viernes, 28 de junio de 2013

HISTORIA DE SANTA CRUZ DE TENERIFE




[4 VOLUMENES]
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Hablar de agricultura en la historia de una concentración urbana podría parecer una paradoja. En el caso de Santa Cruz no sólo se puede, sino que se debe hablar. No sólo la ciudad es el emporio comercial de una isla cuya economía tradicional se ha fundado en la producción agropecuaria, sino que el carácter agrícola de la pobla­ción se ha prolongado hasta muy cerca de nuestros tiempos, en lo que se refiere a la zona urbana, y sigue siendo el signo distintivo de toda la zona rural del término municipal.
Dentro del casco de la población, los cultivos se hacían anti­guamente en zonas muy diseminadas, aprovechando las parcelas de terreno que se conservaban alrededor de las casas. Con excepción de las calles más céntricas, el aspecto del lugar debió de ser hasta después de 1800 el de una zona rural intensamente poblada y culti­vada, sobre la base de la explotación de tipo familiar. De una manera más intensiva se sacaba provecho de las huertas, verdaderas fincas agrícolas que se habían quedado enclavadas dentro del casco urbano y cuyos últimos restos aún no han acabado de morir. De estas huer­tas, que cubrían casi todo el solar comprendido entre Santa Rita (Viera y Clavijo), el Camino de los Coches (Rambla) y la calle de Santiago, poco sabemos. Algunas se han urbanizado rápidamente: así, por ejemplo, las que daban a la parte alta de la calle del Castillo, a la calle Robayna o al camino de La Laguna; mientras que otras han desaparecido por pedazos, y han resistido hasta hace menos de veinte años.
(5,34 %), y la patata, el 7,5 %, con una extensión igual a la que se dedica al mismo cultivo en Candelaria 23.
En el conjunto, la ayuda o el estímulo a la agricultura han sido insuficientes. Los poderes públicos quisieron fomentar el progreso de este importante ramo de la producción, pero la eficacia de sus medidas y proyectos quedó en entredicho por culpa de su misma inestabilidad. En 1820 se había dispuesto la formación de una comi­sión de Agricultura, que no se formó 24. En 1856 se quiso formar un banco para la agricultura, cuyo proyecto quedó reducido a una Junta de Agricultura 25. A ésta se le sugirió la utilidad de una escuela de agricultura en 1861 26, y el resultado fue, en 1906, la creación de una granja agrícola que efectivamente dio buenos resultados 27. Otra me­dida positiva fue la ley de fomento de agricultura en 3 de junio de 1875, que acordaba ciertos beneficios a las personas que roturaban y cultivaban tierras yermas. Se acogieron a este beneficio, en el término de Santa Cruz, numerosos cultivadores, gracias a cuya acti­vidad se pusieron en cultivo muchas tierras yermas, sobre todo en la zona sur de la ciudad 28. Pero desde un punto de vista más general, la agricultura tinerfeña se desarrolla dentro de sus cauces tradiciona­les, con las modificaciones que imponen, por una parte, las necesi­dades del mercado y, por la otra, la iniciativa particular y el éxito de algunos cultivos especiales inéditos.
La caña de azúcar, primer producto tradicional de la agricultura canaria, sobrevive penosamente a lo largo del siglo XIX. En 1886 subsisten aún dos trapiches en Güímar; es precisamente el año en que se autoriza la libre introducción del azúcar canario en España 29. Esta libertad era más bien un reconocimiento postumo, porque en 1886 Canarias era importadora de azúcar. Precisamente de ahí ve­nían las dificultades: la Hacienda suponía que los canarios aprove­charían su franquicia para introducir en las islas azúcar extranjero y traerlo a España como producto local. Hubo muchas controversias acerca de estas sospechas; no valía la pena airearlas, porque la ex­portación de azúcar canario a España no tenía interés y otras conce­siones y libertades, tales como la del tabaco, hubieran ayudado me­jor la economía local.
La producción de cereales era tradicionalmente deficiente en Canarias. Esta situación se ha mantenido, cuando no se ha agravado. En 1920 la producción canaria era de 264.000 quintales métricos de trigo, frente a unas necesidades de 800.100 quintales 30. El cultivo es de escaso rendimiento y en franca decadencia por la falta de aliciente […]

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