viernes, 14 de junio de 2013

LOS MAESTROS DE OBRAS EN LAS CANARIAS OCCIDENTALES (1785-1940)






PRÓLOGO
Seis años después de presentado como Tesis Doctoral en la Facultad de Geo­grafía e Historia de la Universidad de La Laguna, se publica este importante tra­bajo gracias a los auspicios del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife. Su autora, María Candelaria Hernández Rodríguez, actual profesora titular de Estética en la Facutlad de Bellas Artes, continuaba así su línea de investigación sobre los cam­bios operados en la arquitectura canaria durante la época contemporánea y la incorporación de las Islas a la modernidad, que inició con su estudio acerca de La arquitectura del hierro en Tenerife, publicado por el Colegio de Arquitectos Téc­nicos, y ha continuado en artículos, organización de exposiciones, cursos y confe­rencias. El principal precedente de este trabajo es el conocido diccionario de arquitectos, alarifes y canteros publicado por Pedro Tarquis a finales de los 60, que desde el punto de vista historiográfico se debe valorar como un útil compen­dio aunque de uso prudente. Ciñéndose a los maestros de obras, este libro aumen­ta la información y número de profesionales de las cuatro Islas occidentales que trabajan en arquitectura y urbanismo entre la Ilustración y el inicio de la autarquía franquista. La liquidación del Antiguo Régimen sitúa con precisión los límites cronológicos iniciales: la furibunda crítica de los ilustrados a la arquitectura tradi­cional supone el primer cambio cultural que arrasa paulatinamente con la tradi­ción artística implantada desde la conquista. Tradición que definía una arquitectu­ra colectiva donde el principal problema es el de la autoría. En este contexto de cambios el papel de las Academias de Bellas Artes es decisivo con sus propósitos de regular las profesiones artísticas superando el viejo modelo de los gremios. Para entender esta nueva situación este trabajo se detiene en el análisis de la densa normativa que a lo largo del siglo xix ajusta los mecanismos de la categorización profesional de los maestros de obras. El contenido de este libro va desgranando los apasionantes temas que derivan de ese control oficial: el problema de las competencias, los títulos, la irrupción de los arquitectos y las polémicas que suscitan. En especial Manuel de Oraá, primer arquitecto que llega a Canarias —en fecha tan tardía como 1847—, y reiteradamente obsesionado por el cumplimiento de la normativa exigiendo la obligatoria presencia del arquitecto en la dirección de un proyecto. Pero el grueso de la construcción está en esos momentos en manos de los maestros de obras, sea por inexistencia o ausencia temporal de los arquitectos titulados —muy escasos en esos años—. Y así encontramos maestros con respon­sabilidades completas y con diseños de calidad, caso de Vicente Armiño —que incluso ejerce de Arquitecto Municipal—.
Pedro Maffiotte o Juan Nepomuceno; o la realidad de islas como La Palma o La Gomera donde el protagonismo de los maestros es absoluto. Aportación igual­mente sustancial de este trabajo es el establecimiento de seis tipos de maestros de obras según su formación y títulos tan variados como Directos de Caminos Veci­nales, Ayudante de Obras Públicas, Agrimensor o simplemente maestros que per­petúan la formación práctica tradicional sin estudios. No podía estar ausente la labor profesional de los maestros estructurada en edificios por tipos —nada menos que diecinueve—, actuaciones urbanísticas y obras públicas. Se subraya en especial su radical aportación a la arquitectura doméstica configurada en modelos que aunan la comprensión tradicional de los espacios con la incorporación de los nuevos lenguajes en los diseños formales. La autora desvela con claridad este trasfondo al hablar de arquitectura de la cantidad, referida a los maestros de obras, deteniéndose en un estudio pertinente sobre las causas y limitaciones que plantean las relaciones de estos profesionales con las nuevas modas metropolita­nas que llegan a las Islas, al mismo tiempo que destaca su profunda relación con los cambios técnicos y materiales constructivos tan revolucionarios como el hie­rro o el cemento. Un riguroso catálogo crítico y documental de cincuenta y nueve maestros completa este libro fundamental y de inquebrantable solidez científica. A finales del siglo XX, y en medio de una dramática relación de los canarios con su patrimonio histórico, el trabajo de María Candelaria Hernández se oferta como una reflexión y aportación necesarias para el conocimiento de nuestra significati­va cultura arquitectónica.
fernando gabriel martín
Departamento de Historia del Arte Universidad de La Laguna

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