moda en Europa marcaba el caminar cojeando ligeramente, por consiguiente en las recepciones, reuniones y saraos las encopetadas damas andaban todas cojeando como signo de elegancia y distinción”.

   Además, la influencia ejercida sobre los colonizados y criollos por la Pléyade de empleados de la metrópoli, funcionarios, militares y clero, sobre la sociedad colonial es ciertamente decisiva en el desarrollo de los acontecimientos políticos dirigidos desde la metrópoli con el fin de perpetuar la situación colonial, uno de los métodos  empleados consiste como he dicho en inducir en el colonizado sentimientos de gratitud hacia el colonizador, para ello no dudan en falsear la historia creando héroes ficticios supuestos salvadores de los sometidos. Esta táctica empleada en nuestra matria durante siglos por la iglesia católica, fue retomada en plano político y militar por Valeriano Weyler  sirviéndose para ello de la figura del desalmado Alonso Fernandez de Lugo, creando con ello una tradición en los estamentos militares en esta colonia.

   Como ejemplo de lo anteriormente expuesto tenemos la parafernalia que han creado en torno a la expedición en corso llevada a cabo por una escuadrilla británica contra el puerto de Añazu (Santa Cruz) con animo de apoderarse del tesoro proveniente de las rapiñas españolas en América, y que se suponía que estaba resguardado en la plaza de Añazu, esta escuadrilla venía al mando del vicealmirante Horacio Nelson, este intento de golpe de mano, los españoles lo convierten en una invasión, al virrey y capitán general de turno Antonio Miguel Gutiérrez González, (el lector interesado puede consultar una biografía de este personaje en www.canariastelecom.com/benchomo/) hombre ya anciano enfermo y decrepito cuya mayor hazaña frente al desembarco de los ingleses fue el desmayarse ante la presencia de los cuerpos de los asaltantes mutilados por la metralla de los cañones en el “martillo” del muelle, desde donde hubo de ser trasladado a hombros de dos oficiales españoles hasta la seguridad del sótano del castillo de San Cristóbal.

   Pues bien, el colonialismo ha entretejido todo un entramado de falsificaciones históricas e interpretaciones tervirgersadas al objeto de presentarnos a este  manipulado personaje como un héroe salvador de Canarias. Así mismo, se le atribuye la toma de la bandera y caja de guerra (tambor) a los ingleses a un oficial español, otra apropiación de méritos pues el verdadero artífice de tal acción fue el cabo del Regimiento de Milicias de Güímar don Diego Correa, el cual estaba destinado en la batería de la Concepción, éste en el momento del desembarco de los ingleses por la playa de la Caleta, animó a sus hombres, y descalzándose sobre la playa, arremetió contra los invasores y en breves minutos, cautivó a 17 soldados ingleses, que entregó personalmente en el castillo de San Cristóbal, además de varias armas, un cañoncito de campaña y la mencionada caja de guerra, arrebatados a los enemigos. Es posible que fuese el cabo Correa, quien se hizo con la bandera ya que fue precisamente en el sector de playa defendido por Correa donde desembarcaron las tropas provenientes de la fragata Emerald, al mando del capitán Thomas M. Waller. Esta bandera que lleva grabado el nombre del navío de donde procedía, trofeo del que tan justamente nos sentimos orgullosos los canarios, hoy en día, se exhibe en un museo militar español, con otros objetos ganados por nuestras milicias verdaderas defensoras de la plaza a ante los invasores ingleses a los cuales se enfrentaron con poco mas que palos y rosaderas. Pero en fin, hasta aquí la historia colonial siempre la han escrito los españoles y españolistas… Ruego al paciente lector disculpe esta digresión…

¡COMO EL HUMOR CANARIO NO HAY DOS!





Josefa Falcón Abreu
De nuestras cosas, de las cosas de aquí, de las que disfrutamos los canarios: de nuestra música, nuestra gastronomía, nuestras fiestas, nuestro humor…quizás sea esto último lo que no acaba aceptando, o mejor comprendiendo, la gente de fuera, y es que nuestro humor es muy canario, muy exclusivo de nosotros. Nuestra gastronomía la pueden saborear o degustar y puede gustar o no, nuestra música la pueden escuchar y puede gustar o no pero, nuestro humor…nuestro humor es diferente, el humor de los canarios solo lo pueden entender bien los canarios, es muy raro que alguien ajeno a estas islas se ría con nuestro humor, la chispa especial que le dan nuestros queridos humoristas utilizando esos términos tan nuestros y que a nosotros nos hacen desternillarnos de risa a ellos no les llega. Los canarios en cambio podemos entender perfectamente el humor de peninsulares, sudamericanos… tenemos muy buen sentido del humor, nos gusta reírnos y sabemos encontrar fácilmente el punto al humor y ellos no saben lo que se pierden porque, tener delante a cualquiera de nuestros humoristas y desperdiciar unas risas es imperdonable, en fin, lo dicho, que ellos se lo pierden porque, dicen, que vivir riendo es como vivir dos veces. No pasa lo mismo con nuestras fiestas, de eso sí que sabe disfrutar todo el mundo sea de donde sea, ya sean carnavales, bailes de magos o romerías, y a nosotros no nos importa, que disfruten, que vean que los canarios somos gente abierta, hospitalaria y que nos gusta compartir ¡siempre y cuando no nos toquen las narices! Que somos todo lo hospitalarios que se quiera pero no tontos y hay mucho “listillo” por ahí afuera que se lo ha creído y hasta creen que llamarnos aplatanados es un insulto, pues no, fíjense que no, que tenemos una relación muy estrecha con los plátanos y eso nos gusta..jaja… pero algo especial debemos tener Canarias y los canarios cuando a todos les gusta venir aquí, que no creo sea solo por nuestro sol y nuestras playas porque, Canarias, es mucho más que eso, Canarias llega al corazón de cualquiera porque es especial, y no lo digo solo yo por ser canaria, no, lo dicen los mismos visitantes…para mi ser CANARIA siempre ha sido y será un orgullo y vivir aquí también…Buen día amigos…

