INTRODUCCIÓ
Hoy en día no existen dudas de que la lengua
que se hablaba en las islas
Canarias en la época de la Conquista era la berber". Esta
afirmación, que aparece en un notable
trabajo publicado en 1987 en París (1), no puede ser más categórica. El autor
del mismo, el profesor Werner Vycichl, es un prestigioso lingüista que ha estudiado diversos
dialectos árabes y mazigios y que colabora, sobre todo para establecer las
etimologías de las palabras, en
el gran diccionario copto que desde hace años se prepara en la Universi- • dad
de Ginebra.
En 1952, en su Introducción
al estudio de la lengua y de la historia ca narias, publicada en la Revista de Historia de la
Universidad de La Laguna, el
mismo autor señalaba que "la lengua de los antiguos canarios fue beréber, como ya lo vio Abercromby. D. J. Wolfel
modifica esta opinión diciendo que los restos lingüísticos canarios en una
buena parte no son beréberes, a lo que se opone con razón O. Rossler. Después
de haber examinado el presente trabajo
no se admitiré ya que aquí existían restos lingüísticos no influidos por las olas culturales y étnicas que han
pasado por África del Norte desde hace más de 3000 años".
De que la lengua de nuestros antepasados
canarios era la tamazivt -esto es, la berber- empezó a vislumbrarse a mediados del
siglo pasado, cuando, en pleno
período de la conquista militar de Argelia por los franceses, se iniciaban los estudios mazigios. Ya en 1887, en
su Manuel de langue Kabyle (dia_ léete zouaoua), el célebre orientalista Rene Basset, profesor de la
Escuela Superior de Letras de Argel,
indicaba al referirse a la división de la tama-zi'yt en diversos dialectos, que "uno de ellos se
extinguió en los tiempos mo^ dernos,
el guanche, que los españoles encontraron en uso en las Canarias en el momento
de la conquista". Este mismo autor, al referirse en su Rapport sur les études berberes et haoussa (1891-1897) al ensayo del marqués de
Bute Sobre la antigua lengua de los
naturales de Tenerife -texto
publicado recien teniente por
el Instituto de Estudios Canarios-, decía que su autor "ha tomado por base la obra del señor Chil y Naranjo,
y sus conclusiones, claramente formuladas
contra el parentezco del guanche con las lenguas americanas, son menos seguras
para otros. Una comparación más precisa y más extensa con los dialectos
berberes habría permitido al autor señalar analogías fonéticas y lexicográficas más numerosas que las que ha
citado".
Las conclusiones, ya
definitivas, de los lingüistas de que la lengua de los antiguos canarios no era
otra que la tamaziyt, confirman las opiniones de los autores del siglo XVI
que más datos nos proporcionan
sobre la lengua y las
costumbres de nuestros antepasados berberófonos. A finales de dicho sí_ glo, a una centuria de concluida la conquista
de nuestro septenario país por los
españoles, uno de éstos, el dominico fray Alonso de Espinosa, era de la opinión de que los canarios "son
africanos y de allá [de nuestro continente] traen su descendencia, así por la vecindad de las
tierras, como por lo mucho
que frisan en costumbres y lengua, tanto que el contar es el mismo de unos que otros" (2).
Otro hijo de Iberia, el
franciscano fray Juan de Abréu Galindo, escribía por la misma época en su Historia
de la conquista de las siete islas de Cana ria refiriéndose a la
procedencia de nuestros antepasados aborígenes: "(...) También me da a entender hayan venido de
África, ver los muchos vocablos en que se encuentran los naturales destas islas con las tres naciones que
había en aquellas partes africanas,
que son berberiscos y azanegues y alárabes".
Por su parte, el caballero
inglés Sir Edmund Scory, que a finales del si^ glo XVI visitó Tenerife, dejó escrito que "la lengua de
los antiguos guanches (que se conserva hasta este día entre ellos en esta isla
en su pueblo de Candelaria) se asemeja mucho a la de los moros de la
Berbería".
Coetáneo de los tres últimos
autores citados, el azores Gaspar Frutuoso nos proporciona también, en sus Saudades da
Terra, interesantísimas noticias acerca de la lengua y las costumbres de
los antiguos canarios. En la mencionada obra, Frutuoso recoge las informaciones que un natural de la isla
de Ca_ naria llamado Antón Delgado
facilitó a un azores que durante muchos años había residido en Tenerife y cuyo nombre era Antón
Martins: "(...) porque yo entiendo
tres lenguas, a saber, la de Canaria, la de Tenerife y la de la Gomera, y todas se parecen mucho a la lengua de
los moros. Y aún decía Antón Delgado
que bien podía esto ser así, pues los canarios tienen todas las mane_[…]
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