PRESENTACIÓN
Dentro de los programas de difusión, educación
ambiental y conservación que anualmente planifica y
desarrolla el Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, se presentó, para los años 1994/95, un ambicioso proyecto con el título
genérico de Cuevas volcánicas de Canarias, cuyo responsable más directo era el bioespeleólogo y entomólogo Juan José
Hernández Pacheco.
La exposición de motivos y justificación del
mentado programa había sido certeramente resumida por
Hernández Pacheco tal como sigue: " Las múltiples investigaciones llevadas a cabo durante la última década en el campo de la
espeleología en Canarias, han generado un importante eco
social entre la población de las Islas. Los medios de información, los colectivos científicos y ecologistas e incluso las
fuerzas políticas han destacado los altos valores biológicos y geológicos de
las cuevas volcánicas de Canarias. La gran información
científica y técnica disponible y la relativamente elevada concienciación
conservacionista sobre el tema contrastan, curiosamente, con una absoluta desidia de las Administraciones públicas
competentes a la hora de planificar estos recursos y proceder a ejecutar una política de conservación acertada y
efectiva. Muestra de ello es la ya larga historia de antecedentes relativos a la Cueva del Viento, situada en
Icod de Los Vinos y considerada
actualmente como uno de los mayores tubos volcánicos del Mundo. Esta y otras muchas cuevas importantes
de Canarias continúan hoy siendo objeto de expolio, abandono y
destrucción".
Decía también: "es precisamente el Cabildo
de Tenerife la única institución que ha ejecutado
valientes y, a nuestro juicio, acertadas acciones durante 1989, 1990 y 1991 tendentes "al uso y conservación de este tipo de
ecosistemas". Consideramos que el protagonismo institucional obtenido
entonces debe continuar hasta conseguir la total protección
de estas cavidades y, en algunos casos, un adecuado y controlado uso público".
Para la ejecución y desarrollo del programa se
proponían tres objetivos o frentes de actuación:
a) estudio de las cuevas volcánicas de Canarias; b) medidas urgentes para la protección de determinadas cavidades; c) elaboración de proyectos de
uso y gestión para ciertas cuevas.
Las acciones más inmediatas para su puesta en
marcha pasaban por la elaboración y publicación de una
monografía técnico-divulgativa sobre las cavidades volcánicas del archipiélago; la entrega, a la Consejería de Política Territorial del Gobierno
de Canarias, de un informe técnico proponiendo una serie de
medidas cautelares -de urgente aplicación- en orden a la
protección del Complejo Cueva del Viento/Sobrado en Icod de Los Vinos; y la
realización de proyectos y estudios de viabilidad, que posibiliten el uso turístico-didáctico y/o científico de determinadas cueva de Tenerife.
El inesperado fallecimiento de nuestro
recordado compañero Juan José Hernández Pacheco causó un enorme impacto en
todos nosotros, y muy especialmente en el grupo de
bioespeleólogos con los que compartía proyectos e interesantes investigaciones.
Consecuencia inmediata de ello fue la momentánea paralización del programa
iniciado y coordinado por él, lo que supuso un retraso no
deseado y trajo aparejado una remodelación de sus contenidos.
Así, la monografía/catálogo que aquí se
presenta se circunscribe a la isla de Tenerife, como
avanzadilla de la que, en un futuro a corto plazo, podría dedicarse al conjunto
del archipiélago.
Por otra parte, el informe técnico sobre la Cueva del Viento (elaborado
por el G.I.E.T.) fue presentado a la Viceconsejería de
Medio Ambiente del Gobierno de Canarias (Consejería de Política Territorial) la
cual, con muy buen criterio y oportunidad, lo publicó recientemente.
Paralelamente, la citada Viceconsejería redactó
y presentó -con el apoyo y asesoramiento de especialistas
de la Universidad
de La Laguna,
Museo de Ciencias Naturales de Santa Cruz de Tenerife, Federación
Territorial Canaria de Espeleología y Grupo
de Espeleología de Canarias Benisahare- el Plan de Ordenación de Recursos Naturales, lo que supone un gran paso en orden a la creación de un
nuevo espacio natural y, por ende, a la efectiva protección de este enclave
subterráneo.
Téngase en cuenta que las cuevas
volcánicas de Canarias tienen, sin duda, un valor natural
extraordinario, pues al intrínseco interés geológico habría que añadir la
singular riqueza biológica que albergan sus sencillos
ecosistemas subterráneos, sin desdeñar otros aspectos paleontológicos e
incluso culturales y arqueológicos no menos relevantes.
Sirvan de ejemplo las casi 130 especies troglobias, la mayoría
endémicas, entre las que se cuentan insectos de varios órdenes, arañas,
ciempiés y crustáceos, de indudable interés evolutivo y zoogeográfico.
Asimismo, las condiciones
ambientales del interior de muchas cuevas, relativamente inalteradas con el
paso del tiempo, han permitido la preservación de restos subfósiles de ciertas
especies de vertebrados endémicos ya extinguidos de las islas.
Como ya hemos señalado en más de una ocasión,
las islas oceánicas y sus particulares enclaves -como es el caso de
las cuevas- se nos revelan como auténticos laboratorios de la evolución. La simplicidad de sus ecosistemas y la
escasa pero variada fauna que en ellos tiene su asiento, nos permite
desentrañar con mayor certeza y facilidad sus interacciones, modos de vida, ciclos biológicos, aspectos
evolutivos y relaciones de origen y parentesco.
En consecuencia, el catálogo que hoy
presentamos viene a cubrir una necesidad perentoria,
revelándose como una herramienta de trabajo de cara a los planes insulares de ordenación del territorio.
El medio subterráneo del archipiélago no debe quedar
al margen de las directrices de gestión territorial; los
primeros pasos ya están dados, tal y como pretendía Hernández Pacheco. Quede
esta monografía, que él propició y de la que también es autor, como homenaje y ejemplo de su buen hacer.
Juan José Bacallado Aránega
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