martes, 30 de julio de 2013

OBRAS POLITICAS





INTRODUCCIÓN
Don Alonso de Nava Grimón, sexto marqués de Villanueva del Prado, es uno de los personajes más destacados de la historia canaria, debido al importante papel político que desempeñó en circunstancias difíciles y a la integridad y patriotismo de que dio repetidas muestras a lo largo de toda su vida pública. Los historiadores lo conocen sobra­damente y hasta se puede decir que su recuerdo no se ha borrado en la conciencia de lo que podríamos llamar el gran público de su isla natal y de Canarias en general. Se le deben, en efecto, intervenciones deci­sivas en empresas de primera importancia, en las que fue siempre precursor entusiasta y en las que gastó abnegadamente su tiempo, sus esfuerzos y su dinero. Todos conocen su conducta como presidente de la Junta Suprema de Gobierno formada en Tenerife, en 1808, con motivo de la Guerra de Independencia. Antes había intervenido en la fundación de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Laguna y había acometido solo, sin apoyo y pagando el precio de mu­chos años de trabajo y de buena parte de su fortuna personal, la em­presa del magnífico Jardín Botánico que, a pesar de haber sido funda­do por real decreto, bien puede considerarse como su obra exclusiva. Más tarde sería uno de los comisionados que presidirían a la crea­ción y a los primeros pasos de la Universidad de La Laguna. Tuvo una actuación no menos eficaz en sus numerosas personerías, de las que subsisten como pruebas documentales muchas memorias de su mano sobre comercio, vinos, montes, emigración y en definitiva sobre todos los problemas que interesaban la vida material de sus conciudadanos. Había fundado en La Laguna el primer montepío de labradores; es­tudió e hizo las proposiciones encaminadas a organizar en la Isla la enseñanza de primer grado; y prácticamente intervino en todo cuanto se relaciona con la vida pública de Tenerife en los años que median entre 1787 y 1828.
No es de extrañar, pues, si el recuerdo de tantos servicios y de tan eminente personalidad perdura aún en la memoria de los isleños. El retrato del marqués de Villanueva del Prado sigue presidiendo la sala de sesiones de la Real Sociedad Económica, cuya biblioteca está formada en su mayor y mejor parte con los libros de este procer. Una lápida algo arrinconada recuerda al visitante del Jardín Botánico que todo cuanto ve, tiene su origen en los sacrificios del mismo personaje, uno de los más representativos de la Ilustración canaria. Desde este punto de vista, sus compatriotas no le han sido ingratos.
Pero no se puede decir lo mismo de la obra escrita del Marqués, que no ha merecido hasta ahora casi ningún interés por parte de la inves­tigación. El capítulo que le dedica Agustín Millares Cario en su Bio-bibüografia de escritores naturales de Canarias y los textos inédi­tos que reproduce B. Bonnet en su historia de La Junta Suprema: he aquí, si no nos equivocamos, casi todo cuanto se ha hecho hasta ahora para su fama postuma como escritor.
Las ra/ones de este silencio son varias al mismo tiempo que obvias. En primer lugar, el mismo Marqués no publicó sino muy pocas cosas durante su larga vida, dejando lugar así a la impresión de que su obra literaria era algo accesorio dentro de sus actividades y que a él mismo no le interesaba mucho presentarse delante de la posteridad con esta calidad de autor, que pocos aristócratas de su época codiciaron. Además, todo cuanto publicó él mismo no da una gran idea de sus mé­ritos en este campo. Un Oficio del marqués de Villanueva del Prado al Cabildo de Tenerife (1810), que no tiene pretensiones literarias; una traducción parcial, en verso, de Los Mártires de Chateaubriand, mucho más notable por la erudición de que hace gala en su introduc­ción que por el estro de su poesía; una tímida composición poética titulada La sombra de Amalia (1829), en ocasión de la muerte de la reina: he aquí las obras con que él mismo quiso o pudo presentarse al público lector. En fin, sus papeles inéditos, notablemente conserva­dos en la misma Biblioteca antes aludida, ofrecen una montaña abulta­da de tomos manuscritos, que más bien parece haber desanimado a los investigadores y en que se mezclan los documentos personales con las cartas recibidas, la correspondencia oficial con las poesías, los me­moriales políticos o económicos con las relaciones genealógicas.
Pero la causa principal del desafecto de la crítica parece haber sido un error de óptica del que, al fin y al cabo, el principal respon­sable es el mismo Marqués. De las pocas obras que él mismo publi­có parece poderse deducir que abrigaba la ilusión de ser poeta; pero esta ilusión está lejos de corresponder con la realidad, a menos de […]

