PRÓLOGO
Seis años después de presentado como Tesis Doctoral en la Facultad de
Geografía e Historia de la Universidad de La
Laguna, se publica este importante trabajo gracias a los auspicios del Excmo.
Cabildo Insular de Tenerife. Su autora, María Candelaria Hernández Rodríguez, actual profesora titular de
Estética en la Facutlad de Bellas Artes,
continuaba así su línea de investigación sobre los cambios operados en la arquitectura canaria durante la
época contemporánea y la incorporación de
las Islas a la modernidad, que inició con su estudio acerca de La arquitectura del hierro en Tenerife, publicado por el Colegio de Arquitectos Técnicos, y
ha continuado en artículos, organización de exposiciones, cursos y conferencias.
El principal precedente de este trabajo es el conocido diccionario de arquitectos, alarifes y canteros publicado por
Pedro Tarquis a finales de los 60, que
desde el punto de vista historiográfico se debe valorar como un útil compendio
aunque de uso prudente. Ciñéndose a los maestros de obras, este libro aumenta
la información y número de profesionales de las cuatro Islas occidentales que
trabajan en arquitectura y urbanismo entre la Ilustración y el inicio de la
autarquía franquista. La liquidación
del Antiguo Régimen sitúa con precisión los límites cronológicos iniciales: la furibunda crítica de
los ilustrados a la arquitectura tradicional
supone el primer cambio cultural que arrasa paulatinamente con la tradición artística implantada desde la conquista.
Tradición que definía una arquitectura
colectiva donde el principal problema es el de la autoría. En este contexto de cambios el papel de las Academias de Bellas Artes
es decisivo con sus propósitos de
regular las profesiones artísticas superando el viejo modelo de los gremios. Para entender esta nueva situación este trabajo
se detiene en el análisis de la densa normativa que a lo largo del siglo XIX ajusta los mecanismos de la categorización profesional de los maestros de obras. El contenido
de este libro va desgranando los apasionantes
temas que derivan de ese control oficial: el problema de las competencias, los títulos, la irrupción de los
arquitectos y las polémicas que suscitan. En especial Manuel de Oraá, primer arquitecto que llega a Canarias —en
fecha tan tardía como 1847—, y reiteradamente
obsesionado por el cumplimiento de la normativa exigiendo la obligatoria
presencia del arquitecto en la dirección de un proyecto. Pero el grueso de la construcción está en esos momentos en
manos de los maestros de obras, sea por
inexistencia o ausencia temporal de los arquitectos titulados —muy escasos en esos años—. Y así encontramos maestros con
responsabilidades completas y con
diseños de calidad, caso de Vicente Armiño —que incluso ejerce de Arquitecto Municipal—.
Pedro Maffiotte o Juan Nepomuceno; o la realidad de
islas como La Palma o La Gomera donde el protagonismo de los maestros es
absoluto. Aportación igualmente sustancial de este trabajo es el
establecimiento de seis tipos de maestros de obras según su formación y títulos
tan variados como Directos de Caminos Vecinales, Ayudante de Obras Públicas,
Agrimensor o simplemente maestros que perpetúan la formación práctica tradicional sin estudios. No podía estar
ausente la labor profesional de los maestros estructurada en
edificios por tipos —nada menos que
diecinueve—, actuaciones urbanísticas y obras públicas. Se subraya en especial su radical aportación a la arquitectura
doméstica configurada en modelos que aunan la comprensión tradicional de los
espacios con la incorporación de los nuevos
lenguajes en los diseños formales. La autora desvela con claridad este trasfondo al hablar de arquitectura de la
cantidad, referida a los maestros de obras, deteniéndose en un estudio pertinente sobre las causas y
limitaciones que plantean las relaciones de estos profesionales con las nuevas
modas metropolitanas que llegan a
las Islas, al mismo tiempo que destaca su profunda relación con los cambios técnicos y materiales constructivos
tan revolucionarios como el hierro
o el cemento. Un riguroso catálogo crítico y documental de cincuenta y nueve maestros completa este libro fundamental y de
inquebrantable solidez científica. A
finales del siglo XX, y en medio de una
dramática relación de los canarios con su patrimonio histórico, el trabajo de María Candelaria Hernández se
oferta como una reflexión y aportación
necesarias para el conocimiento de nuestra significativa cultura arquitectónica.
fernando gabriel martín
Departamento
de Historia del Arte Universidad de La Laguna
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