INTRODUCCIÓN
El franquismo empieza en
Canarias
La Historia Popular de Canarias alcanza con la presente publicación los tiempos actuales. De esta
forma, traspasa las fronteras establecidas académica y, por supuesto, convencionalmente
para la denominada historia contemporánea, y se transforma, en parte, en síntesis analítica de
la realidad canaria
de nuestros días. Una realidad que muchos hemos vivido no como historia, sino
como biografía personal, y que para muchos supone, en lo que a la etapa franquista se
refiere y por variadas y puede que contrapuestas razones, un recuerdo de
vivencias dramáticas o, cuanto menos, conflictivas.
Desde tales presupuestos conceptuales, esta obra pretende divulgar lo más importante y
significativo para Canarias de los dos períodos anunciados en su título. Y quiere hacerlo de
forma coherente con los trabajos anteriores de la Historia Popular, desde su
condición de aportación cronológica última, tanto por la época estudiada como por el tiempo en que
el estudio se ha
elaborado. Lo cual supone que ha tomado como referencia inmediata los volúmenes
anteriores, en particular los dedicados a la historia contemporánea de
Canarias.
La
exposición se distribuye en partes, que, o bien corresponden dife-renciadamente a las dos etapas
que estudia, por tratarse de cuestiones nítidamente separadas, o bien las abordan
conjuntamente, debido a su continuidad en el tiempo. Así sucede, por ejemplo, con el golpe de
Estado franquista, en el
primer caso, o con la cultura, la población o la economía, en el segundo. Por otra parte,
el trabajo se fundamenta en un esfuerzo investigador propio, desarrollado prácticamente
al mismo tiempo que desaparecía el régimen franquista y se producía la transición
política, pero también
en un estado de la cuestión, que toma como base las aportaciones más
relevantes sobre la época analizada en aquellas cuestiones que no hemos investigado directamente,
aportaciones que, en todo caso, siempre son citadas en el texto e incluidas en la
reseña bibliográfica final, porque la índole del trabajo no nos ha permitido el
uso de notas.
En particular, somos deudores
del profesor J. A. RODRÍGUEZ MARTÍN no sólo en lo referente a la economía, sino en
algunas de las ideas que exponemos sobre la problemática económica y social canaria, tanto
actual como futura. Los
profesores M.C. AROZENA ABAD, A. DÍAZ DE LA PAZ, JA GARCÍA ROJAS, S. PERAZA PADRÓN y R.E. RAPP
LUZ, y el licenciado en Historia del Arte O.S. MEDINA MARTÍN nos facilitaron un material
valioso e
imprescindible, bibliografía y datos. A todos ellos nuestro reconocimiento y nuestra gratitud.
Es evidente, y no
es necesario recordar a TOYNBEE, que la historia de Canarias, como toda
historia, para ser inteligible y explicada tiene que ser continuamente referida a realidades
exteriores, influyentes en ella e influidas por ella misma. En este sentido, y como
veremos después, el franquismo significó para nuestro archipiélago, entre otras cosas, un
avance muy importante
de las relaciones sociales y económicas con el resto del Estado, hasta hacerlas comparables a las
relaciones políticas que ya existían; y también significó un notable incremento de la influencia
ejercida por el conjunto
estatal en las islas.
Pero lo anterior no
debe hacernos olvidar la referencia exterior inicial que se produce al principio de la etapa.
Porque el franquismo, en la materialidad de los hechos, comienza en Canarias.
Canarias queda desde un primer momento en la zona controlada por los generales
y el ejército gol-pistas,
conjuntamente con las regiones españolas social y económicamente más atrasadas, de menor
presencia obrera y fuerza política y electoral izquierdista, de mayor peso específico
campesino.
Naturalmente, la
sociedad canaria de entonces no estaba en condiciones de servir de baluarte de la democracia,
de resistir a un golpe de Estado fraguado impunemente en su territorio y acometido puntualmente con medios sobrados. La
errónea política de los dos Gobiernos del Frente Popular, que se suceden desde el 19 de febrero
hasta el 18 de julio de 1936, de desplazar del centro, entendido como un escenario estratégico
favorable para la subversión armada, a los generales considerados peligrosos, política que lleva a
Franco a Canarias, más cerca del ejército africano, permite que los preparativos del golpe
de Estado y los contactos precisos se realicen con absoluta comodidad. A lo que
se une la imprudente
actitud de los Gobernadores Civiles, que no atienden las advertencias repetidas que se les
hacen llegar sobre los indicios golpistas que se detectan en ambas provincias canarias. Todo
ello facilita, como señala el profesor O. BRITO, el amplio margen de maniobra de los franquistas,
que controlan a
autoridades y líderes políticos, someten o eliminan a los integrantes del ejército o las
fuerzas de orden público que no secundan claramente sus propósitos, y hacen
inútil cualquier intento de resistencia cuando el golpe finalmente se produce.
Porque la resistencia
democrática en Canarias en esos primeros momentos es simplemente anecdótica, y es reprimida
con una tremenda contundencia y eficacia. Y así, una sociedad con niveles
significativos de analfabetismo y dependiente de poderes sociales de fundamentación económica y religiosa
tradicional, una sociedad frágil e invertebrada, con un componente rural muy
intenso, que había permanecido en gran parte al margen de los cambios institucionales y la
incipiente modernidad social que la segunda experiencia republicana española había supuesto, una sociedad con una percepción muy
limitada de los beneficios sociales derivados del régimen republicano y muy consciente
de la lejanía e incertidum-bre de muchas de las promesas de cambio de este régimen, sucumbe en primer lugar al golpe de Estado
y sirve de segura retaguardia a las fuerzas golpistas autoritarias, a las fuerzas de la
reacción.
De esta forma,
Canarias, junto al resto del Estado, inicia un período autoritario de treinta y nueve
años, que da paso, una vez que se produce la desaparición del dictador, a un proceso de
transición hacia formas políticas de democracia pluralista. Una transición que permite, a su vez,
que los procesos de cambio
social y económico alcancen niveles de notable intensidad, que se produzca la transformación
institucional y se fundamente el poder político en elecciones competitivas. Una transición que
permite que se manifiesten de nuevo fenómenos sociopolíticos reprimidos en la
etapa anterior, tales como el nacionalismo, en su doble expresión de las ideas y de la praxis políticas,
pero también que revela la persistente subsistencia de un problema canario tan radical
como es el enfrentamiento sociopolítico entre las dos islas capitalinas,
enfrentamiento que traspasa toda la sociedad y la política canarias y al que, desgraciadamente, es
necesario referir parte de nuestra andadura como pueblo individualizado en cuanto tal.
Una
transición, en suma, que, a pesar de este enfrentamiento interno, nos permite abrigar fundadas
esperanzas de que es posible, y no sólo necesaria, la construcción de un futuro común y
solidario para todos los canarios en la libertad y en la democracia. Y de que ahora el pueblo
canario, lejos de
servir de retaguardia a franquismos vencedores, sabrá resolver acertadamente
sus seculares problemas y escoger de entre las grandes opciones sociopolíticas
y económicas que tiene planteadas aquéllas que le sean más beneficiosas. Esa es la única
conclusión posible de nuestra Historia Popular y la ilusionada esperanza que nos anima al
redactar las páginas que
siguen.
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