CANARIAS Y BRASIL EN LA RUTA ATLANTICA DURANTE LA UNION PENINSULAR 1580-1640 PRÓLOGO





Al redactar estas páginas, me traslado a un período preté­rito de mi ejercicio como investigador muy grato por cuanto de ilusión tenía todo lo que haríamos entonces. Me refiero a La década de los 50, comercio de las islas Canarias con el Nuevo Mundo. El tema había surgido espontáneamente, por el casual hallazgo en la sección de Indiferente General de un tondo documental relevante sobre tal asunto. Mi canariedad no resistió la tentación y sin el magisterio de un especialista o el conocimiento de la técnica ya puesta en marcha por escue­las francesas historias cuantitativas —me sumergí en los lega­jos que encerraban una historia, la cual, salvo un par de auto­res, nadie había abordado.
Fueron aquellos años en los que coincidimos en el archi­vo sevillano con el matrimonio Chaunu, admirados amigos, enfrascados en una investigación cuyo gran fruto fue Seville et l'Atlantique (1957) donde las Islas Canarias jugaban ya un pro­tagonismo que también Antonio Rumeu de Armas había apuntado en su magna obra Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias (1947-1950). Paradójicamente, mi trato con los Chaunu no significó un trasvase de ideas y noticias que hu­bieron sido muy útiles para mí. Casi coincidiendo con la im­presión de nuestro libro, en 1952 apareció la monografía de José Peraza de Ayala, El régimen comercial de Canarias con las In­dias en los siglos XVI, XVII y XVIII, estudio concreto y capi­tal. Otro autor cuyo magisterio busqué al manejar sus obras fue el venezolano Eduardo Archila Parías que para mí fue, es­pecialmente, un ejemplo a seguir sobre todo con su Comercio entre Venezuela y México en los siglos XVII y XVIII (1950). Quedé desde entonces en deuda con él y ello explica que fuera al historiador venezolano a quien solicitara un Prólogo en el que resaltamos, pues refuerza lo que estamos diciendo o estamos intentando decir, sus afirmaciones en torno a la no­vedad del estudio de las relaciones económicas interindianas. Arcila profetiza el progreso de tales estudios demostrando que los lazos económicos unían a las distintas zonas de la monarquía hispánica formando una compleja red en la que las Islas Ca­narias parte del ámbito Atlántico, se insertaban como una unidad más de la economía americana.
A partir de estos pioneros estudios y, a partir de 1976-7, comienzo de los Coloquios de Historia Canario-Americana aus­piciados por la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Cana­ria, el interés por el tema cobró, junto con el de la emigra­ción, una dimensión inusitada de tal modo que no ha habido Coloquio en el cual no se haya presentado alguna ponencia sobre el tráfico canario-americano, ampliado más allá de la dimensión Canarias-América pues pronto se comprobó que el poliedro de tal tráfico contaba con diversas caras en las que entraban, no sólo el mencionado eje, sino que había que te­nerse en cuenta el rumbo europeo, los lazos con África y las vinculaciones con los restantes archipiélagos atlánticos y sus derivaciones brasileñas. Esta monografía, de Antonia Fernan­da Pacca de Almeida Wright y Roseli Santaella Stella, pre-[…]

HISTORIA DEL PUERTO DEL ARRECIFE EN LA ISLA DE LANZAROTE UN DE LAS CANARIAS






Conocí a José Agustín Alvarez Rixo, a través de unas amenas historietas que leí hace años en la biblioteca de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, en La Laguna, en las que contaba brevemente anécdotas de las que fue testigo o que oyó a otras personas. (V. Miscelánea o bien sea Floresta provincial. Sig. 22/40 en la biblioteca citada).
Lo volví a encontrar en trabajos históricos con citas de obras suyas y con la indicación de su nombre escueto, como si de persona muy conocida se tratase, lo que ciertamente no es del todo verdad.
Lo que supe entonces y luego he ido averiguando me situaron ante su personalidad, interesantemente ungida con el óleo naturalista que habían esparcido por el mundo, los filósofos franceses de la pre-Revolución.
Precisamente en el Puerto de la Cruz de la Orotava, ciudad to­cada ya de internacionalidad, en la que los apellidos extranjeros, Ba-rry, Pasley, Walsh, Little, Grimaldo, Cólogan, Linch, etc., sonaban tanto o mejor que los insulares y que estaba en importante momento de auge comercial por sus relaciones mercantiles con Francia, Portu­gal e Inglaterra, nació el día 28 de agosto de 1796, José Agustín Al­varez Rixo; fue el año en que se estaba apagando en la nación vecina el fuego en que se había guisado el Terror de 1793, y se entraba en periodos menos turbulentos, aunque agitados y España se enfrentaba con Inglaterra, en otro conflicto guerrero.
Para Alvarez Rixo que creció cubriéndose con las diversas capas de barniz de las seculares cualidades ibéricas, el choque entre ellas y las ideas ultramontanas, hubo de ser de grandes consecuencias.
Como a casi todos los hombres célebres, a él más que a otros lo fue moldeando la época; los primeros años de su vida, de 1796 a 1812, fueron tremendamente modificadores. El primero fue el año en que Napoleón Bonaparte tomó el mando del ejército de Italia y también cuando la buena estrella de Godoy, Príncipe de la Paz en 1795, al­canzó su cénit. Es también el preludio de 1797, año crucial para Santa Cruz de Tenerife, porque en él sus habitantes obtuvieron gran victoria frente al contralmirante Nelson. Entre 1796 y 1812 la aureo­la napoleónica se extendió sobre la Europa, angustiada y agostada por las guerras; se abrió en el atrevido paso de los Alpes, cruzó por Marengo, Wagram y Austerlitz y fue hacia su apagamiento total, cuando el «Corso» se vio obligado a retirar de Rusia sus tropas ven­cidas... Durante parte de estos años, José Agustín Alvarez Rixo, que alcanzaba los diez y seis de edad, estuvo estudiando en el Seminario Conciliar de Las Palmas y no debemos olvidar que entonces un mu­chacho de esos años, era más hombre que hoy lo es uno de veinte.
Tras la era napoleónica, vivida por Alvarez Rixo en su juven­tud, llegó la fernandina, la Constitución, el absolutismo, la muerte del «Deseado», María Cristina, el carlismo e Isabel II, sucesos todos que removieron la vida del escritor y lo marcaron para que aparecie­ra siempre como patriota liberal, moralista, enemigo del naipe y del vino, clarividente con acertados comentarios y, hasta un cierto lími­te, con tendencia a ridiculizar al Gobierno, las costumbres y las gen­tes.
La rama paterna del escritor, los Alvarez, es conocida; se ha lle­gado hasta un cura Alvarez, radicado en Chaves, en el norte de Por­tugal, cercano a Galicia, por donde el río Támega y el valle de Verín. Este clérigo lo pasó mal con el general don Domingo Bernardi, que fue más tarde comandante general de Canarias. Las tropas españolas en guerra con Portugal, lo habían invadido y Bernardi se enfadó en ocasión de una acampada en Chaves, en la que se enteró de que el […]

