INTRODUCCIÓN
antonio beltrán
martínez Universidad de Zaragoza
Cuanto en esta Introducción se exponga habrá de ser
revisado a la luz de cuanto se aporte a este / Simposio de
Manifestaciones Rupestres del Archipiélago Canario-Norte de África y
tal como queda escrito se limita a una subjetiva apreciación del estado de la
cuestión o, si se prefiere, aun
índice de cuestiones que distan mucho de estar resueltas y que no
atañen sólo al Archipiélago Canario o al Norte de Anjea,
sino a jas relaciones atlánticas de .todos los tiempos, a las de estas
zonas conlas mediterráneas y sliscontactos (por ejemplo erflo" que se refiere a las pintaderas), a los problemas de difusión y convergencia de coincidencia de ideas
elementales * y a la peculiar situación cultural de los conjuntos
cerrados y a su dinámica interna, con las
consecuencias inmediatas de asignaciones cronológicas culturales, rela
tívas o absolutas.
En nuestro primer trabajo
sobre los grabados canarios del barranco de Balos 2
exponíamos la situación de los estudios sobre los temas generales de la prehistoria canaria y del arte rupestre en particular, con la
fuerte carga de aplicación de los principios
válidos en diversas zonas de los continentes europeo o
.africano y las consecuencias perturbadoras que de ello se derivaban. No añadiremos el análisis de los
estudios recientes de Pellicer, Balbín, Tejera y Mauro S. Hernández, entre
otros, porque de ello se ocupa en esta misma publicación el último autor citado
y los demás participantes con sus
aportaciones muestran la fragilidad y lo incompleto de nuestras síntesis de hace años. Pero siguen siendo válidos
los peligros que anunciábamos como
el de la utilización de las comparaciones formales para estabieeer sincronismos o vinculaciones respecto de
temas geométricos usados en los
grabados canarios y en las figuras humanas del barranco de Balos y de yacimientos anómalos como La Majada Alta o la
decoración de la Cueva Pintada de
Gáldar y otros monumentos semejantes. Y por descontado las generalizaciones con valor absoluto que se
derrumban ante cualquier nuevo descubrimiento. Por ejemplo se decía que
el arte rupestre canario se componía
esencialmente de grabados, con ausencia casi total de pinturas, como ocurría en los grabados del arco alpino
italiano o centroeuropeo; sin embargo en 1994 se han hallado hasta
cuatro lugares con pinturas en la zona del
parque de Ceto-Cimbergo y seguramente aparecerán muchos más para demostrar que existieron pinturas de la misma
época y estilo que los grabados, pero
que se han perdido por la usura del tiempo y de los elementos.
Un ejemplo práctico de lo
peligroso del uso del método comparativo al modo impuesto por la Escuela Histórico
Cultural está en la repetición de las
calificaciones cronológicas de los grabados del Julan en el Neolítico o los de
Belmaco, Fuente de la Zarza y Tigalate Hondo entre el 1800 y. el 1500 relacionados con los de la
Edad del Bronce de las regionesjitlánticas europeas como parte desuna región en la qué~~sé integrarían el
Noroeste de África. Galicia, Bretaña,
Escocia elrlanda.
Probablemente
muchos inconvenientes se despejarían si pensáramos que el arte no es más que la expresión gráfica de las ideas y, por
consiguiente, pinturas o grabados son
inseparables de los modos de vida y la cultura de sus autores que conocemos, mejor o peor, a través de las
investigaciones arqueológicas. Un primer tema
básico es el de la poca fijeza de los conceptos sobre los elementos pancanarios y la falta de unidad cultural entre
las diversas Islas del Archipiélago, debiendo
buscarse los elemento? comunes en áreas mucho más
extensas y_a través de mecanismos nada sencillos, enlazándose el
problema con el del origen de los aborígenes de cadajsla. lesulta, por lo tanto, inexacta poco precisa la
denominación de arte rupestre canario pues no hay un arte rupestre común al archipiélago,
sino específico de cada isla, y las diferencias en
las expresiones gráficas rupestres de cada una
de ellas son radicales e incluso alguna apenas cuenta con mínimas manifestaciones en tanto que otras, como La
Palma o El Hierro, poseen miles de grabados que suelen
ponerse en relación, por una parte, con el mundo atlántico y por otra con el
africano del Noroeste, sin que estos
vínculos sean excluyentes el uno del otro y teniendo en cuenta que cualquiera
de los conceptos que provocó la realización de los grabados tuvo una evolución cerrada en cada una de las
islas hasta el punto de que en cada una tomó un aspecto peculiar y
autóctono que impide establecer criaciones
rígidas incluso para temas tan universales como los signos circulares simples, concéntricos, espirales,
laberintos ó meandros. Sin excluir,
por descontado, los elementos alóctonos. […]
1.
a.beltrán «Crisis in traditional ideas
about european Rock Art: the questions of
diffusion and convergence», Rock Art in the oíd World, Nueva Delhi 1992, p. 401.
diffusion and convergence», Rock Art in the oíd World, Nueva Delhi 1992, p. 401.
2.
A. beltrán,
Los grabados del barranco de Balos (Gran Canaria), Las Palmas de
Gran Canaria 1971. L. diego cuscoy, Paletnologia de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife
1963. m.tarradell, «Los diversos horizontes de la prehistoria canaria», Anuario de Estudios
Atlánticos, 1969,15. Los antecedentes en s.jiménez sánchez, La prehistoria de Gran Canaria,
Revista de Historia, 70, 1945 y Síntesis de la Prehistoria de Gran Canaria, Las Palmas 1963.
pérez de barradas, Estado actual de las investigaciones prehistóricas sobre Canarias, Las
Palmas 1939 y hernández «Neolitismo de los aborígenes canarios», // Congreso Nacional de
Arqueología, Zaragoza 1952 p. 197.
Gran Canaria 1971. L. diego cuscoy, Paletnologia de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife
1963. m.tarradell, «Los diversos horizontes de la prehistoria canaria», Anuario de Estudios
Atlánticos, 1969,15. Los antecedentes en s.jiménez sánchez, La prehistoria de Gran Canaria,
Revista de Historia, 70, 1945 y Síntesis de la Prehistoria de Gran Canaria, Las Palmas 1963.
pérez de barradas, Estado actual de las investigaciones prehistóricas sobre Canarias, Las
Palmas 1939 y hernández «Neolitismo de los aborígenes canarios», // Congreso Nacional de
Arqueología, Zaragoza 1952 p. 197.
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