El timple es popular, bullanguero, suena en
discante y lleva el ritmo en las parrandas, es el júbilo de la fiesta, el que
sobresale por encima de todo, el que se cuelga bajo el brazo y acompaña al canario en casitodas sus
fiestas. Pero el
timple no es el instrumento más antiguo que tenemos en Canarias, ni siquiera es el
único que se toca en todo el archipiélago.
En las islas orientales (Lanzarote,
Fuerteventura y Gran Canaria) el timple es imprescindible en casi cualquier
manifestación folklórica. Es curioso ver cómo el instrumento se adaptó incluso a las
expresiones musicales a las que micialmente los cordáfonos eran ajenas. Este es
el caso de los Ranchos
de Pascua. Arcaica
herencia de las antiguas Cofradías de Animas, los Ranchos fueron traídos por los
Franciscanos recién iniciado el proceso
de colonización y proliferaron por toda la isla de Lanzarote con sus cantos bíblicos y sus desarrollos modales.
Ligados al ciclo de Navidad y desprovistos ya de su carácter invocatorio
a las ánimas difuntas, aún hoy entonan sus
letanías en forma de "desechas", "contradanzas", "corridos" y "saltos". La
Villa de Teguise es el pueblo donde más arraigo donde conoció esta manifestación ritual, aunque San Bartolomé, Tías, Haría y otros muchos pagos lanzaroteños adoptaron
la tradición. En sus inicios, el complejo organológico que comprendía
los Ranchos estaba conformado por ideófonos
y membranófonos; esto es, instrumentos golpeados, bien metálicos o bien con
membranas animales, tales como las espadas y los panderos. Los Ranchos
desgranan sus cantos utilizando estos elementos de acompañamiento como un
vestigio de lo que fue la antigua forma de ahuyentar a los malos
espíritus.
No sabemos muy bien cuándo se introdujeron
los instrumentos de cuerda en este tipo de formaciones. Lo cierto es que el timple y las
guitarras se colaron
con sus desarrollos tonales en los Ranchos, bajando su afinación-hasta en un tono entero y confiriendo al conjunto
una extraña combinación de sonidos que dan
a la Navidad conejera una especial sonoridad.[…]
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