HEROES DE PACOTILLA




DESMITIFICANDO

ALONSO FERNANDEZ DE LUGO VERSUS VALERIANO WEYLER NICOLAU, IV

(El esqueleto de Alonso Fernández de Lugo)


CAPITULO IV


Eduardo Pedro García Rodríguez
 
1518. Noviembre, 6. Avila. Orden a don Alonso de Lugo, Adelantado de las Irlas Canarias, para que no proceda a confiscar los bienes de Hernando de Ponferrada, vecino de La Palma. Este ha sido representante de Jácome Monteverde en diversos pleitos y en el juicio de residencia al que fue sometido el Adelantado. Arzobispo. Palacios Rubios. Polanco. Qualla. Beltrán. Guevara. Salmerón. (E. Aznar, et. al. 1991:31)
   1518. Noviembre, 6. Avila. Orden al gobernador o juez de residencia de Te­nerife y La Palma para que restituyan a Jácome Monteverde, vecino de La Pal­ma, el ganado que, siendo suyo, el Adelantado ha declarado mostrenco en los últimos tres años. Hernando de Ponferrada, procurador de Monteverde, infor­mó que éste cría ganado vacuno en un ingenio de su propiedad y como, en ocasiones, algunas cabezas se apartan del rebaño, el Adelantado y sus oficiales los capturan y entregan al monasterio de San Francisco o a otras personas ale­gando que es ganado mostrenco. Esto lo hacen sin antes efectuar las diligencias necesarias para averiguar si tienen tal condición. Arzobispo. Palacios Rubios. Polanco. Qualia. Beltrán. Guevara. Salmerón.

   1518. Enero que dé cumplimiento de justicia al alcaide Francisco de Spíndola, vecino de Jerez, y a Tomás Mallart, inglés y vecino de Sevilla, que pi­den pago de deuda y costas a don Alonso Fernández de Lugo, adelantado de Canaria. Este les debía 5.881.000 maravedís y 58 arrobas de azúcar blanco lealdado, por lo que les empeñó durante 1512 y 1513 el heredamiento de los Sau­ces en La Palma, con sus ingenios, aguas, cañaverales y tierra de pan llevar; a pesar de esto, les tomó los azúcares que producía el ingenio y no les dejó co­brar lo que les debían otros particulares. Arzobispo. Carvajal. Santiago. Alonso de Castilla. Guevara. (E. Aznar, et. al. 1991:13)

