viernes, 14 de junio de 2013

CANARIAS Y LA UNION EUROPEA





PRÓLOGO
La característica más saliente, entre las que permiten definir la evolución de la economía mundial en los últimos tiempos, es la globalización. Este proceso, que aún no ha terminado, de interre-lación creciente de los mercados de bienes y servicios, y de capitales, nos acerca al mercado mundial, como consecuencia del juego de una serie de factores entre los que predominan los avances, y las exigencias, de la técnica. Pero, curiosa paradoja, esta tendencia a la globalización ha coincidido con un aumento de los movimientos regionales, que se han traducido en proyectos de integración en diversos continentes, y, muy particularmente —so­bre todo si atendemos a los éxitos— en Europa.
España, que por razones conocidas —la tradicional acción acumulativa de inflación y protección primero, y la aversión al mercado y a la apertura económica, característica de la política de posguerra— participó tarde en las tareas de cooperación económi­ca internacional, ha intentado quemar etapas, que otros países pudieron superar con más tranquilidad. Así, a finales de los años cincuenta, nuestro país inicia sus esfuerzos para homologar su política económica con la d,e los países de nuestro entorno —países desarrollados de economía de mercado— y, como consecuencia, plantear su incorporación a los principales organismos económi­cos internacionales. Años más tarde, el cambio político, hizo posible un nuevo paso —más importante, desde el punto de vista cualitativo— que nos llevó, en 1986, a formar parte de la Comu­nidad Económica Europea, y que nos sitúa, en estos momentos, a punto de participar —en este caso desde su inicio— en la Unión Monetaria Europea, cuya puesta en marcha está prevista a comien­zos de 1999.
La importancia de la integración europea exige que los proble­mas económicos nacionales —los españoles entre ellos— deban ser tratados como propios de una región que forma parte de un conjunto más amplio, la actual Unión Europea. Lo dicho es aún más cierto si nos referimos a Canarias, cuyas características es­tructurales —muy principalmente su localización— han dnado, siempre, una situación de dependencia respecto de centros de poder situados a una distancia de muchas millas. España forma parte hoy de la Unión Europea y, como consecuencia, también Canarias, aunque en una situación especial que se explica por su alejamiento de Europa, donde radica el "centro" del proyecto de integración en el que estamos participando.
El libro que ofrece la profesora Carmen Dolores Wehbe, abor­da este tema, buscando, por una parte, una relación, a la largo del tiempo, entre la evolución de la economía canaria y la de la economía mundial y, por otra, tratando de detectar los condicio­namientos y las limitaciones que se han derivado para las Islas Canarias.
La obra está dividida en cinco capítulos. El primero de ellos bajo el título "Desarticulación y dependencia externa" contiene un interesante análisis de la evolución histórica del Archipiélago, sobre todo de su economía, en el que se pone de relieve la complejidad del modelo canario y los efectos —muchas veces asimétricos respecto de la Península— que han tenido una serie de acontecimientos y cambios dramáticos, registrados en el mundo y en Europa, como la Primera Guerra Mundial, la gran depresión y la Segunda Guerra Mundial. También se ocupa de los efectos de la Guerra Civil, en este caso no tan diferentes de los que registró la economía peninsular: intervención de la economía —en la producción y en la distribución —e intervención total del comercio exterior, actividad fundamental para una región de las caracterís­ticas de las Islas Canarias. La década de los sesenta, con la homologación de la economía y la política económica españolas con las de los países europeos, inicia el proceso de apertura de la economía española a la competencia internacional. Una línea en la que, desde entonces no se ha dejado de avanzar y que, si bien no ha suprimido la dependencia tradicional de la economía canaria respecto de determinados centros de poder, externos a ella —creo que esto era y es imposible— si ha alterado el modelo. Ahora existen unos mercados, que si no son completamente libres, al menos tienden a serlo. En ellos compite la economía canaria y seguirá compitiendo en un futuro en el que se seguirán producien­do variaciones importantes en la estructura internacional de ven­tajas comparativas. Decir que la economía canaria continuará siendo esencialmente una economía de servicios, no es peyorativo. […]

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