PRÓLOGO
Alberto VÁZQUEZ-FIGUEROA
Tras medio siglo de profesión creía haberlo visto
todo en cuanto se refiere al mundo de la
edición, pero he aquí que de pronto me enfrento a una fascinante propuesta: un
libro que une el rigor científico y la fantasía en un solo volumen.
Que yo sepa nunca se había dado un paso tan
audaz.
He escrito varias
novelas históricas a lo largo de mi vida por lo que soy consciente de que su principal problema estriba en
procurar que lo imaginario parezca real
y lo real se encuentre impregnado de una cierta dosis de imaginación.
Conseguir que la historia
resulte amena sin alejarse de la verdad se convierte a menudo en una ardua tarea que no suele dejar contentos ni a
los curiosos lectores, ni mucho menos a los sesudos historiadores.
Lo que a los
primeros les resulta aburrido a los segundos se les antoja banal.
Ese problema se había convertido por tanto en una especie de
"cuadratura del círculo" en la
que cuando no sobraba mucho faltaba algo, hasta que hace su aparición "La Cueva de las Mil
Momias", un libro que resuelve el dilema de la forma más
lógica imaginable: se trata de dos "volúmenes siameses", nacidos de la misma madre y unidos el uno al otro
hasta el fin de sus vidas, pero que ven esa vida desde ángulos opuestos.
Ello trae aparejado que
personas de muy distintos gustos, normalmente atraídas
por una sola de las dos caras de la moneda, sientan de improviso una viva curiosidad por descubrir el reverso de esa
misma moneda, con lo cual considero que
se ha alcanzado el principal objetivo de los editores: ampliar el espectro de sus lectores.
Tanto desde su documentada vertiente histórica, como
desde la amena vertiente imaginaria "La
Cueva de las Mil Momias" ofrece el siempre fascinante atractivo del misterio que rodea el
hecho de que nuestras Islas Canarias fueran uno de los muy contados
lugares del mundo en los que se consiguió
que los cuerpos de los difuntos se conservaran en perfecto estado pese al transcurso de los siglos.
¿Por qué? ¿Qué vínculos nos unían con los egipcios o
los incas, que son los únicos pueblos que
compartieron con el nuestro esa extraordinaria habilidad a la hora de evitar que "el polvo vuelva
al polvo"?
Si este libro
contribuye de alguna manera a aclararnos nuestro pasado más remoto incitando a
los investigadores a continuar trabajando en una línea que
parecía estancada, habrá conseguido un nuevo y ambicioso objetivo: despertar
la curiosidad.
La mayor parte de los logros de la especie humana se
deben a esa innata necesidad de saber algo más sobre el mundo presente, pasado
o futuro, y ya su propio título, "La
Cueva de las Mil Momias", invita a intentar averiguar qué se ocultaba en el fondo de esa gruta y por qué
razón se castigaba con pena de muerte a quien revelara su secreto.
Debo admitir que lo primero que
me gustaría saber es si aquéllos que la encontraron y repartieron por el mundo algunas de esas momias
fueron perseguidos luego por una terrible maldición, tal
como se dice que ocurrió con la tumba de
ciertos faraones.
Aquellos difuntos descansaban
en paz en su profunda cueva, rodeados de su propia gente, pero un aciago día
alguien los dispersó a los cuatro vientos por
lo que ahora se encuentran desconcertados y solos en algún perdido museo de cualquier lejana ciudad del mundo.
Ha llegado la hora de que regresen a casa.
Alberto Vázquez-Figueroa
No hay comentarios:
Publicar un comentario