    1520. Enero, 28. Valladolid. Orden  a las justicias del reino, en especial a   las de Sevilla, Gran Canaria, Tenerife y La Palma, para que hagan guardar la sentencia que obliga al adelantado don Alonso Fernández de Lugo a dar cuenta a  Guillen Peraza, señor de La Gomera y El Hierro, de ocho años de tutoría a entregarle 2/4 partes de los bienes multiplicados durante su matrimonio con doña Beatriz de Bobadilla, madre del dicho señor. Se nombra juez ejecutor de la misma al gobernador de Gran Canaria, a quien se concede poder cumplido y 350 mrs.,  al día de salario, más otros cien para el escribano. El pleito se inicio a instancias de Guillen Peraza, quien obtuvo, en diciembre de 1506, real cedula encomendándolo a los del Consejo. En él, reclamó la cuenta de la administración durante nueve años del azúcar, orchilla, ganado, quintos y demás derechos evaluados en 25 cuentos de mrs., y los bienes multiplicados en el matrimonio: una heredad en El Realejo, un par de casas en la villa de San Cristóbal un  par en el puerto de Santa Cruz, una heredad en Daute —que renta 700 arrobas de azúcar al año—, otra heredad en Icod, una renta anual de 1.000 fanegas de pan en Tenerife, otra igual en La Palma, la heredad del Sauzal en la mima isla, más otros bienes, todo valorado en 20 cuentos de mrs. A ello se negó el. Adelantado, alegando que la tutoría no concluía hasta que Guillen Peraza alcananzase los 25 años de edad, que la mitad de dichos bienes pertenecían su hermana, doña Inés de Herrera, y que le habían sido ocupados desde febrero de 1505. Añadió, además, que como curador le correspondía el diezmo y los bienes multiplicados eran suyos propios. La primera sentencia, dada el enero de 1513, condenó al Adelantado a dar cuenta de diez años y a pagar los bienes multiplicados, más las costas. La presente, de 7 de diciembre de 1519, rebajó tal obligación a ocho años y anuló las costas. Arzobispo. Polanco. Cabrero. Qualla. Beltrán. Acuña. (E. Aznar, et. al. 1991:55)
      1520. Noviembre, 21. Medina de Rioseco. Orden al gobernador de la isla de Tenerife, don Alonso Fernández de Lugo, para que no salga como fiador cuando designe algún juez por su teniente ya que, a juicio de Andrés Xuárez Gallinato, vecino y regidor de la isla, con ello perjudica a los vecinos. Es costumbre, y está mandado, que las justicias den fianzas cuando son recibidos en sus oficios como garantía de sus residencias; pero en la isla cuando va algún juez de residencia o gobernador, el propio Adelantado sale por su fiador, a pesar de ir a tomarle residencia a él y a sus oficiales. Zapata. Santiago. Cabrero. Coalla. Beltrán. Tello. Salmerón.

   1520. Noviembre, 21. Medina de Rioseco. Orden al gobernador o juez de residencia de Tenerife para que, a petición de Andrés Xuárez Gallinato, vecino y regidor, se redacten ordenanzas referentes a los esclavos y sus servicios,  que en la isla hay muchos que se "alzan" y no sirven a los vecinos. Se enviará al Consejo para que éste provea. Zapata. Santiago. Cabrero. Beltran. Tello. Salmerón. (E. Aznar, et. al. 1991)
   1521. Marzo, 18. Burgos. Comisión al gobernador o juez de residencia de Canaria para que se traslade a Tenerife y La Palma y dé cumplimiento de justicia a Francisco Núñez representante de Rafael Ponte, vecino y regidor Cádiz. Se queja porque el Adelantado, don Alonso Fernández de Lugo, le debía “dos mil seiscientos y tantos ducados” y, para satisfacer esta deuda, se le  entregó un heredamiento de tierras, agua e ingenio de azúcar con sus bienes en Icod, —que fue vendido hace unos tres años—. Pese a ello, el Adelantado le tomó por la fuerza, hace seis meses, doscientas arrobas de azúcar, pesadas y aderezadas y, ahora, teme que proceda de igual forma con otros heredamientos que posee en la isla, con los correspondientes títulos de compra.   Se entrega la comisión al gobernador de Gran Canaria, por treinta  días un salario de 250 mrs., por día que salga de su jurisdicción, más 100 para un escribano de Canaria, además de los derechos ordinarios a pagar por los culpables. Se ordena a las justicias de Tenerife y La Palma que le preste su favor y ayuda. Arzobispo. Santiago. Cabrero. Coalla. Guevara. Texeda.  Ramírez. (E. Aznar, et. al. 1991:71)
   1521. Abril, 26. Burgos. Orden a don Alonso Fernández de Lugo, Adelan­tado de Canaria y Gobernador de Tenerife y La Palma, para que no despoje de sus bienes y haciendas a Jacomo de Monteverde, vecino de la Palma, sin antes haberle oido o vencido en juicio. Arzobispo. Santiago. Cabrero. Coalla. Guevara. Acuña. Texeda. Gaspar Ramírez. (E. Aznar, et. al. 1991:72)
   1521. Marzo, 18. Burgos. Comisión al gobernador o juez de residencia de Gran Canaria para que se traslade a Tenerife y La Palma y dé cumplimiento de sentencia a Francisco Núñez, representante de Rafael Fonte, vecino y regidor. Se queja porque el Adelantado, don Alonso Fernández de Lugo, le debía “dos mil seiscientos y tantos ducados” y, para satisfacer esta deuda, se le dio un heredamiento de tierras, agua e ingenio de azúcar con sus bienes en Icod, —que fue vendido hace unos tres años—. Pese a ello, el Adelantado le tomó por la fuerza, hace seis meses, doscientas arrobas de azúcar pesadas y aderezadas y, ahora, teme que proceda de igual forma con otros heredamientos que posee en la isla, con los correspondientes títulos de compra. Se entrega la comisión al gobernador de Gran Canaria, por treinta días con un  salario de 250 mrs., por día que salga de su jurisdicción, más 100 para un escribano de Canaria, además de los derechos ordinarios a pagar por los culpables. Se ordena a las justicias de Tenerife y La Palma que le presten favor y ayuda. Arzobispo. Santiago. Cabrero. Coalla. Guevara. Texeda. Ramírez. (E. Aznar, et. al. 1991:71)

