HACE BASTANTES años, el poeta crucificó su corazón en la cruz simbólica de los cuatro puntos cardinales de la isla. Se asomó a cada uno de los cuatro
extremos abruptos que se hunden en el
mar, comprendió entonces lo que la isla era, y con una larga mirada hecha de
devociones finales fue captando sus virtuales sustancias.
Ante sus ojos desfilaron figuras y cosas: era el pasado. Se dio cuenta en tal coyuntura de que aquel
pasado demandaba quien lo salvara de perecer
definitivamente, y le tendió su mano
literaria desde la orilla de las exaltaciones. Por eso este reportaje no es una simple exposición detallista,
sino una revisión emocionada de motivos isleños.
La poesía del reportaje, antes que el reportaje mismo. Y, principalmente, la actitud sentimental de un hombre que contempla el desfile del tiempo
mientras conversa con unos seres que no han acabado —aún en el presente- de salir del cascarón del pasado, que, en
cierto modo,
representan y sintetizan sus humildes rastros patriarcales.
Ni lamentaciones inútiles ni
literatura arrumbada sobre
el esqueleto de las cosas antiguas; simplemente, ceremonia y reverencia. Y el ansia, romántica por demás, de que estas cosas sirvan
de nostalgia -para los nostálgicos
corazones— en lo que tengan de nostalgia. No otra cosa porque, como decía un poeta, no se puede
recomponer la espiga de trigo de la que los hombres hacen su pan.
Sin pruritos literarios, sin reglas,
al vuelo ingrávido de
la mirada curiosa y como resumen del caminar por las sendas y vericuetos de la isla, han sido
trazadas estas páginas.
Los ojos han tropezado en su recorrido fervoroso con lo tradicional, costumbrista y pintoresco.
¿Cómo no pensar en el pasado,
el presente y el futuro? De aquí ha nacido el poema. ¡Oh, pretensión de ser el
cantor de este poema
emocionante!
¿De qué se trata?...
Sencillamente, de las vidas humildes
y su historia; de las vidas humildes y su leyenda. Casi no hay historia en el sentido corriente del
concepto; pero elementos legendarios sí
que los hay. De todos modos, hay humanidad y,
precisamente, humanidad ignorada o
sumida en los negros desvanes del olvido. Es, por tanto, una exhumación y un responso, ya que no puede ser una resurrección.
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