viernes, 26 de julio de 2013

LA APORTACION CANARIA A LA HISTORIA DE AMERICA






PRÓLOGO
Unas palabras para el libro de Pancho García
LA APORTACIÓN CANARIA A LA HISTORIA DE AMÉRICA
La epopeya canaria ha sido de tal magnitud en la historia de América que es apenas hoy cuando se empieza a valorar efectiva­mente la aportación del Archipiélago en las diversas latitudes y en las variadas áreas del acontecer humano. Basta decir que Andrés Be­llo, el más grande humanista de América y una de las figuras de ma­yor densidad en el plano mundial, es conocido apenas hace pocos años, que no alcanzan al cuarto de siglo, entre las clases dirigentes.
Varias oleadas ha tenido la emigración canaria en países como Venezuela, donde la impronta isleña es tal que me he atrevido a afir­mar que difícilmente hay un venezolano —de cualquier nivel so­cial— que al escarbar su árbol genealógico, por humilde que sea, no encuentre una raíz canaria. Pienso que posiblemente no hay nin­gún Presidente de Venezuela que no tenga por algún lado un as­cendiente canario.
Pancho García es uno de los escritores de este tiempo que se han interesado en divulgar, a través de figuras humanas de excep­cional valor, la aportación de sus islas a los países de América, comenzando por Venezuela, quizás por estar más cerca, quizás por ha­berse incrementado la relación entre Canarias y Venezuela en los úl­timos tiempos, a partir de la diáspora originada por la crisis económica que atravesó España en los años 50.
Para empezar resume en este libro la información biográfica de dos precursores, Juan Francisco de León, el herreño, que se levantó encabezando muchos compatriotas suyos contra el monopolio ejer­cido por la Compañía de Caracas (la Guipuzcoana, que tuvo por cier­to un saldo muy positivo por iniciar el comercio de exportación, con el cacao y el añil), y Francisco de Miranda, el primer latinoamerica­no de importancia mundial, general de los ejércitos de la revolución francesa y personaje de significación en los centros más importantes del Mundo, como las Cortes de Inglaterra y de Rusia, y quien lanzó su clarín para la Independencia, con el trágico destino de morir pri­sionero de guerra en el arsenal de La Carraca, cerca de Cádiz; y del maestro por antonomasia, organizador de la institucionalidad repu­blicana en Chile, poeta, filósofo, gramático, jurista, internacionalista, diplomático, periodista, científico, legislador, educador, Rector fun­dador de la Universidad de Chile y tantas cosas más que abisma la inmensidad de su obra, venezolano de nacimiento, donde se formó hasta los 29 años, y canario por descendencia de sus ocho bisabue­los, naturales de Tenerife.
De buena fe, considero que la iniciativa de Pancho García me­rece estímulo, y yo no se lo voy a regatear. Le deseo éxito, porque este libro y los que deben seguir puede contribuir a que las nuevas generaciones de canarios y de hispanoamericanos encuentren en el conocimiento de sus mayores una motivación constante para la gran tarea que a todos demanda el porvenir y que será más factible cuan­to mayor cooperación los una.
Santa Cruz de Tenerife, 30 de enero de 1989
Rafael Caldera Presidente de la República de Venezuela

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