      1521. Septiembre, 19. Burgos. Comisión al licenciado Rodrigo de Alfaro, juez ejecutor, para que vaya a Tenerife y La Palma y determine en la demanda de Rafael Fonte, vecino y regidor de Cádiz. Este informó que D. Alonso Fer­nández de Lugo, Adelantado de Canaria y gobernador de Tenerife y La Palma, le debía más de 2.600 mrs., por lo que fue hecha ejecución en un heredamiento de tierras y aguas, y en un ingenio de azúcar que el Adelantado tenía en Icod. Durante tres años Fonte ha poseído pacificamente este ingenio, pero hace unos seis meses el gobernador le tomó por la fuerza 200 arrobas de azúcar blanco. La comisión al licenciado Alfaro se da con un salario de 150 mrs./día , más 200 mrs., para el escribano que le acompañe, aparte de sus derechos. Arzobispo. Santiago. Coalla. Beltrán. Acuña. Tello. Juan Ramírez. (E. Aznar, et. al. 1991:83)
   1523. Julio, 9. Valladolid. Comisión al doctor Sancho de Lebrija, teniente de gobernador de Tenerife y La Palma, para que determine en la demanda presentada por Alonso Romano, procurador de doña Violante, viuda del alcaide Francisco Spíndola -vecino de Jerez— y de Rafael Spíndola, vecino y regidor de La Palma, quienes reclaman a don Alonso Fernández de Lugo y a otras personas el heredamiento e ingenio que poseen en La Palma y les tienen ocupados. Además de las 500 arrobas de azúcar —valoradas en 700 mrs., cada una— que se llevaron. De lo cual no pueden alcanzar justicia por ser don Alonso justicia mayor de la isla. Arzobispo Santiago. Cabrero. Guevara. Marquez. Medina. (E. Aznar, et. al. 1991:120)
   1523. Julio, 4. Valladolid. Al adelantado para que cumpla el concierto hizo con el doctor Lebrija, su teniente de gobernador, por varios años. A petición de Fernando de Ponferrada, escribano público de La Palma, y vecinos de Tenerife y La Palma, que se quejan de los agravios que reciben los vecinos desde que el doctor Lebrija se vino a estos reinos. El Rey. Cobos. Obispo.   Polanco. Aguirre. Guevara. Acuña. Vázquez. Medina. (E. Aznar, et. al. 1991:120)
   1523. Julio, 20. Valladolid. Emplazamiento a don Pedro de Lugo, para que carezca ante la Audiencia de Granada en seguimiento de la causa presentada contra él por el licenciado Santiago, que le acusa de haber comprado hace 3 o cuatro años su hacienda de Tenerife con engaño. Dice que le pagó 600 doblas cuando valía 1.500, haciendo creer a su criado, Juan de San Vítores, que al mismo precio se vendía la hacienda del licenciado de La Fuente; y que cada vez valdría menos porque venía y vendría mucho azúcar de las Islas y Tierra firme, dándole dinero y joyas para convencerlo. Además, su criado concertó la venta con la condición que si él no estaba conforme sería nula. Arzobispo. Santiago. Cabrero. Guevara. Acuña. Vázquez. Medina. Campo.  (E. Aznar, et. al. 1991:123)
   1509 Abril 29. Valladolid. Poder a Lope de Sosa, gobernador de las islas de Canaria, para conceder autorización a Alvaro González de Alas, vecino de Tenerife, para llevar armas durante un año, ya que recela de don Alonso Fernández de Lugo, adelantado de Canaria, a causa de un pleito que trata con él. Conde Alférez. Tello. Carvajal. Palacios Rubios. Polanco. Sosa. Ramírez. Licen­ciatus Jiménez.  (E. Aznar Vallejo, 1981:158)
   1512 Noviembre 16. Logroño. Orden a las justicias de las islas de Canaria, para que den seguro a Sebastián Paes, vecino y escribano público de Teneri­fe, quien recela de don Alonso Fernández de Lugo, adelantado de Canaria y de sus hombres, por temor a que le hieran y dañen su hacienda. Zapata. Carvajal. Franciscus Licenciatus. Feria. Ramírez. (E. Aznar Valejo, 1980:185)
   1512 Noviembre 16. Logroño. Orden a las justicias de las islas de Canaria, para que den seguro a Guillen Castellano, vecino y regidor de Tenerife, quien recela de don Alonso Fernández de Lugo, adelantado de Canaria, y de sus hombres, por temor a que le hieran y dañen su hacienda. Zapata. Carvajal. Var­gas. Herrera. Ramírez. (E. Aznar Valejo, 1980:185)
   1513 Febrero 10. Valladolid. Carta de seguro para las justicias de las islas de Tenerife, La Palma y Gran Canaria y de la ciudad de Sevilla, a petición del bachiller Juan Fernández de Anaya, vecino de La Palma, que recela de don Alonso Fernández de Lugo, don Pedro de Lugo, su hijo, Jerónimo de Valdés, Andrés Suárez Gallinato, Vasco de Bahamonte, Bartolomé Benítez y de Pedro y Francisco de Lugo. Licenciado Zapata. Muxica. Santiago. Polanco. Aguirre. Sosa. Vitoria. (E. Aznar Vallejo, 1980:188)
   1515 Abril 20. Medina del Campo. Poder al gobernador o juez de resi­dencia de Gran Canaria, para que entienda en la petición del Ido. Nicolás Rodrí­guez, de Curiel, que solicita licencia de armas por temor al adelantado de Cana­ria, a quien tomó residencia como teniente de gobernador; y para que la pueda conceder por un año, previa la entrega de fianzas de que las utilizará en su de­ fensa. Archiepiscopus. Muxica. Santiago. Palanca. Aguirre. Cabrero. Tomás del Mármol.
   1515 Abril 21. Medina del Campo. Carta a las justicias del reino, en especial las de Tenerife y La Palma, para que den seguro a Andrés de Güímar, guanche, natural de Tenerife, que recela del adelantado don Alonso Fernández de Lugo. Arzobispo. Muxica. Polanco. Cabrero. Qualla. Vitoria.
   1515 Mayo 6. Madrid. Orden al gobernador o juez de residencia de Gran Canaria, para que entienda en la petición de doña Catalina Cambrana, ve­cina de dicha isla y mujer de Luis Cerón, regidor de la misma, que reclama al adelantado de Canaria los bienes de Rodrigo de la Fuente, su padre, y le acusa de haber hecho matar a éste en Sanlucar de Barrameda hace siete años, cuando se dirigía a la corte para quejarse de él. En virtud de una comisión anterior, el gobernador de Gran Canaria, obligó al Adelantado a pagar a los acreedores de Rodrigo de la Fuente, pero quedaron en su poder gran cantidad de maravedís y arrobas de azúcar. Arzobispo. Carvajal. Polanco. Aguirre. Cabrero. Coalla. (E. Aznar Vallejo, 1980:224)

