PRÓLOGO
La característica más saliente, entre las que
permiten definir la evolución de la economía mundial en los
últimos tiempos, es la globalización. Este
proceso, que aún no ha terminado, de interre-lación creciente de los mercados de bienes y servicios, y de capitales, nos acerca al mercado mundial, como
consecuencia del juego de una serie de
factores entre los que predominan los avances, y las exigencias, de la
técnica. Pero, curiosa paradoja, esta tendencia
a la globalización ha coincidido con un aumento de los movimientos regionales, que se han traducido
en proyectos de integración en
diversos continentes, y, muy particularmente —sobre todo si atendemos a
los éxitos— en Europa.
España, que por razones conocidas —la tradicional
acción acumulativa de inflación y protección primero, y la
aversión al mercado y a la apertura
económica, característica de la política de posguerra— participó tarde en las tareas de cooperación económica internacional, ha intentado quemar etapas, que
otros países pudieron superar con
más tranquilidad. Así, a finales de los años cincuenta, nuestro país
inicia sus esfuerzos para homologar su política
económica con la d,e los países de nuestro entorno —países desarrollados de economía de mercado— y, como
consecuencia, plantear su incorporación a los principales organismos económicos internacionales. Años más tarde, el cambio
político, hizo posible un nuevo paso
—más importante, desde el punto de vista cualitativo— que nos llevó, en 1986, a
formar parte de la Comunidad Económica Europea, y que nos sitúa, en estos
momentos, a punto de participar —en este caso desde su inicio— en la Unión Monetaria Europea, cuya puesta en marcha está
prevista a comienzos de 1999.
La importancia de la integración europea exige que los problemas
económicos nacionales —los españoles entre ellos— deban ser tratados como propios de una región que forma parte de un conjunto
más amplio, la actual Unión Europea. Lo dicho es aún más cierto si nos referimos
a Canarias, cuyas características estructurales
—muy principalmente su localización— han dnado, siempre, una situación de dependencia respecto de centros de poder situados a una distancia de muchas millas.
España forma parte hoy de la Unión Europea
y, como consecuencia, también Canarias, aunque en
una situación especial que se explica por su alejamiento de Europa, donde radica el "centro" del proyecto
de integración en el que estamos participando.
El libro que ofrece la profesora Carmen Dolores
Wehbe, aborda este tema, buscando, por una
parte, una relación, a la largo del tiempo,
entre la evolución de la economía canaria y la de la economía mundial y, por otra, tratando de detectar los condicionamientos
y las limitaciones que se han derivado para las Islas Canarias.
La obra está dividida en cinco capítulos. El primero
de ellos bajo el título
"Desarticulación y dependencia externa" contiene un interesante análisis de la evolución histórica del
Archipiélago, sobre todo de su economía, en
el que se pone de relieve la complejidad del
modelo canario y los efectos —muchas veces asimétricos respecto de la Península— que han tenido una serie de acontecimientos y cambios dramáticos, registrados
en el mundo y en Europa, como la Primera
Guerra Mundial, la gran depresión y la Segunda
Guerra Mundial. También se ocupa de los efectos de la Guerra Civil, en este caso no tan diferentes de los que registró la economía peninsular: intervención de la economía
—en la producción y en la
distribución —e intervención total del comercio exterior, actividad fundamental para una región de las características de las Islas Canarias. La década de los
sesenta, con la homologación de la economía y
la política económica españolas con las de
los países europeos, inicia el proceso de apertura de la economía española a la
competencia internacional. Una línea en la que, desde entonces no se ha dejado de avanzar y que, si bien no ha suprimido la dependencia tradicional de la
economía canaria respecto de determinados
centros de poder, externos a ella —creo que esto era y es imposible— si ha alterado el modelo. Ahora existen
unos mercados, que si no son completamente libres, al menos tienden a serlo. En ellos compite la economía
canaria y seguirá compitiendo en un
futuro en el que se seguirán produciendo variaciones importantes en la estructura internacional de ventajas comparativas. Decir que la economía canaria
continuará siendo esencialmente una
economía de servicios, no es peyorativo. […]
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