INTRODUCCIÓN
La presencia británica en Canarias es un rasgo distintivo de
la Historia del Archipiélago. Para hablar de ella debemos empezar a hacerlo
desde el mismo momento de la expansión castellana
y lusitana emprendida por aguas canarias y africanas. Ya desde las primeras décadas del siglo XVI, incluso muy probablemente desde finales del XV, los británicos aparecieron por nuestras latitudes y desde entonces hasta hoy su presencia resulta muy familiar en las islas. Pero la historia de
las relaciones entre Inglaterra y Canarias es
la historia de un amor y odio. En efecto, si
por un lado la presencia británica en aguas isleñas está salpicada
de recuerdos bélicos (desde los ataques de Francis Drake hasta los intentos de ocupación de la plaza de Santa Cruz por parte de Horacio Nelson), por otro tenemos los
testimonios que nos hablan de unas
relaciones pacíficas, amables y sobre
todo provechosas. En este sentido, desde sus comienzos la mayoría de los inmigrantes británicos vinieron por
motivos fundamentalmente económicos.
Eran hombres de negocios, mercaderes que comerciaban con los recursos de las
islas e importaban manufacturas de
su país. En los siglos XVI y XVII el movimiento inmigratorio se acentúa, favorecido
por la calidad de los vinos, sobre todo el
malvasía, las ventajas de comerciar con las Indias, amparándose
en el régimen de privilegio que gozaba Canarias, las ventas de sus
manufacturas, etc. No nos vamos a detener en
la actividad comercial emprendida por ellos
en las islas y la notoria importancia económica en el Archipiélago,1
labor que sobrepasa las intensiones de este estudio. Ni siquiera esbozar la evolución cronológica de su estancia. Solamente intentaremos, sucintamente,
acercarnos a la experiencia humana de su vida cotidiana en las islas,
al contexto de su condición social y al
complejo marco en el que se desenvolvió
su convivencia con una cultura ajena y diferente a la suya, como era la española y en particular la
canaria. A lo largo del siglo XIX, fundamentalmente después de la declaración de […]
Sobre
la actividad económica desempeñada por los británicos en la Edad Moderna y su importancia en el Archipiélago, véase,
entre otros, los trabajos de A.L. Simón, History of the mne írade, London,
1906; C.A.J. Skeel, The Canary Companj, E.H.R., 1916; J. Peraza de Ayala, El régimen
comercial de Canarias con las Indias en los siglos XVI,
XVIIj XVIII,
La Laguna, 1952; F. Morales
Padrón, El comercio
canario-americano, Siglos XVI-XVIU, Sevilla, 1955; A. Bethencourt Massieu, Canarias e Inglaterra, el
comercio de vinos (1650-1800), A.D.E.A., 1956; V. Morales Lezcano, La Compañía de Canarias, un capítulo sobre la historia
económica del Archipiélago, A.U.H., 1966, y Relaciones mercantiles
entre Inglaterra^ los Archipiélagos del Atlántico Ibérico, La Laguna, 1970;
F.G. Steckley, «La economía vitícola de Tenerife en el siglo XVII», Aguayro, n° 138,1981; J.M. Rodríguez Yanes, Aproximación al estudio del Antiguo Régimen en la
comarca de Daute: 1500-1750, Tenerife, 1988 y Tenerife en el siglo XVII, La Laguna,
1992.; A. Macías Hernández, «Canarias en la Edad Moderna,
en Historia de hspueblos de España, Barcelona, 1984; Arbelo García. A. Hernández González, M. El Antiguo Régimen, CCPC,
La Laguna, 1988. Para los irlandeses en el siglo XVIII, Agustín
Guimerá Ravina, Burguesía extranjeray comercio
Atlántico, Madrid, 1985; y Brito González,
Oswaldo, «La presencia extranjera en
Tenerife» en StrenaeEmmanvelae Marren Oblatae, La Laguna, 1993.
No hay comentarios:
Publicar un comentario