   1518. Marzo, 28. Valladolid. Orden al gobernador o juez de residencia de Tenerife y San Miguel de La Palma, para que haga justicia a Juan Ruíz de Berlanga, vecino de Tenerife, que se queja de Vasco de Bahamonde, sobrino del Adelantado de Canaria, y Pedro Gallego, vecinos de esta isla, quienes pro­metieron dos pares de novillos y otras cosas a Juan García para que le matase. Este, a pesar de tener carta de seguro, le dio dos cuchilladas a traición y estuvo a punto de morir. Después, Pedro Gallego se refugió en casa de Vasco de Ba­hamonde, donde Gómez Arias y otros sobrinos de éste le encubrieron. (E. Aznar, et. al.:20)
   1518. Noviembre, 6. Avila. Orden al gobernador o juez de residencia de Gran Canaria, y sus lugartenientes de Tenerife y Gran Canaria, para que per­mitan llevar armas a los criados de Jácome Monteverde. El representante de éste. Hernando de Ponferrada, alegó que las casas e ingenios de Tazacorte, con cinco leguas de despoblado, son frecuentemente asaltadas por delincuentes, fa­vorecidos por la orografía abrupta y despoblada de la Isla. Archiepiscopus. Patricios Rubios. Polanco. Coalla. Beltrán. Guevara. Salmerón. (E. Aznar, et. al.:31)

   1518. Noviembre, 6. Avila. Carta de seguro a favor de Hernando de Ponferrada, vecino de La Palma, ya que recela de don Pedro de Lugo, hijo de don Alonso Fernández de Lugo, Adelantado de Canarias, y de otros hijos y parien­tes suyos. Arzobispo. Palacios Rubios. Polanco. Qualia. Beltrán. Guevara. Salme­rón.
   1518. Noviembre, 6. Avila. Incitativa a los alcaldes de la casa y corte, y al gobernador o juez de residencia de La Palma, para que entiendan en la petición de Hernando de Ponferrada, procurador de Jácome Monteverde. Este solicita licencia de armas por temor a las amenazas de muerte que el Adelantado Alonso de Lugo y sus hombres mantienen contra él, dado los pleitos que los afrenta. Pide licencia por un año, previa fianza y con la promesa de que sólo las usará en defensa propia. Arzobispo. Palacios Rubios. Polanco. Qualla. Beltrán. Cañara. Salmerón. (E. Aznar, et. al.:31)
   1518. Noviembre, 6. Avila. Emplazamiento a los alcaldes de casa y corte, y gobernador o juez de residencia de La Palma, para que informen de la amenaza que sufre Jácome de Monteverde por parte de los parientes y criados del Adelantado, don Alonso de Lugo, debido a los continuos pleitos que los en­frentan. Monteverde solicita licencia para portar armas durante un año, previa entrega de fianzas que asegure su utilización sólo en caso de defensa. Arzobis­po. Palacios Rubios. Polanco. Qualla. Beltrán. Guevara. (E. Aznar, et. al.:31)
   1518. Diciembre, 1. Zaragoza. Carta de seguro a favor de Jácome de Mon­teverde, vecino de La Palma, ya que recela de don Alonso Fernández de Lugo, Adelantado de Canaria, y de sus hijos, parientes y criados. El Rey. Castañeda. Gatinara. Obispo de Badajoz. García. Zapata. Villegas. (E. Aznar, et. al.:32)
   1521. Marzo, 7. Burgos. Orden al gobernador o juez de residencia de Gran Canaria para que no impida, bajo amenaza de muerte, la salida de la isla a ninguna persona que vaya a la Corte. Según Hernando de Espino, procu­rador de la citada isla, las justicias prohíben a los maestres de navíos que sin autorización previa, saquen a ningún vecino que vaya a negociar a cualquier des­tino. Arzobispo. Santiago. Aguirre. Cabrero. Qualla. Beltrán. Acuña. Teoto. (E. Aznar, et. al. 1991:71-72)
   1521. Marzo, 18. Burgos. Comisión al gobernador o juez de residencia de Gran Canaria para que se traslade a Tenerife y determine en la demanda de Jerónimo de Villanueva, estante en la isla. Este informó que cuando acudió en ayuda del teniente de gobernador, atacado por el licenciado Valcárcel y sus dos hijos, fue acuchillado y estuvo a punto de morir. A pesar de lo cual los agresores no fueron castigados, pues eran parientes del Adelantado; además, el escribano se negaba a darle las escrituras del proceso para presentarlas ante el Consejo, a fin de que éste determinara. La comisión al gobernador de Gran Canaria,  se le da por veinte días, con un salario de 250 mrs./, día, más 100  para el escribano que le acompañe; aparte de los derechos ordinarios que pagarán los culpables. Zapata. Santiago. Coalla. Guevara. Texeda. Gaspar Ramírez. (E. Aznar, et. al. 1991:71)
   1523. Julio, 9. Valladolid. Al adelantado Alonso Hernández de Lugo para que no prenda a Fernando de Ponferrada, vecino de La Palma, por haber veni­do a la Corte a pedir juez de la residencia contra él. Arzobispo Santiago. Cabre­ro. Guevara. Acuña. Vázquez. Medina. Campo. (E. Aznar, et. al. 1991:120)

