sábado, 27 de julio de 2013

HISTORIA DEL PUERTO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE





PREFACIO
El presente libro es un trabajo histórico que, sin abandonar los criterios indispensables de información y objetividad, pretende ser un libro de lectura más que de erudición. La historia puede y debe ser de fácil y mientras se puedaagradable acceso al «curioso lector» al que buscan todos los autores. No trato de insinuar que Jo he logrado, sino tan sólo que lo he intentado y que la mezcla del utile dulcí horaciano es mi primera jus­tificación.
Un proyecto de esta clase supone, por parte del autor, una opción fundamental: no puede sino seguir el camino de en medio, para evitar la pesada pedantería a la vez que la bo­chornosa e irresponsable ligereza. Si acaso la narración no resulta aburrida, no será por mérito de la imaginación o de la búsqueda estilística, sino de los hechos y circunstancias de lo narrado. Si estos hechos y circunstancias no se presentan respaldados por el fiador acostumbrado (citas, notas y referencias), no es porque no existe, sino que, en lo esencial, me limito a repetir lo que ya he dicho.
Este trabajo está construido, en su conjunto, con los ma­teriales utilizados en mi anterior Historia de Santa Cruz de Tenerife (1977-1979). No se trata de lo que se llama en el jergo literario un refrito: el texto, la estructura, los juicios han sido matizados, mejorados (si no me equivoco) y a veces su­de estilo lo que necesitaba para dar con el camino de en medio. Por otra parte, los hechos siguen siendo los mismos: sólo los he modificado a modo de corrección, cuando me he dado cuenta que mi interpretación, o acaso la del impresor, estaba equivocada. En todos los casos, estos hechos se pueden contrastar con la versión erudita del trabajo anterior, en que sobran la inves­tigación, la compulsa de testimonios y las referencias. Natu­ralmente, en el curso del trabajo se me han presentado hechos nuevos, algunos señalados por trabajos de fecha posterior, otros que a mí me aparecían por primera vez: en la mayoría de los casos los he evitado, unas veces por no esenciales, otras veces por necesitar ampliaciones y explicaciones que, en un libro como éste, parecerían fuera de lugar. Es el otro sacrificio la renuncia a la última erudiciónque me ha permitido fijar la segunda coordenada del camino de en medio.
Aquí está el proyecto, y aquí está también el resultado. El lector que tenga la paciencia de seguir leyendo hallará más adelante que, de las docenas de proyectos del muelle y del puerto, algo se ha quedado en éste y en aquél, sin que coincida ninguno con lo que ahora conocemos. Por lo tanto, no me hago muchas ilusiones acerca de los resultados de mi propio proyecto: lo cual no significa que no creo en su utilidad. El historiador es también una especie de ingeniero, empeñado en proyectos en el aire pero ingeniero al fin y al cabo—. Lo que se le debe exigir es que garantice la solidez, no sólo de los materiales empleados, sino también de las estructuras.
El autor conocía de antemano, en su conjunto, los hechos que iba a contar; pero se encontraba en la situación de ignorar la complejidad, la interconexión y el interés último de los mis­mos. Las circunstancias conocidas se me presentaban como par­tes de estructuras desconocidas: a estas estructuras me corres­pondía darles una significación, un contenido y, eventualmente, una potencialidad histórica. Este deber implica una apuesta, que contribuye mi segunda justificación. Mi posición no es, por lo tanto, la de quien enseña, sino la de quien trata de aprender.
Este libro no es la primera historia de un puerto, ni siquiera la primera historia del puerto de Santa Cruz. Debo decir que, por lo poco que conozco, las aproximaciones históricas a estaprimidos, ampliados o renovados completamente: es la libertad problemática son sectoriales e inconexas. Esta problemática es si se me permite decirlo de este modo—> tan problemática, que difícilmente hubiera conseguido acercarme a ella, de no haber conocido de antemano y estudiado, para fines diferentes, su contenido sectorial e inconexo. La búsqueda del planteamiento apropiado y la estructuración de un análisis pertinente son obli­gación del autor: la apuesta consiste en la esperanza que la imagen resulte coherente para el lector y útil para la inves­tigación el método empleado.
Este libro es una casa con muchas ventanas, concebidas para cubrir el horizonte del puerto. Otros investigadores verán mejor, o verán más lejos, o mayor número de objetos. La historia no se agota, porque siempre vuelve a empezar. Esta historia no es, como las novelas de Cervantes, una historia ejemplar, sino la historia de un puerto ejemplar.
A.C.
Diciembre de 1986


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