domingo, 14 de julio de 2013

UN CANARIO AL SERVICIO DE DE CARLOS III: JOSE DE BETHENCOURT Y CASTRO





Los ascendientes de José de Betancourt son bien conocidos. Los biógrafos del in­signe Agustín se han ocupado de ellos con amplitud y pormenorizado sus principales circunstancias, pero hay renglones, como el de la situación económica de su casa en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XVIII, que no han sido suficiente­mente explicados. De conocerse, se comprenderían mejor las causas que le impulsa­ron a trasladarse a París y trabajar para la Marina española, sin embargo, razones de espacio ya anticipadas nos impiden ocuparnos del mismo y dificultan igualmente tratar del ambiente donde transcurre su infancia y primera juventud, de influencia decisiva tanto en su formación inicial como en el posterior desarrollo de su vida.
Hijo primogénito de Agustín de Betancourt y Castro, teniente coronel de los Rea­les Ejércitos y caballero de la orden de Calatrava nacido en Las Palmas de Gran Ca­naria el 7 de julio de 1720, y de Leonor de Molina y Briones, natural de Garachico, donde vio la primera luz en febrero de 1732, su natalicio coincidió con una época en que los ingresos derivados del comercio del vino habían disminuido considerable­mente en el Valle de la Orotava. Y en esta comarca tenía la familia Betancourt algu­nas de sus principales propiedades, y residían sus progenitores, integrados en una sociedad que seguía con atención las transformaciones sociopolíticas y mentales que se estaban produciendo en Europa.
Los comerciantes, sobre todo los extranjeros, establecidos en el Puerto de la Cruz, venían desempeñando un papel importantísimo en este último aspecto, pues sortean­do prohibiciones y demás dificultades posibilitaban el enriquecimiento de las biblio­tecas particulares tanto del citado Puerto como de la Villa, con obras cuyo contenido había comenzado a ejercer su influjo en un notorio sector del estamento aristocrático, obligándole a discutir las ideas de los Enciclopedistas y a pensar en cambios y mejo­ras sumamente necesarias.
En este sentido nos parece obligado recordar que el padre de José fue miembro destacado de la famosa tertulia de Nava, según recoge Roméu Palazuelos en una mag- […]

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