La crisis económica
que desde finales de los años sesenta, con cortos períodos de auge y recesión que parecen sucederse sin solución de
continuidad, hasta la actualidad ha venido
experimentando el capitalismo desarrollado, y por extensión la
economía mundial, tiene una de sus causas en lo que, un tanto eufemísticamente, se ha dado en denominar el "mundo del
trabajo". Al mismo tiempo, esa
misma crisis económica ha tenido profundas repercusiones y ha modificado
sustancialmente el propio "mundo del trabajo".
El modelo de acumulación de capital montado a partir
de la Segunda Guerra Mundial, uno de cuyos pilares fundamentales
era el "pacto social keynesiano",
empieza a dar muestras de resquebrajamiento desde mediados los años sesenta. Muchas y complejas son las
causas de este hecho y no podemos abordarlas todas aquí. Algunas de las
principales han sido el agotamiento de
la voluntad cooperadora de la fuerza de trabajo y las limitaciones que tenía la propia organización del
proceso de trabajo dominante: el
"taylofordismo". A mediados de los sesenta comenzó a quedar
claramente de manifiesto que la llamada "organización del
agotamiento" empezaba a no dar más de sí. Es más, en ciertos
sectores industriales y en determinados procesos
de producción de éstos comenzaba a ser realmente una remora para la consecución de aumentos permanentes de
productividad que era una de las condiciones
básicas de su propia existencia. Los trabajadores empezaban a no estar
dispuestos a soportar la degradación física y moral que para ellos implicaba
tal organización del trabajo. Tampoco estaban dispuestos ya a intercambiar sin problemas aumentos constantes de
productividad por estabilidad en el
empleo, subidas salariales ligadas a esos aumentos de productividad y todas aquellas cosas incluidas en
la cesta del "salario social":
seguridad social, educacióny sanidad gratuitas, etc. Todas ellas eran
consideradas ya como "conquistas históricas" a las que tenían pleno
derecho y a las que no estaban
dispuestos a renunciar cualesquiera que fuesen las circunstancias económicas, se produjeran o no
aumentos de productividad. Al mismo
tiempo, el propio desarrollo del "taylofordismo" había ido creando una fuerza de trabajo industrial muy
numerosa y homogénea. Esto
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