   1523. Julio, 20. Valladolid. Carta de seguro a Fernando de Ponferrada, vecino ­de La Palma, que recela del Adelantado don Alonso Fernández de Lugo, porque vino a la corte para pedir juez de residencia contra él, sus parientes y criados. Arzobispo. Santiago. Cabrero. Guevara. Acuña. Vázquez. Medina. Campo.  (E. Aznar, et. al. 1991:123)

   Las islas Benahuare y Chinech prisiones para guanches y colonos dirigidas y controladas mediante el terror por Alonso Fernández de Lugo

   Su gobierno a similitud de los otros invasores conquistadores, lo realiza con mano firme y dura, con total despotismo y arbitrariedad.
   1506 Octubre 12. Burgos. Carta de seguro a favor de Pedro Rodríguez, vecino de Gran Canaria, que recela de don Alonso de Lugo, adelantado de Gran Canaria, y de otras personas de dicha isla. Obispo de Jaén. Muxica. Carvajal. Santiago. Doctor de Avila. Castillo. Laguna. (E. Aznar Vallejo, 1981)
   1506 Octubre 15. Burgos. Carta de seguro a favor de Alonso Sánchez, vecino de Tenerife, que recela del adelantado don Alonso de Lugo, gobernador de dicha isla, por haber reclamado en la corte contra ciertos agravios que la isla había recibido de él. Obispo de Jaén. Muxica. Carvajal. Santiago. Polanco. Al­fonso de Castilla. Aguirre. Castillo. Laguna. (E. Aznar Vallejo, 1981)
   1508 Marzo 2. Burgos. Carta de seguro, a petición de Pedro Fernández, regidor de Tenerife, para que las justicias del Reino, especialmente las de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, protejan a las personas que declaren en la resi­dencia del adelantado don Alonso de Lugo, gobernador de Tenerife y La Palma. Conde Alférez. Martinus doctor. Muxica. Santiago. Polanco. Mármol Jiménez. (E. Aznar Vallejo, 1981:149)
   1508 Marzo 2 Burgos. Orden a Lope de Sosa, gobernador de Gran Cana­ria y juez de residencia de Tenerife y La Palma, a petición de Pedro Fernández, regidor de Tenerife, para que informe al Consejo sobre una constitución existen­te en esta última isla, que prohíbe a los maestres sacar personas de la isla sin que éstas hayan dado fianzas y pregonado su intención con seis días de antelación, sopena de perder sus navíos, lo que produce grandes males, ya que los mercaderes fian a los pobres para esclavizarlos por deudas, y porque nadie puede ir a la cor­te a quejarse de los agravios de la justicia de dicha isla. Conde Alférez. Martinus. Talavera. Muxica. Santiago. Polanco. Mármol. Jiménez.  (E. Aznar, et. al. 1991)
   1509 Marzo 13. Valladolid. Sobrecarta a Lope de Sosa, gobernador de Gran Canaria y juez de residencia de Tenerife y La Palma, para que remita a Consejo la residencia del adelantado don Alonso Fernández de Lugo, y devuelva éste las varas de la justicia, conforme a la carta de 3 de octubre de 1508, que si inserta. Conde Alférez. Muxica. Carvajal. Palacios Rubios. Aguirre. Sosa. Licenciatus Jiménez. Ramírez. (E. Aznar Vallejo, 1981:158)
                      
1513 Mayo 3. Valladolid. lncitativa al gobernador o juez de residencia de Gran Canaria para que informe al Consejo sobre la demanda presentada por el licenciado Fernando de Aguayo, regidor de dicha isla y procurador de otros regidores, que acusa a García de Llerena, a la sazón en la Corte a costa de la isla, de tomar los capítulos presentados al Rey por el regimiento y vecinos acerca de las necesidades de la isla y de la actuación del gobernador, y de enviarlos al citado gobernador, quien castigó a los firmantes, sin que éstos hayan osado protestar. Zapata. Muxica. Carvajal. Santiago. Aguirre. Sosa. Cabrero. Tomás del Mármol. (E. Aznar; 1981)