Francisco
R. González Alonso
[La
languidez política que los subyuga no les permite ver con claridad que la
solución a sus problemas sociales es la de alcanzar la soberanía como nación.
Por lo tanto, no descansaremos en manifestarles una y mil veces que el camino
de la libertad está en alcanzar nuestra independencia]
La
comunidad canaria en Venezuela, que disfruta de todas las libertades
democráticas, ante el panorama socio-político de la España invertebrada, ve con
preocupación los esfuerzos que realizan nuestros hermanos allende el océano
Atlántico, de nuestras queridas e inolvidables Islas Canarias, para evitar la
debacle económica.
Sabemos
que al manifestar estos sentimientos no se solucionan sus graves problemas de
subsistencia, pero no podemos permanecer indiferentes, como si no sintiéramos
el difícil momento que están viviendo, por los malos gobiernos de la metrópoli
hispánica, al no disfrutar pacíficamente de nuestra emancipación política y
continuar en el perenne colonialismo que nos agobia.
La
languidez política que los subyuga no les permite ver con claridad que la
solución a sus problemas sociales es la de alcanzar la soberanía como nación.
Por lo tanto, no descansaremos en manifestarles una y mil veces que el camino
de la libertad está en alcanzar nuestra independencia.
Para
tal determinación es necesario comprender el gran sacrificio que significa
emigrar, pues si bien nuestro espíritu de lucha ha sido sojuzgado, vedado,
ignorado y vilipendiado por el poder colonial que hemos sufrido durante siglos
en nuestras Islas Canarias, en todo el continente americano se nos aprecia por
nuestro tesón de lucha, honradez y entrega total buscando nuestra superación, y
luchando a veces ante lo imposible. Es así como hemos desarrollado emporios en
todo el quehacer humano que nos dignifica como pueblo luchador y progresista en
la diáspora. Lamentablemente tuvimos que dejar nuestra tierra para poder
apreciar que sí somos capaces de evolucionar y valernos por nosotros mismos
ante la adversidad.
En
tal sentido, nosotros canarios de la diáspora, estamos en el deber de alentar y
despertar a nuestra gente humilde que permanece subyugada a un poder colonial
empecinado en seguir explotándonos, que no permite ver la luz que ilumina el
camino hacia nuestra libertad e independencia. Desde la diáspora hemos querido
enviar mensajes de libertad a nuestro pueblo canario, que permanece dormido y
no reacciona a su status político de pobreza, tanto en lo espiritual como
material.
Entendemos
que son muchos años de sometimiento a un poder colonial, pero carajo lo que
están demostrando es que tienen sangre de horchata de chufa, ni siquiera de
almendro, que es nuestro árbol florido, al permanecer indolentes ante la
adversidad.
Me
duele sinceramente manifestar que nuestra perenne languidez política sea la
culpable de todo lo que está pasando en nuestras Islas Canarias. Tampoco quiero
pensar que nuestros anhelos de libertad sean indiferentes a nuestra gente, que
permanece callada por temor al poder que lo domina. Pienso que lo que está
ocurriendo en sus mentes es el terrible efecto del síndrome de Estocolmo,
sembrado y cultivado constantemente por nuestros Gobiernos autónomos a la orden
del poder central español durante siglos, y en los últimos años, durante el
periclitado sistema monárquico, debido a sus enormes errores del pasado
histórico hechos presentes continuos.
Sinceramente,
genera furor leer los titulares de la valiente prensa española al exponer sus
grandes verdades, cuando se refiere a los males que sufre la España pauperizada
por los grandes cacaos de la política en ejercicio desde Suárez hasta nuestros
días, incluyendo a nuestra realeza decadente.
No es
para menos el manifestar la gran frustración que sufre el pueblo español, que
diariamente se manifiesta públicamente en la ciudad capital, exigiendo sus
derechos alienados por el poder insaciable de sus políticos corruptos, en favor
del capital salvaje que se ha burlado del pueblo español frenando su bienestar
social.
¡Canarios!,
no es posible tanta indolencia en el seno de nuestras comunidades insulares, al
permanecer indiferentes ante las autoridades que nos han representado en nombre
de una monarquía, ¡y..., qué democrática!, valiéndose de un Gobierno autónomo
de falsos nacionalistas que nos han arruinado.
Sacudan
ese estigma que los mantiene soñolientos sin reaccionar ante el dilema de ser o
no ser, digo de alcanzar nuestra independencia.
Defiendan
el sentir canario con tesón y gallardía democrática para lograr que Canarias sea únicamente para los canarios.
Tomado de:www.elcanario.net
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