Los grabados rupestres canarios a exposición
Juan Francisco Navarro Mederos
LOS GRABADOS HOY
las
inscripciones rupestres
prehistóricas canarias, como las de cualquier otro lugar, no suelen ser para el hombre de la calle otra cosa que
misteriosos graíis-mos, portadores de
mensajes indescifrados, que despiertan la imaginación de los ociosos, y sobre
los que cualquiera se permite la ligereza de teorizar o interpretar. Pero no siempre se comprende en toda su dimensión
que la importancia o el interés de
pinturas y grabados rupestres reside en que a través de ellos los primeros canarios expresaron ideas, sentimientos y creencias o,
lo que es lo mismo, su mundo intelectual y espiritual, más difícil de encontrar
reflejado en el resto de su cultura material.
La literatura arqueológica
internacional ha discutido sobre la aceptabilidad del término arte para referirse al
prehistórico. Los detractores de tal categoría se basan en que tuvo un carácter más funcional
que lúdico, porque unos fueron mensajes prácticos a los demás hombres, y otros —quizá los más— eran
vehículo de expresión
vinculado al mundo de las creencias y prácticas mágico-religiosas y cuya finalidad última era
asegurar la propia subsistencia. Sin embargo, para otros el arte ha sido eso durante la
mayor parte de la historia de la humanidad, si no toda ella.
La investigación sobre estas manifestaciones
tiene una larga historia en Canarias; pero, a pesar de ello, puede afirmarse que hasta la década
de 1970 no surgen las primeras sistematizaciones.
Es la época en que investigaron por separado A.
Beltrán Martínez y M.S. Hernández Pérez, los dos intentando realizar estudios globales
del Archipiélago. Los frutos fueron considerables y de gran trascendencia, sentando las bases para cualquier trabajo
posterior, aunque nunca se llegara a publicar el grueso de sus trabajos, sobre
todo en lo que respecta a M.S. Hernández, quien recorrió en vano los despachos
de Cabildos Insulares y Mancomunidades con su
monografía bajo el brazo. Fue una lástima que eso ocurriera, porque la no difusión de tanto esfuerzo obliga a repetirlo más
tarde, y así ha sido.
Después ya surgió un cierto
aire de especialización, de manera que cada investigador vuelca hoy su esfuerzo en una parcela territorial o
temática: J. de León, R. Balbín y A. Tejera
prospectan en Lanzarote; R. Hernández, A. Perera y J. de León en Fuerteventura; J. Cuenca, entre otros, en
Gran Canaria; A. Tejera, R. Balbín, V. Valencia, F. Álamo y varios más
en Tenerife; J.F. Navarro y otros en La Gomera; M.C. Jiménez en El Hierro; en La Palma el equipo coordinado
por E. Martín, J.F. Navarro y F.J. País;
además, R. Springer trabaja temáticamente sobre los caracteres epigráficos líbico-beréberes; F.
García-Talavera y J. Espinel sobre algunos grabados de Tenerife que relacionan con juegos; etc.
En la actualidad algunos investigadores no se
limitan a la descripción, sino que entran de
lleno, aunque con la necesaria cautela, a interpretar los grabados. Hubo un tiempo en que la arqueología tradicional
desdeñaba su interpretación, porque se
consideraba imposible llegar a entender la mentalidad de sus autores, radicalmente distinta a la nuestra. Hoy empieza a
comprenderse que el arte rupestre no sólo da al arqueólogo la certeza de
una actividad simbólica, sino que el investigador puede acercarse a ese mundo simbólico, conociendo el ambiente y la
cultura de sus autores en todos sus aspectos, incluyendo los
tecnológicos, menospreciados inocentemente
en un pasado cercano por quienes confundían tecnología con tipología, sin entender ninguna de las dos cosas.
UN MUNDO HETEROGÉNEO
La inmensa mayoría de nuestro
arte prehistórico está integrado por grabados, ya que las pinturas, muy inferiores en
número, quedan circunscritas de momento a la isla de Gran Canaria. Dentro de los
grabados existe una evidente variedad estilística, temática y técnica.
No existen dudas sobre el
carácter prehistórico de todos los grabados de La Palma, El Hierro y Gran Canaria. Sin
embargo, para el resto de las islas hay […]
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